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El bienestar laboral como responsabilidad social corporativa.

Muchas organizaciones (no todas) ven la responsabilidad social corporativa como una estupenda estrategia de marketing de cara al exterior. De esta forma, cuando la intención resulta ser una mera fachada, es factible dudar acerca de la existencia de un compromiso sincero con la sociedad.

De acuerdo con la descripción que hace el Consejo Mundial de Empresas por el Desarrollo Sostenible: “la RSC es el compromiso que adquiere una empresa para contribuir al desarrollo económico sostenible por medio de la colaboración con sus empleados, sus familias, la comunidad local y la sociedad, con el objeto de mejorar la calidad de vida”. Por lo tanto, ese enfoque centrado únicamente en dar una buena imagen hacia el exterior es, cuanto menos, desacertado. La RSC, por su propia definición, afecta de igual manera a los empleados, que a los clientes y/o a los proveedores, pues todos ellos son miembros de la sociedad.

Dicho de otra forma, debería ser una política transversal a todas las actividades e instancias que intervienen en una compañía. Efectivamente, al mejorar el bienestar laboral de las personas dentro de los límites de la empresa, estaremos permitiéndoles conciliar de forma más saludable su vida personal y profesional. Por supuesto, y como hemos visto en un artículo anterior, las acciones de bienestar también tienen un alto impacto positivo en los resultados de la empresa. ¿Cuáles? Entre otros, aumentan el sentido de la pertenencia, el compromiso, el rendimiento y la motivación; a su vez, reducen el absentismo y las bajas laborales.

De alguna forma, trabajar sólo en lo postural, sólo en lo mental o sólo en lo emocional es, en principio, un tanto incongruente y desacertado. Quiero decir, la multitarea, la sobredosis de estímulos y las extensas jornadas dentro de una organización requieren de una correcta administración de energía por parte de las personas. Si esa administración es inadecuada, entonces surgen los efectos físicos del agotamiento: molestias musculares y/o trastornos músculo-esqueléticos. Dos de las causas que originan un importante número de bajas laborales.

¿Las consecuencias de ese agotamiento son sólo físicas?

Por supuesto que no. Incluso mucho antes de que la molestia pase a una fase superior, las personas experimentarán un mal humor particular, dificultad para concentrarse, para prestar atención, para relacionarse con el resto de sus compañeros y para tomar decisiones con claridad. ¿Por qué? Porque sus necesidades no están siendo atendidas y toda la atención se la lleva la molestia. ¿La solución rápida? ¿El fármaco que todo lo puede? Una, dos, tres veces, pero ¿de verdad queremos depender de él cada día?

Así como el dolor afecta todas las dimensiones de las personas, sucede lo mismo con los estados emocionales y mentales. Hay un claro ejemplo que lo representa, que es el miedo a hablar en público, aunque no necesariamente nos referimos a una ponencia frente a un auditorio. Hablar en público abarca diversas situaciones: exponer una idea y/o sugerencia en una reunión, presentar un producto a un cliente, comunicar al equipo el detalle de un nuevo proyecto, entre otras.

En cualquier caso, las personas que se sienten invadidas por este miedo particular, sea la situación que sea, también experimentan sensaciones en el cuerpo y en la mente. Por un lado, pueden sentir sudoración, temblor en la voz, y un estado de tensión muscular permanente; por otro, pueden quedarse en blanco, mezclar el orden de la exposición y/o tener exabruptos involuntarios e inoportunos. ¿No sería fantástico aprender a interpretar el lenguaje de nuestro cuerpo y a gestionar desde él ese estado indeseado?

Al final, todo tiene que ver con todo. Esta es la concepción del trabajo de María de Marcos en las distintas intervenciones que lleva adelante en las empresas. Desde este enfoque integral, enseña a las personas a observar, comprender y optimizar la calidad de sus movimientos y a entender el uso que cada uno hace de su cuerpo. 

¿Por qué la Técnica Alexander y el Coaching Ontológico son un estupendo complemento?
  • Porque ambas son herramientas prácticas.
  • Porque la Técnica Alexander enseña a conocer y cambiar los mecanismos internos en el cuerpo y en la acción.
  • Porque el Coaching Ontológico cuestiona y afianza los aprendizajes con la palabra.
  • Porque juntas aportan presencia, dirección y gestión de los recursos propios.
  • Porque comparten una base común de escucha y responsabilidad.
  • Porque confrontan con lo que hay sin interpretaciones.
  • Porque generan situaciones muy creativas en las que la persona se reconoce libre, digna y capaz de crear y celebrar la vida.

Y porque ser humano, es vivir en todas esas dimensiones simultáneamente.

Por todo lo que hemos venido mencionado, promover el bienestar laboral en las empresas está muy bien visto por clientes internos y externos. Además, su conveniente coste, es indirectamente proporcional a los altos beneficios que se obtienen de este aprendizaje. Quiero decir, la intervención de nuestra profesional tiene como objetivo enseñar esta técnica a las personas para que puedan autogestionarse, definiendo cada uno su mejor forma de estar en coherencia consigo mismo y con el resto de las personas que conforman un equipo de trabajo.

Como empresa, el hecho de tomar acción con el factor humano interno tiene múltiples beneficios, entre ellos:
  • Reducir el esfuerzo y aumentar el foco y la energía disponible.
  • Transmitir valores positivos a los clientes vigentes y potenciales.
  • Atraer y retener el talento.
  • Conseguir un mayor rendimiento, claridad, creatividad y motivación de sus trabajadores.
  • Mejorar la comunicación de las personas interior y exteriormente (con los clientes).

Para concluir, dejo aquí las sabias palabras de Jack Welch, el famoso empresario y escritor norteamericano: “La responsabilidad social empieza en una compañía competitiva y fuerte. Sólo una empresa en buen estado puede mejorar y enriquecer la vida de las personas y sus comunidades”.

La empresa saludable entiende el bienestar como inversión.

En cierta forma, ya lo decía Richard Branson, el mundialmente reconocido empresario inglés: “Los clientes no son lo primero, lo primero son los empleados; si cuidas a tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes”. Esta afirmación pone de manifiesto la importancia de considerar el bienestar laboral como una inversión en beneficio de todas las partes.

No obstante, aunque hay muchas empresas que han tomado diferentes medidas al respecto, otras siguen dejando estas intervenciones como asignaturas pendientes porque lo entienden como un coste añadido. En consecuencia, y paradójicamente, son las que tienen que hacer frente a altísimos costes para gestionar todos los daños colaterales que la falta de bienestar en el trabajo y, puntualmente los trastornos musculo-esqueléticos, trae aparejados y que mencionan numerosas estadísticas: absentismo y bajas laborales, disminución notable del rendimiento, motivación y compromiso de los trabajadores. Todo ello, sin contar la mala reputación empresarial que esa desatención supone.

Es un buen ejemplo para mencionar aquel dicho popular que señala que el remedio es peor que la enfermedad: la empresa que “ahorra” en acciones de bienestar y acaba gastando el doble (o más) para solventar las consecuencias del “ahorro” inicial. Y acto seguido, va otro ejemplo que podremos ver más familiar. Si nos ponemos a pensar por un momento, a todos, cuando tenemos o padecemos alguna molestia y/o dolor, nos resulta casi imposible concentrar la atención en otra cosa, pensar con claridad y/o motivarnos para hacer más y mejor. Lo cierto es que al no saber cómo gestionar ese malestar, terminamos apelando a la solución casi universal y poco feliz del calmante que “anestesia”, por un rato, aquello que no solucionamos de raíz.

Frente a esta situación recurrente de soluciones que no solucionan y que ocurren tanto a nivel macro (empresa) como micro (las personas), entra en juego la decisión crucial de las organizaciones para intervenir, por medio de acciones serias y de probada efectividad, en el bienestar de sus trabajadores. Acciones que apuntan a cuidarlos, a darles recursos y herramientas para que aprendan cómo mejorar su salud.

En este sentido, la Técnica Alexander se aplica como una solución integral para las personas dentro y fuera de la empresa porque les enseña a gestionar cuestiones íntimamente ligadas al aprovechamiento de la energía vital. Además, cuenta con probado éxito en la prevención de riesgos laborales por trastornos músculo-esqueléticos, ofreciendo excelentes resultados para los trabajadores en su salud postural, en la adquisición de nuevos hábitos saludables, en el autoconocimiento y en el desarrollo profesional.

Se trata de un proceso de reeducación corporal e integral que nos enseña, a partir de una auto-observación de nuestro cuerpo en acción, a regular el esfuerzo, mantener el foco y regenerar la energía.

Efectivamente, cuando cada uno comienza a darse cuenta de sus malos hábitos posturales, puede cambiarlos, eliminarlos y/o encontrar opciones nuevas, más óptimas y más funcionales. Así nos lo afirma nuestra especialista María de Marcos, que integra la Técnica Alexander y el Coaching Ontológico para trabajar en todas las dimensiones: corporal, mental y emocional.

Desde ese enfoque, trabaja cada día para enseñar a las personas a observar, comprender y optimizar la calidad de sus movimientos y entender el uso que cada uno hace de su cuerpo. Además, nos explica que esta técnica nos da herramientas y nos permite autonomía para que cada uno sea capaz de aplicarlas en su día a día, en cualquier ámbito y en todas las acciones; desde las más simples a las más complejas.

Veamos los beneficios que obtienen ambas partes:

Trabajadores:
  • Incorporar y sostener hábitos saludables, a partir de comprender cómo funciona su cuerpo y cómo hacer para que funcione con menos esfuerzo.
  • Incrementar la vitalidad y la energía.
  • Aprender a aplicar los principios del movimiento consciente en la cotidianeidad (estar de pie, sentado, caminar, trabajar con un ordenador o cargar pesos).
  • Entender cómo impactan las emociones y pensamientos sobre su cuerpo.
Empresas:
  • Disminuir bajas laborales.
  • Reducir el absentismo.
  • Obtener mayor vitalidad, rendimiento y compromiso de los trabajadores.
  • Conseguir que todos logren una mejora sustancial en su comunicación no verbal (cuestión vital en términos de negociación).
  • Mejorar notable y visiblemente la responsabilidad empresarial de cara al cliente interno y externo.

Hemos mencionado, entre uno de los beneficios, la mejora de la comunicación no verbal de los empleados en ámbitos de negociación. A propósito de ello, el creador de la técnica, Frederick M. Alexander señalaba que al ser el cuerpo y la mente una unidad indivisible, lo que impacte a la mente se reflejará en el cuerpo y viceversa. Si bien no es tan complejo imaginarnos cómo un estado de ánimo influye en nuestra postura corporal, nos cuesta imaginarlo al revés. Para representarlo, nada mejor que citar a nuestro sabio y queridísimo Charlie Brown:

Es curioso, pero casi nunca pensamos en cambiar la postura para cambiar el estado de ánimo. O, por lo menos, no lo hacíamos hasta que Amy Cuddy, una de las investigadoras de renombre internacional que más aportaciones y estudios científicos ha realizado en pos de la credibilidad del comportamiento no verbal, se interesó en estudiar la expresión no verbal del poder: gestos dominantes, abiertos, expansivos, etc., y su influencia en las emociones, sentimientos y fisiología de los demás y de nosotros mismos.

Cuddy y su equipo demostraron que el lenguaje no verbal influye sobre nosotros mismos. A su vez, afirman que nos recuperaremos realmente si “engañamos” a nuestras emociones negativas con una postura corporal amplia, abierta, expansiva y dominante incluso, aunque estemos tristes. Cuando nos hacemos “grandes” y/o nos expandimos, provocamos que nuestro cuerpo reaccione y nuestro estado mental cambie en respuesta a ello. Esta cuestión también es abordada y profundizada desde la Técnica Alexander.

Por todo lo que hemos venido diciendo, las empresas que toman la iniciativa de hacer lo mejor que pueden hacer por sus trabajadores aumentan cualitativa y positivamente su imagen de marca y reputación.

No obstante, esta inversión en bienestar como empresa saludable, también se traduce en mejor clima laboral, mayor rendimiento, claridad, creatividad y motivación de sus trabajadores.

LEGO® SERIOUS PLAY® Method para empresas.

Construir; dar significado; armar una historia.

“El proceso de creación es un proceso de entrega y no de control”. Así lo afirma la famosa novelista americana, Julia Cameron.

Nadie nos enseña a jugar. Jugar es una experiencia personal e intransferible. Probablemente, la primera vez que tuvimos las piezas de Lego delante ni siquiera sabíamos cómo encajarlas con precisión o cómo seguir una lógica para copiar un prototipo y aún así era divertido, pues despertaba nuestra curiosidad y nos permitía dar rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad. Compartirlos con amigos era igual o más divertido; nos enseñaba a colaborar, a participar y a crear historias compartidas. Aprendíamos haciendo.

Y el hecho de que ya no seamos niños nos vuelve a la idea de que ya no podemos jugar, simplemente, porque creemos -equívocamente- que “jugar es para niños”. Bernard Shaw, en tal sentido, decía:

«No se deja de jugar porque se es viejo, sino que se es viejo porque se deja de jugar”.

Ciertamente, cuando los adultos nos permitimos jugar, dejamos de lado el ego y los prejuicios. A cambio, nos dejamos llevar por el niño interior, por el que disfruta de sus emociones sin censura y actuamos desde nuestro lado más genuino. En ese contexto, el juego es un disparador de emociones y por eso nos sirve para fijar experiencias y conocimientos; este concepto lo han entendido muy bien grandes compañías como Google o Coca-Cola, que utilizan LEGO® SERIOUS® como herramienta potenciadora de innovación y creatividad.

En cierto modo, la “mano de obra” del siglo XXI parece girar en torno a la innovación y la creatividad y, de hecho, son dos de los mayores desafíos a los que se enfrentan directivos y líderes de gestión en la empresa de hoy. Sin embargo, no existe el ADN creativo o innovador. Lo más importante para que estas habilidades puedan desarrollarse (y sostenerse en el tiempo) es crear los espacios para ello y encontrar las herramientas para favorecerlas.

Al efecto, construir los modelos e ideas que tenemos en el interior y ponerlos en el mundo exterior -en forma de metáfora- para verificar cómo se comportan, que es lo mismo que hacen los niños cuando juegan. Se trata de una de las herramientas más poderosas para la generación y comunicación de ideas, que además se sostiene en las revelaciones de la neurociencia respecto a la íntima conexión que existe entre el cerebro y las manos para la comprensión del mundo.

Efectivamente, cuando esta metodología se convierte en la herramienta de un equipo y de un reto particular, sus integrantes se comprometen y cooperan entre sí para alcanzar determinados objetivos de negocio. Incluso, durante el juego, los participantes suelen asumir roles diferentes de sus funciones habituales y esto ayuda a ponerse en el lugar del otro, a detectar habilidades individuales y/o conjuntas y a pensar más abierta y creativamente para resolver situaciones.

Por ejemplo, en cualquier reunión tradicional de equipo llevada a cabo para tomar decisiones sobre un proyecto nuevo o un relanzamiento de producto, lo habitual es que muchos participantes se inhiban de hacer aportaciones. De alguna forma, esto significa que gran parte del conocimiento y de las ideas no han sido manifestadas y así la toma de decisiones estará, cuanto menos, supeditada a ser “más de lo mismo”.

Ahora bien, cuando en ese mismo escenario se utiliza la metodología LEGO® SERIOUS PLAY® emerge naturalmente todo el conocimiento tácito o no expresado y queda reflejado en las construcciones. Ciertamente, como los modelos construidos responden a la parte más genuina de los participantes, será posible sorprendernos descubriendo lo que no sabíamos que sabíamos y conociendo aspectos (propios) y de otros miembros del equipo que permanecían “en la sombra”.

El método nos acompaña para que experimentemos con el modelo compartido.

A imaginar y probar diferentes escenarios y observar lo que ocurre; a jugar hacia posibles futuros; a extraer conclusiones, a visualizar estrategias, a elaborar planes de acción y a configurar guías de actuación que nos mantengan cohesionados. En definitiva, a tomar decisiones con claridad e inteligencia.

En este sentido, a través de workshops 100% experienciales, la metodología LEGO® SERIOUS PLAY® es aplicable en retos muy diversos y en el ciclo completo de cada uno de ellos (desde la idea, a la acción y hasta su aplicación).

Algunos de ellos son:

  • Ideas de negocio.
  • Innovación en productos y/o servicios.
  • Educación.
  • Presentación de modelos de negocio.
  • Identidad de equipo. Identidad y cultura corporativa.
  • Misión y valores.
  • Estrategia y objetivos.
  • Áreas de mejora.
  • Segmentación de clientes.
  • Fusiones de empresas.
  • Selección de personal.

Panxo Barrera, experto en creatividad e imaginación aplicada, CEO de Entropía: Inteligencia Creativa y facilitador de la metodología LEGO® SERIOUS PLAY® asegura:

“Jugar es una manera innovadora de aprendizaje: promueve la creatividad, facilita la comunicación, es una dinámica positiva y colaborativa, genera compromiso y participación de todo el equipo. Permite construir, visualizar escenarios, contar historias”.

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