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Metodología DISC ¡Entiende cómo funcionan las personas!

Experto y Analista Conductual Experto en DISC.

Los líderes de la organización son el engranaje de todas las personas, relaciones, actividades e instancias que se desarrollan en una compañía. De esta forma, mientras un liderazgo sordo e indeciso sólo tiene consecuencias nocivas, un liderazgo que se ejerce desde la ejemplaridad y la influencia positiva se contagia, se expande y se multiplica en todas las direcciones de la organización. El Modelo DISC, creado por William Marston, lleva décadas siendo utilizado, entre otras cosas, para desarrollar ese tipo de liderazgo ejemplar en las empresas.

Básicamente porque nos permite entender el comportamiento humano y capitalizar la riqueza de la diversidad. Es decir, nos facilita identificar el perfil conductual de una persona para saber cuáles son sus necesidades, qué les gusta, qué les motiva, qué esperan y, desde este entendimiento, saber cómo dirigirles, cómo motivarles, cómo comunicarnos eficazmente con ellos e, incluso, predecir cómo se van a comportar ante ciertas situaciones. Dicho de otra forma, nos permite entender qué necesitan para funcionar mejor. Como dice Juan Daniel Pérez Fernández, nuestro experto en DISC: “las personas somos diferentes, pero somos predeciblemente diferentes”.

De esta forma el modelo DISC define 4 estilos predecibles de comportamiento:

  • Decisión: cómo respondemos a los desafíos y a los retos.
  • Influencia: cómo nos relacionamos e influimos en los demás.
  • Serenidad: cómo respondemos al ritmo y los cambios del entorno.
  • Cumplimiento: cómo respondemos a las reglas y procedimientos.

Esta información puesta a disposición de líderes de gestión, directivos y mandos intermedios resulta invaluable. En particular, esta Certificación Internacional Experto y Analista Conductual DISC(1), a través de dos jornadas presenciales que combinan conocimientos teóricos sobre la metodología y prácticas vivenciales, apuntan a profundizar en el autoconocimiento y la autogestión del líder para que luego sean capaces de sintonizar e influir positivamente en los demás y, con todo ello, puedan facilitar y contribuir a la construcción de ecosistemas laborales saludables.

Ahora bien, ¿cómo es posible que este círculo virtuoso ocurra? Veamos. Como mencionábamos con antelación, trabajando primero con uno mismo. Por ejemplo, podría ahora mismo el lector intentar identificarse con uno de esos 4 estilos, aunque en la mayoría de los casos resulta difícil encasillarse sólo en uno de ellos. Esto no es casual. Se debe a que todos -sin excepción- tenemos esos 4 estilos en distintos niveles, aunque uno de ellos predomina por sobre los otros; es ese lugar que habitamos con más frecuencia, comodidad y soltura.

No obstante, DISC nos invita a profundizar en él, a conocer nuestras áreas de mejora y a explorar otros estilos para ampliar nuestros patrones de acción, para adaptarnos más naturalmente, para comunicarnos mejor y para entender el cómo de las personas.

Por ejemplo, DISC nos revela qué puede aportar cada persona en cada equipo. Es decir, hay personas muy orientadas a las metas que no le dan tanta importancia a los proceso para llegar a ellas; otros, se enfocan en las personas y en las relaciones y las priorizan por sobre los sistemas; algunos, consideran más importante el cómo llegar al objetivo por sobre el objetivo mismo; mientras que a otros tantos, el cumplimiento de las tareas les hace pasar por alto a las personas. Este conocimiento le permitirá al líder adoptar soluciones adaptativas según la complejidad de la tarea/proyecto y adecuar los perfiles de acuerdo a ello.

No obstante, otra característica que cabe mencionar con respecto a la Metodología DISC es que no hay perfiles buenos o malos, mejores o peores; es decir, todos tienen sus particularidades y cada resultado es información certera acerca de fortalezas que potenciar y debilidades que mejorar. Por ejemplo, si un Test DISC nos arroja como resultado un perfil Dominante muy marcado, entonces, seguramente tendremos que trabajar en aspectos como la escucha activa y la empatía. ¿Por qué? Porque cada perfil también tiene asociada una emoción predominante que, bajo estrés, tiende a manifestarse de forma exacerbada.

A grandes rasgos, sería algo así:

D => Ira.

I => Exceso de optimismo.

S => Ocultan su emocionalidad.

C => Miedo a las críticas (necesidad de reconocimiento por el trabajo bien hecho).

Por lo dicho, entre un sinfín de combinaciones posibles que puede tener cada perfil, podremos saber, por ejemplo, si se trata de alguien decidido, rápido, enfocado y a veces un tanto agresivo; alguien tranquilo, trabajador, estable y un poco inseguro; alguien optimista, sociable, innovador y algo soñador, o bien de alguien analítico, concienzudo, calculador y un poco temeroso.

Los líderes, al finalizar esta formación serán capaces de:

  • Optimizar su comunicación intra e interpersonal.
  • Sacar el máximo potencial a su estilo de comportamiento.
  • Aprender a influir positivamente en los demás.
  • Romper barreras de relación y resolver conflictos.
  • Utilizar el sistema más efectivo para comunicar, enseñar, liderar y motivar.
  • Aprender el uso profesional de las evaluaciones DISC.

Para la empresa, los beneficios son múltiples; entre ellos:

  • Mejorar la comunicación en todos los niveles de la compañía.
  • Minimizar los conflictos y mejorar su gestión.
  • Aumentar el rendimiento, el compromiso y el bienestar de las personas.
  • Promover valores de empresa que se replican en todas las direcciones dentro de la empresa y hacia fuera (clientes, proveedores, etc.).

DISC es una metodología que deriva de una teoría validada científicamente y de la cual se desarrolló posteriormente una herramienta en formato test que ha demostrado ser decisiva en el mundo del desarrollo personal y profesional. Entre otras cosas porque nos permite cambiar la regla de oro que señala “trata a los demás como te gusta que te traten a ti”, por la regla de platino que indica: “trata a los demás como ellos prefieren ser tratados”.

Sólo por este nivel de entendimiento resulta una metodología fundamental para el liderazgo y la selección de personal y para otros ámbitos que incluyen el encuentro con el otro como el coaching, la educación, la consultoría, las ventas, etc.

(1) Certificación avalada por el International DISC Institute. Entidad sin ánimo de lucro que se encarga de velar por la calidad de la formación y de las evaluaciones y de la difusión de la metodología DISC a nivel mundial.

Las Constelaciones Familiares dedicadas a casos de depresión.

La depresión según Alexander Lowen. 

Con este artículo, y siguientes, intento resumir algunos aspectos esenciales del libro “La depresión y el cuerpo” de Alexander Lowen, evocar así su claro y profundo trabajo al respecto, y mostrar la utilidad de sus conceptos para las Constelaciones Familiares dedicadas a casos de depresión.

¿Qué es la depresión?

  • Es una pérdida de sentimientos, intereses y deseos.
  • Es una condición con escasa vida, vivacidad, excitación y respuesta.
  • Es un estado variable compuesto de ciclos repetitivos con bajos depresivos, seguidos de altos (euforia, manía, derrumbe) y de bajos de nuevo.
  • Es patológica, pero también puede ser un fenómeno recuperativo.

Síntomas de la depresión.

  • Derrumbamiento energético del cuerpo.
  • Decaído, encadenado, hundido.
  • Pérdida de energía para respirar profundamente.
  • Un abatimiento profundamente doloroso.
  • Vacío interior y carencia de auténtico placer.
  • Anulación del interés por el mundo exterior.
  • Inhibición de toda actividad.
  • Pasarse gran parte del día en la cama.
  • Incapacidad para responder.
  • Carencia de entusiasmo interior.
  • Mirada perdida en el tiempo.
  • Pérdida de autoestima.
  • Pérdida de la capacidad de amar.

Posibles causas de la depresión.

Melanie Klein estudió la depresión infantil con niños muy pequeños. Lowen presenta su trabajo con algunas discrepancias.

Si el pecho y la leche de la madre están a disposición del niño el tiempo necesario para satisfacer sus necesidades orales, el destete no genera un trauma, porque la pérdida de este placer se va compensando con otros nuevos. Pero si esta pérdida del placer de mamar y, por tanto, del amor, bienestar y seguridad asociados, se produce en unas condiciones inadecuadas, genera frustración, rabia y hostilidad hacia la madre. Cuando el niño siente que todo ello está perdido y es irrecuperable, lo normal es que se deprima. No acabaremos de entender la reacción depresiva si aceptamos como normales la frustración y la privación infantiles. En nuestra sociedad, con sus exageradas demandas de tiempo y energía a la madre, es inevitable cierto grado de frustración y privación infantiles. Si esta exigencia social tiene prioridad sobre las necesidades del niño, puede ser una fuente de dificultades posteriores.

René Spitz estudió el efecto directo que ejerce sobre el niño la pérdida del contacto físico con la madre. Observó el comportamiento de niños separados de sus madres presas en instituciones penales, a los seis meses de vida. En el primer mes de separación, los niños se esforzaban por recuperar el contacto con la figura materna. Lloraban, gritaban y se agarraban a cualquiera que les diera calor. A medida que esos intentos de recuperar la anterior relación con su madre fracasaban, iban encerrándose en sí mismos. Al cabo de tres meses mostraban un rostro rígido, el llanto había dado paso a una especie de gimoteo y se iban amodorrando. Si persistía la separación, aumentaba esta actitud de retirada, rechazaban todo contacto y se quedaban inmóviles en la cama. Tanto en su actitud corporal como en su conducta, estos niños mostraban las mismas características que los adultos depresivos.

John Bowlby observó los efectos de la separación en bebés y niños que estaban entre los seis y los treinta meses de edad cuando ocurrió la separación de la madre. En todos los casos en los que la separación se prolongó, el niño cayó en una reacción depresiva caracterizada por desapego, falta de respuesta y apatía.

Karl Abraham estudió los pacientes maníaco-depresivos y relacionó la depresión del adulto con una reactivación y un regreso a una “depresión primaria durante la infancia”, por una pérdida de amor y por el odio sentido por el niño hacia sus padres, principalmente hacia la madre. Al tener que reprimir la respuesta instintiva a esa pérdida y este odio, el paciente queda “debilitado y privado de su energía”.

Según Owen, la causa de la depresión es la represión de la emoción.

Visiones clave sobre la depresión.

Según Owen, cuando una persona ha experimentado una pérdida o trauma en su infancia que ha socavado sus sentimientos de seguridad y autoaceptación, se genera en ella una depresión. Su actitud y conducta están impregnadas de falta de realidad en el presente porque vive el presente con su mirada puesta en su pasado.

Y proyectará en su imagen del futuro la exigencia de invertir su experiencia inadmisible pasada. Si de niño experimentó una sensación de rechazo, se representará un futuro lleno de aceptación y aprobación. Si de niño experimentó una sensación de desamparo e impotencia, su mente generará una imagen futura en la que se sienta poderoso y dominante. La mente, en sus fantasías, intenta invertir una realidad inaceptable a base de crear imágenes que ensalcen al individuo e hinchen su ego.

Si una parte importante de su energía se centra en ellas, perderá de vista que su origen está en esta experiencia infantil, dispondrá de poca energía para el día a día y sacrificará el presente en aras de su cumplimiento. En estas condiciones, dichas imágenes se convierten en metas irreales, y por tanto, inalcanzables.

La irrealidad de la persona deprimida se manifiesta en su pérdida de contacto con su cuerpo. No se ve a sí misma tal como es, porque su mente está centrada en una imagen irreal. No se da cuenta de las limitaciones impuestas por sus rigideces musculares, pero estas limitaciones son las que hacen que no pueda realizarse como persona en el presente. No siente sus disfunciones corporales, su menor movilidad y respiración inhibida, porque está con su ego, su voluntad y su imaginación. La vida de su cuerpo, que es la vida en el presente, la descarta como irrelevante porque su atención está puesta en una meta futura que considera la única importante.

Las metas irreales dificultan entrar en relación directa con las necesidades básicas del ser humano.

Todo el mundo necesita amar y sentir que su amor es aceptado y en cierta medida correspondido. El amor y la estima nos relacionan con el mundo y nos dan la sensación de pertenecer a la vida. Ser amados facilita la expresión activa de nuestro propio amor. La gente no se deprime cuando ama. A través del amor uno se expresa y afirma su ser e identidad.

La autoexpresión es otra necesidad básica de todo ser humano, que subyace en toda actividad creativa y es fuente de nuestro mayor placer. La autoexpresión es expresión de sentimientos. Las vías a través de las cuales se expresan los sentimientos son los ojos, la voz y el movimiento corporal. Cuando la persona se halla en un estado depresivo, estas vías se han cerrado, los ojos están apagados, la voz es monótona y la movilidad reducida. El activar cualquier sentimiento, como la tristeza o la rabia, expresándolo con gritos o golpes, tiene un efecto inmediato y positivo sobre su estado depresivo.

Otra necesidad básica para todos es la libertad. La sociedad humana impone ciertas restricciones a la libertad individual en aras de la cohesión social. Pueden ser aceptadas si no restringen en exceso el derecho de autoexpresión. Pero no me refiero aquí a esta libertad exterior, sino a la interior, a la que permite autoexpresarse uno mismo y tener voz en la regulación de los propios asuntos. Hay prisiones interiores, a menudo más poderosas que las exteriores por ser inconscientes, que aíslan y limitan. La persona, mientras sobrevive en esta prisión, devana fantasías de libertad, trama planes para su fuga y sueña un mundo idealizado. Pero estas fantasías le impiden confrontar de manera realista las fuerzas internas que le atan. Antes o después, la ilusión se derrumba, el sueño se desvanece, el plan falla y cuando se encuentra cara a cara con la realidad, el individuo se deprime y desespera.

Las ilusiones nos llevan a metas, expectativas y a recompensas poco realistas: riquezas, éxitos, fama. Solemos creer que los ricos son unos privilegiados. Pero el rico se deprime tanto como el pobre. El dinero no da las satisfacciones internas que hacen que la vida merezca ser vivida. En muchos casos, la tendencia a ganar dinero justamente nos empobrece porque desvía nuestra energía de actividades creativas y autoexpresivas.

El éxito y la fama obedecen a otra motivación. Se basan en la ilusión de que aumentarán nuestra estima y nos ayudarán a lograr esa aceptación y aprobación que parece necesitamos de los demás. Pero estos logros aparentes aportan bien poco a la persona interior. Muchos triunfadores se han suicidado en la cumbre del éxito. Con la fama, pocos han encontrado verdadero amor y han superado la sensación interna de soledad. No muchos son los aplausos y ovaciones que llegan al corazón.

El verdadero objetivo que hay tras la lucha por el dinero, el éxito o la fama es la autoaceptación, la autoestima y la autoexpresión. Este anhelo profundo quedó marcado a fuego durante la infancia buscando la aceptación de los padres, transferido más tarde a los demás. La verdadera vida se vive en un nivel mucho más interior y personal.

Si queremos encontrar a la verdadera persona tras la fachada de su conducta social, tenemos que mirar su cuerpo, sentir sus sentimientos y entender sus relaciones. Sus ojos nos dirán si puede amar, su cara si es autoexpresivo y sus movimientos si dispone de libertad interior. Cuando estamos en contacto con un cuerpo vivo y vibrante, sentimos enseguida si estamos ante “Alguien”, sin tener en cuenta su posición social. La vida se vive realmente en este nivel personal donde un cuerpo se relaciona con otro o con su entorno natural.

Si pensamos que podemos autoaceptarnos, autoestimarnos y autoexpresarnos con fuentes externas a nosotros, con todos los adelantos materiales y tecnológicos, nos veremos lamentablemente desilusionados, y posteriormente deprimidos.

Persona autodirigida o heterodirigida.

Podemos ahondar nuestra comprensión sobre la depresión si distinguimos las personas autodirigidas de las heterodirigidas, las que se dirigen desde su interior de las que se dejan dirigir desde fuera. Éstas son más vulnerables a la depresión que aquellas.   

La persona autodirigida no se deja influir fácilmente por el entorno. Su personalidad tiene orden y estabilidad interna. Descansa en la solidez de la autoconciencia y autoaceptación. Se sostiene sobre sus propios pies y sabe dónde está.

La persona heterodirigida carece de estas cualidades, tiende a depender y necesita apoyarse emocionalmente en otros. Si pierde este soporte, se deprime. Sus necesidades infantiles de apoyo, aceptación y experiencia de contacto físico y calor no fueron satisfechas. Al sentirse insatisfecha, no tiene razones para tener fe en sí misma ni en la vida.

Mientras la persona autodirigida pone su fe en sí misma, la heterodirigida la pone en los demás, arriesgándose así a una decepción constante. Vive con la esperanza inconsciente de que los demás reconozcan su valor y le respondan con amor, aceptación y ayuda.

La persona autodirigida actúa y hace las cosas para y como expresión de sí misma. Se realiza a través de su respuesta al mundo, no de la respuesta del mundo a ella. Fueran las que fueran las necesidades insatisfechas que tuvo de niño, no espera ahora que los demás se las satisfagan.

A menudo las apariencias engañan. La persona heterodirigida con frecuencia aparenta que los demás le necesitan y cree así que es independiente. Pero es una indicación clara de que la persona está dirigida desde fuera. Bajo esa fachada de autosuficiencia, intenta satisfacer su necesidad de dependencia, mientras se engaña a sí misma y a los demás. La persona que expresa abiertamente su necesidad de dependencia no es tan propensa a deprimirse como la que la esconde bajo una máscara de independencia.

Estos dos tipos de personalidad también se diferencian en la forma cómo reconocen sus problemas y definen sus deseos. La persona autodirigida sabe lo que quiere, con autoconciencia, y lo expresa de forma concreta: “Siento que me estoy forzando demasiado y necesito parar”, “Mi cuerpo está tenso y respiro muy superficialmente, necesito abrirme”. La persona heterodirigida no puede hacerlo. Sus demandas son generales, amplias y poco claras, como “Quiero amor”, “Quiero ser feliz”, lo cual indica que le falta un fuerte sentimiento, autoconocimiento y centrarse.

La autodirección interior viene dada por un sentimiento fuerte que sólo permite un curso de acción. Esto no significa que la persona autodirigida esté dominada por un solo sentimiento y que se mueva en una sola dirección. Tal actitud implicaría rigidez, que se vendría inevitablemente abajo cuando la persona no pudiera mantener la necesaria tensión. En una persona sana, los sentimientos cambian constantemente. Se puede estar disgustado y amable, triste y después alegre. Cada emoción fuerte crea una nueva dirección que es la respuesta personal del organismo a su entorno. Toda emoción auténtica es una expresión directa de la fuerza vital que existe dentro de la persona.

Lo que normalmente uno siente son las diferentes emociones. Cuando se actúa con emoción o con un fuerte sentimiento, se actúa con fe: fe en la validez de los propios sentimientos y fe en uno mismo.

La persona que carece de fe ha suprimido todas sus emociones fuertes y las ha sustituido por un conjunto de creencias o ilusiones que guían y dirigen su conducta. Si un estudiante radical cree que la violencia es la única forma de derrocar el sistema establecido al que ve como opresor, reunirá mucha energía y evocará lo que pueden parecer sentimientos auténticos. Pero éstos no son personales. No está enfadado a causa de un insulto personal, o triste por una pérdida personal. Ha dejado a un lado sus sentimientos personales por lo que él cree que son las necesidades de los demás. Esta acción revela que es una persona dirigida desde fuera. Si la causa por la que lucha, sufre un revés, puede caer en depresión.

Antes de preocuparse por otros, nuestra primera preocupación debería ser la de nuestro propio bienestar. Si cada cual pudiera valerse por sí mismo y satisfacer sus propias necesidades, el mundo marcharía indudablemente mejor. La persona autodirigida no es egoísta. Está centrada en sí misma, y ello le permite darse cuenta de que depende del bienestar del resto de su comunidad. Y es realmente humanitaria, porque es consciente de su propia humanidad, de su propio ser como persona.

Si la sociedad tiene la culpa de las desgracias que me ocurren, es ella quien debería resolver mis problemas, pero como la sociedad son los otros, nadie se siente personalmente responsable. Puesto que la sociedad es una entidad vaga que carece de verdadero poder, desplazamos la carga de todos nuestros males personales y sociales al gobierno. Es difícil imaginar cómo el gobierno puede ayudarnos a superar nuestras depresiones, curar nuestras tendencias esquizoides, protegernos contra la ansiedad, etc. Cuando los ciudadanos, uno a uno, olvidan su responsabilidad personal de mantener limpia la comunidad, en orden y segura, es difícil que el gobierno pueda proporcionar siquiera los servicios esenciales. Creer que todo lo que tiene que hacer el gobierno es proporcionar más dinero y que con eso se arreglarán todos los problemas sociales, es una ilusión. Esas ilusiones son de una persona heterodirigida.

Una combinación de fe y responsabilidad personal es el núcleo de todo sistema religioso. Si el individuo no asume la responsabilidad de defender la moral y los principios éticos que dan sustancia vital a las creencias religiosas, la fe religiosa no tiene sentido. La fe y las creencias forman un todo integral cuando ambas forman parte de la vida diaria. Entre los que poseen esta combinación hay mucha menos tendencia a la depresión.

Y para los que se han deprimido poseyendo esta combinación de fe y responsabilidad personal, la conclusión es que su esfuerzo no salió del corazón, no lo hicieron por su propio valor, sino como medio para lograr aprobación y aceptación. Esta responsabilidad engañosa es totalmente distinta de la sincera creencia religiosa por la que cada individuo maduro es responsable ante sí mismo y ante Dios de lo que hace con su vida. El coraje de la gente auténticamente religiosa para afrontar dificultades impresionan. Pero posturas tan firmes son poco corrientes hoy día. 

Conclusiones de Alexander Lowen.

Una persona se deprime cuando no vive con los pies en la tierra, carece de fe en sí misma y ha entregado su independencia a cambio de la promesa de satisfacciones por parte de los demás. Ha invertido sus energías en su intento de realizar un sueño imposible. Su depresión significa su quiebra y desilusión. Pero si la entiende y maneja de forma adecuada, la depresión puede abrir el camino hacia una vida mejor.

Muchas personas han logrado superar su depresión con la ayuda de una terapia que les ha puesto en contacto con sus sentimientos, con su ser interno, les ha ayudado a recuperar cierto equilibrio e independencia, y les ha vuelto a orientar hacia el yo personal. Cuando el resultado es positivo, la persona termina por restablecer la fe en sí misma. Si quiere superar su tendencia depresiva, tendrá que terminar por ser una persona autodirigida.

Estas ideas de Lowen, generan en mí los siguientes comentarios:

Transferir los problemas a los demás y exigir su solución, es señal de que la persona está dirigida desde fuera. ¿Cuándo en la vida se da, de una forma natural, el poder sobre uno mismo a otros? Pues, cuando se es niño y el poder sobre uno está en los padres. Si siendo adulto, doy la culpa de lo que me ocurre a otros, les doy el poder sobre mí, lo que corresponde a una actitud infantil que hay en mí siendo adulto. En esa parte de mí, no he madurado, no he crecido. No tomo yo la responsabilidad (habilidad para responder) de mí en mí.

El culpar a otros de mis desgracias, es, pues, una señal de que algo doloroso ocurrió en mi infancia. Por haberme cogido por sorpresa, por no haber tenido en ese momento los recursos necesarios para procesarlo y soltarlo, por haberlo vivido en soledad y por no haber podido expresarlo, ¡Me lo tragué! De este hecho doloroso, me tragué todas las imágenes, todos los sonidos, todos los olores, amarguras y asperezas. Y me tragué todas las energías asociadas a esas memorias, con sus diversas tonalidades de rabia, odio, miedo, tristeza, asco, etc. ¡Todo eso me tragué!

¿A dónde fue a parar todo eso que me tragué? A un sótano profundo, oscuro, a un lugar recóndito del que no quiero acordarme, que a veces me sale llamarle “inconsciente”, pero que cuando lo nombro así, suelo decirlo en un tono despectivo, como si fuera un basurero maloliente y putrefacto que, cuanto más lejos esté de mí, mejor. A todo este proceso de tragarse memorias y energías de un hecho doloroso que no he podido procesar ni liberar, hasta almacenarlas en mi “inconsciente”, lo suelo llamar “Reprimir emociones”. Al hacerlo, al someterlas al ostracismo, quiero creer que ya las tengo bajo control. ¿He resuelto así mi malestar?

Veamos. A medida que vivo, experimento emociones, y voy acumulando memorias y energías de los hechos dolorosos no procesados ni liberados, en mi “inconsciente”, como si fuera un congelador, un cúmulo de desechos plásticos en el océano o un estercolero.

Mi tendencia a despreciarlo, me impide verlo, y menos mirarlo. ¿Es por mi ignorancia? ¿Es porque siento que algo en él está fuera de mi control? ¿Es porque tengo miedo a enfrentarme a algo desconocido e intuitivamente doloroso? La palabra “emoción” connota “energía” y “movimiento”. Todas esas energías asociadas a las memorias de aquel hecho doloroso ¿Se van a quedar quietas en este oscuro “inconsciente” hasta la eternidad, cuando las características esenciales de la energía son su agilidad, fluidez, rapidez y su capacidad de transformarse y de conectar? Puede que permanecieran congeladas un tiempo, dormidas como ciertas brasas entre cenizas, o como el estiércol, esperando a fertilizar la tierra. Hasta que, súbitamente, sucede un hecho cuya energía sintoniza y conecta con ellas, las despierta y las hace revivir. A lo largo de la vida suceden muchos hechos en los que aquella remota y aparentemente olvidada experiencia revive de nuevo y se manifiesta dolorosa y repetitivamente en forma de depresión para recordarme que aún está ahí en mí. Su insistencia es para que me dé cuenta de su existencia y permanece así en mí hasta que yo decida buscar ayuda, encuentre la causa, deshaga el nudo y pueda, así, liberarla de mi prisión.

Visto así, mi “inconsciente” es mi tesoro más inconscientemente temido y escondido que contiene las claves de mi bienestar y salud.

¿Por qué me cuesta tanto darme cuenta? Porque entrar en mi “inconsciente” supone entrar en contacto, aunque sea sólo por un momento, con algo muy doloroso para mí. Yo persigo y disfruto todo lo que me da placer, y rehúyo y sufro todo lo que es dolor. Por propia iniciativa, no me moveré sólo para reencontrarme con mi dolor. Pero puedo hacerlo acompañado de un profesional especial en quien confíe.

Las Constelaciones Familiares facilitan toda esa tarea de forma sustancial.

Intensifica el valor transformacional del Coaching y la Psicoterapia.

Danza Primal y Coaching Corporal.

Daniel Taroppio, señala que “sólo un abordaje integral, que incorpore el cuerpo, el lenguaje, la energía y las interacciones personales, puede hacer del coaching y la psicoterapia verdaderos métodos de transformación personal y organizacional”.

¿Por qué nos referimos concretamente a estos ámbitos profesionales?

Veamos. Es habitual escuchar que durante las sesiones de coaching o de psicoterapia, las personas muchas veces dicen lo que piensan y sienten, pero otras -consciente o inconscientemente- diluyen o esconden en el discurso la intensidad de sus emociones. No obstante, aún con esas “manipulaciones”, las personas todo el tiempo se están comunicando a través de la palabra, de la energía, de la emoción y de la corporalidad. Lo positivo es que toda esta información está allí, a disposición quien consulta y del coach. Lo negativo es que no siempre es tenida en cuenta o se le da la relevancia que tiene.

Curioso o no, incluso cuanto mayores son las capacidades lingüísticas de una persona disociada de su cuerpo, mayor puede ser su capacidad para desvirtuar y ocultar su propia emocionalidad, y esto, inexorablemente, le lleva a una existencia frustrante. Ahora bien, para que esas personas recuperen su vitalidad y su energía vibrante es necesario que los profesionales estén preparados para detectar esos bloqueos, y para acercarles metodologías simples que les permita trabajar naturalmente en su integración lingüística, corporal y energética.

Esa preparación profesional de la que hablamos exige trabajar, vivenciar y experimentar esa conciencia corporal y esa integración -en primer lugar y en primera persona-.

Por ejemplo, la toma de conciencia de los propios movimientos primordiales: gestos, posturas, miradas, respiración y energías que proyecta y recibe de otros, permite darse cuenta que es posible enriquecerlos conscientemente, liberando y expandiendo todas las capacidades sensitivas y expresivas del organismo.

El objetivo es aportar el entrenamiento y las herramientas necesarias para que coaches y/o psicoterapeutas conozcan su propia corporalidad y emocionalidad y, desde allí, sean capaces de percibir -en presencia y por resonancia- si los movimientos de las personas conllevan un flujo natural y coherente de sus energías y emociones, o para detectar si tiene algún tipo de bloqueo y ayudarles a liberarse de él.

Para ello se abordan distintas disciplinas de trabajo:

  • Dimensión lingüística: Lingüística Primordial.

Una disciplina que trabaja sobre la forma en que la palabra determina los estados corporales-emocionales, las relaciones interpersonales y viceversa.

  • Dimensión corporal-energética: Movimiento Primordial.

Permite trabajar con nuestra corporalidad, estado emocional, afectividad y creatividad. Constituye un método de trabajo psico-corporal, que permite a coaches y terapeutas percibir los bloqueos emocionales-energéticos en sus consultantes y acompañarlos en el proceso de liberación.

  • Dimensión meditativa: Meditación Primordial.

Es un trabajo respiratorio, de relajación y aquietamiento mental. Nos permite objetivar los propios procesos mentales, de manera que, en lugar de funcionar a través de patrones inconscientes, podamos convertirlos en objetos de nuestra percepción y des-identificarnos de ellos.

La integración de Lingüística y Movimiento Primordial brinda al coach o psicoterapeuta un doble aporte. En primer lugar amplía y profundiza su mirada, al permitirle percibir desde una sensibilidad expandida la corporalidad de quien consulta, integrada o disociada de su lenguaje verbal. En segundo lugar, le brinda una metodología que cuenta con ejercicios específicos para trascender esta disociación y colaborar en la integración psicofísica y emocional de cada coachee y/o paciente.

Para coaches y psicoterapeutas, entre otras cosas, integrar el Movimiento Primordial en la propia corporalidad significa:

  • Conocer la disociación de su cuerpo y aprender a asociarse, expresando sus sentimientos y emociones corporalmente.
  • Recuperar las capacidades básicas que ha ido perdiendo, producto de la socialización, a través de sus movimientos naturales.
  • Comprender la propia modulación emocional -el arte de equilibrar la consciencia y expresividad de las emociones sin perderse en ellas; sin disociarlas, reprimirlas o negarlas-.
  • Desarrollar espacios de silencio, quietud y serenidad interior, desde los cuales desplegar una nueva mirada acerca de sí y de su mundo.

Con sus clientes:

  • Potenciar el trabajo lingüístico permitiendo el despliegue de procesos de transformación más efectivos y profundos, a través de la aplicación de metodologías corporales-energéticas, realizando un proceso de desbloqueo y liberación corporal-emocional-energética.
  • Deconstruir los patrones de pensamiento disfuncionales, articulando lenguaje y cuerpo para lograr que la palabra organice y exprese auténticamente el estado interior de las personas y les permita descubrir todas las posibilidades que les ofrece una situación.

Acompaña a tus clientes a elegir de qué forma quieren crear su mundo personal y relacional haciendo conscientes sus dinámicas emocionales.

Coaching para Músicos: 5 prácticas para superar el miedo escénico.

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Coaching para Músicos.

5 prácticas para superar el miedo escénico.

Un entrenamiento completo para que disfrutes delante del público.

Estoy segura de que quieres sentir confianza y disfrutar en el escenario. Eres bueno: lo que haces lo haces bien, muy bien. Quieres que te vean, que te reconozcan, que te paguen por ello. Te hace feliz que otros disfruten con lo que haces o con lo que enseñas. Sabes que tienes algo único para compartir. Y quieres darlo.

¿Por qué te quedas paralizado? ¿Qué cable se suelta dentro de ti en ese momento? ¿Cómo puedes volver a conectarlo? ¿Qué hechizo se activa cuando estás delante de toda esa gente y las manos no te responden, se te agita la respiración, tu mirada se nubla y entras en un túnel en el que no percibes nada (sólo tu miedo)? ¿Se puede salir de ese túnel?

El miedo escénico o ansiedad escénica es un trastorno que altera tu percepción y tu funcionamiento en situaciones en las que crees que lo que haces o tú mismo vais a ser juzgados. Es una reacción desproporcionada, desajustada y poco funcional. Yo he sentido miedo -pavor, diría- cantando en un curso, entre compañeros y amigos. Para ti puede ser una oposición, una exposición en público o una conversación comprometida.

El miedo puede ser previsible si no conoces la materia o no tienes las herramientas necesarias. Pero si eres músico, es más normal que te hundas por exceso de preparación, unas expectativas no realistas o el miedo al error y sus consecuencias.

Fantasía versus realidad.

Continuamente proyectamos catástrofes concretas o terrores ambiguos que vivimos como una realidad dentro de nosotros. Nos catapultamos hacia el futuro o nos quedamos pillados en el pasado, siempre fuera del momento actual. Nuestra mente se dispara y se desata una tormenta corporal. ¿Alguna vez has sentido que sales de tu cuerpo, que estás helado, sudas y no ves como volver? ¿Que te traga un agujero? Una violinista me lo describió así: “Subo al escenario y entro en un túnel. Toco y no sé lo que está pasando. Sólo quiero acabar cuanto antes. Cuando termino no tengo ni idea de lo que he hecho”.

Cuando eso pasa estás vendido. Además de miedo puedes sentir cabreo y frustración, tristeza, apatía, un bajón de energía importante y muchas dudas.

En el caso de los músicos o de aquellos que se enfrentan a un público tras mucho esfuerzo y preparación, hay una tensión entre la fantasía y la realidad que puede ser paralizante. Pensamos que la preparación exhaustiva es garantía de perfección y la perfección garantía de control. Tú ya sabes que la perfección y el control absoluto no existen. Lo sabes intelectualmente. Sin embargo, ¿sabes cómo lidiar con la realidad de exponerte ante otros en toda su crudeza?

  • La realidad es imprevisible. Te preparas porque es lo que tienes que hacer, pero la preparación no garantiza el éxito.
  • La realidad es incontrolable. Lo que tú tienes es la capacidad de actuar y responder.
  • La realidad es inestable e incierta. Del mismo modo que lo eres tú.

Si reconocieses en ti sensaciones como la estabilidad, la apertura, la flexibilidad o la dirección sabrías cómo encontrar apoyo en la incertidumbre.

Sólo entender no es suficiente.

Por muchas vueltas que le des, el encuentro con la realidad al subirte a un escenario y mostrarte ante el público es algo físico.

El cuerpo es tu gran aliado en este encuentro con la realidad. Te cuenta lo que está pasando aquí y ahora. Un gran descubrimiento es cuando te das cuenta de que lo que te cuenta tu mente -cuando se dispara- puede no coincidir en absoluto con lo que te cuenta tu cuerpo.

Yo tuve un antes y un después en mi historia con la ansiedad hace unos años. A oscuras en una habitación, sin saber donde estaba, ni con cuantas personas ni durante cuanto tiempo iba a estar allí tuve un instante de lucidez en el que vi que mi mente empezaba a entrar en pánico pero mi cuerpo estaba tranquilo: “Respiro, estoy cómodamente sentada, nada malo pasa alrededor, estoy segura, estoy bien”. Después he tenido esta experiencia muchas veces.

Esta certeza física es sorprendente. Si la exploras llegas a percibir tu cuerpo con mucha claridad. Te conviertes en un gran órgano de percepción y tomas mediciones más realistas acerca de lo que sucede en ti, en el escenario y a tu alrededor. Ganas auto-control. Ganas conexión. Es mucho más fácil manejar la incertidumbre.

Este es un buen momento para revisar tu archivo de creencias, juicios y expectativas. La indagación y el análisis tienen ahora mucho más sentido. Son más efectivos porque se apoyan en una experiencia sensorial y van seguidos de una acción práctica que refuerza esa experiencia positiva.

La transformación definitiva llegará a través de la acción. El auto-control y la capacidad de dirigir tu energía física te darán mucha claridad. Llevado a un escenario podrás sentir lo que necesitas hacer en ese momento y sabrás cómo hacerlo. Te adentrarás en un estado que se asemeja a un estado de flujo, en el que la conexión contigo, con tu instrumento, con la música y con los demás será total. 

Cinco prácticas que te preparan para superar tu miedo escénico:
  1. Siente tu miedo. El miedo lo puedes sentir en tu cuerpo. Si te paras un momento y cierras los ojos, puedes describir dónde está y cómo lo sientes. La experiencia demuestra que en el momento en que prestas atención a las señales, estas se suavizan y cambian en algo diferente.
  2. Nombra tu miedo. El miedo tiene mil caras pero no todas son tuyas ni todas te tocan por igual. Apenas un par de ellas te encogen hasta la última fibra. Ponle nombre. Ponle cara. Míralo de frente con todo tu respeto, de igual a igual.
  3. Sostén la intensidad emocional. Una buena conexión con tu cuerpo te dará la fortaleza física y estabilidad mental necesarias para sostenerte en la incertidumbre y la exposición.
  4. Ponte a dieta. Mira a ver de qué te alimentas física, mental y espiritualmente y toma decisiones para comer de lo que te da fuerza y cortar con lo que te la quita.
  5. Atraviesa el miedo. El miedo no se lucha, ni se vence. El miedo se atraviesa. Es un viaje de transformación. Especialmente en los momentos en los que quieres que todo acabe cuanto antes, abrázate con fuerza y sigue tu camino.
Una preparación integral para lograr confianza ante el público.

Si vives algo parecido, una buena preparación para tocar en el escenario te ayudará. A continuación comparto contigo cinco puntos clave que, en mi experiencia, transformarán tu miedo en oportunidad, por increíble que parezca:

  1. Rompe el tabú. Hablar de ello no te hace menos profesional. Al contrario, te convierte en un profesional que se ocupa de su crecimiento y su carrera.
  2. Encuentra ayuda. Igual que buscas un maestro para crecer musicalmente, busca un profesional que te enseñe a fortalecer tus otras capacidades: consciencia corporal, concentración, comunicación, organización, presencia escénica, etcétera.
  3. Crea tu fórmula. No existen recetas que valgan para todos ni la tecla que lo resuelva todo. Tienes que armar tu propio puzzle: conocer tus piezas, montar y desmontar, probar encajes, desarrollar tu propio criterio.
  4. Actúa. Hablar, analizar, reflexionar, leer pueden ser un punto de partida. Pero si no lo pones en practica, esa información puede paralizarte. Es en la práctica donde armas el puzzle (y donde sientes que te la juegas).
  5. Fúndete a tu cuerpo. El gran olvidado será en esto tu gran aliado. La confianza, la expansión y el estado de flujo son, en primer lugar, estados corporales.

Este entrenamiento profesional para músicos combina la Técnica Alexander y el Coaching Ontológico con una intuición muy certera acerca de lo que es tu tema y tu plan de desarrollo profesional.

¿Puedes salir de este túnel? Puedes. Saldrás tan fortalecido que disfrutar en el escenario dejará de ser algo con lo que sueñas y la confianza ante el público dejará de ser un acto de fe: “He estudiado, me he preparado, debería funcionar, tiene que ir bien”. Ahora confías y disfrutas porque sabes todo lo que supone subirse a un escenario, ser visto y dejarte ser y hacer.

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Eneagrama: una herramienta poderosa para el liderazgo.

La mayoría de los líderes de gestión y los mandos intermedios en cualquier organización o empresa tienen un rol 360º. Es decir, son parte de complejos procesos técnicos y también responsables de la gestión de personas; son ellos los que asisten a reuniones de todo tipo: con superiores, pares, equipos, clientes, proveedores, etc. Agotador y desgastante, cierto. Sin embargo, hay una herramienta que puede facilitarles muchísimo no sólo la autogestión personal y profesional, sino también la gestión de los demás.

A propósito de esto, hablábamos un artículo anterior del Eneagrama de la personalidad. Describíamos también los 9 Eneatipos: perfeccionista, altruista, triunfador, individualista, observador, leal, entusiasta, justiciero y pacificador, y la presentábamos como una potente herramienta de autoconocimiento. No obstante, aunque esa es su finalidad primera, no es la única.

El Eneagrama es una herramienta versátil, certera y útil para un sinfín de profesiones y ámbitos.

En el caso de los líderes, por ejemplo, les permite hacer virtuoso su círculo de actuación. Como hemos dicho, por un lado les facilita conocerse a sí mismos: sus mecanismos internos, sus patrones de pensamiento y sus creencias básicas, sus fortalezas, talentos, ventajas, limitaciones y dificultades. Por otro, con igual certeza, les permite reconocer las distintas personalidades de la gente que les rodea; si son emocionales, racionales o más intuitivos; qué los mueve, y cuáles son sus virtudes, fortalezas y debilidades.

Intentaré ponerlo más simple. Cada líder responde a uno de los 9 Eneatipos al igual que cada uno de sus pares, superiores, socios, clientes, y los miembros de su equipo. Ahora bien, el hecho de reconocer a qué tipo de personalidad responde cada uno les da acceso a información muy valiosa. Entre otras cosas, qué pasión los rige y qué patrones utiliza para relacionarse consigo mismo y con los demás. Esto significa que el líder, además de saber de sus propias luces y sombras, puede conocer las luces y las sombras de las personas con las que interactúa cada día; entonces, podadecuar su comunicación, lograr un mejor entendimiento, evitar confrontaciones y generar relaciones más sólidas y sostenibles.

Veamos un ejemplo. Tenemos una reunión con el director, Eneatipo 1 –el perfeccionista- para presentarle un nuevo proyecto. Es decir, que cuando está en su esencia -en su luz- es relajado, flexible, generoso, y nos exigirá de perfección, argumentos sólidos y concreción. Pero claro, esto no siempre es así. En su patrón egoico -en su sombra- se vuelve impaciente, malhumorado, controlador, poco empático y de pensamiento dual: “blanco o negro”. Ignorar esta información podría situarnos en una situación desconcertante. Por ejemplo, puede que intentemos dar largas explicaciones o que esperemos que nuestra cortesía sea devuelta. Al conocer la herramienta, sabremos qué hacer (y que no).

Por todo esto, cuando el líder la incorpora en su quehacer profesional, su autogestión emocional, las relaciones con los demás y el clima laboral en general mejoran.

Veamos un par de ejemplos más, que entiendo que son una posibilidad para ampliar la perspectiva desde lo pequeño.

¿Cómo motivar a un empleado del tipo 7 -el entusiasta, el divertido? Veamos. Cuando está en su esencia, es una persona encantadora positiva, alegre, curiosa y gran comunicadora. Incluso será capaz de hacer reír y cambiar el humor de los que están alrededor. Para motivarse necesita “chispa”, novedad, desafío, futuro y emoción. Cuando entra en la rutina, este Eneatipo cae en su sombra o en su patrón egoico; entonces se vuelve disperso, impulsivo, hiperactivo e inmaduro; una especie de niño travieso encerrado en el cuerpo de un adulto.

Ahora bien, ¿y si el empleado fuera un Eneatipo 5 -el investigador, el observador? Su miedo mas básico es sentirse incapaz, por lo que se especializan mucho en un cosas específicas. No importa lo que le digamos sobre algo. Son ellos los que buscarán examinar y descubrir por sí mismos. No obstante, tanta seguridad es una máscara de lo que realmente sienten: inseguridad. Son introspectivos y están cómodos en su micro-mundo. Lo curioso es que la tendencia natural de un líder sería intentar integrarlo más al equipo y esto es un error. Si lo que deseamos es motivarlo, entonces debemos potenciar lo bueno que tiene. Lo ideal sería respetar su espacio y darle tareas rutinarias o de investigación y acorde, en la medida de las posibilidades, a sus conocimientos concretos.

Los ejemplos son pequeños cuando las revelaciones del Eneagrama son tantas. Por supuesto que no es algo tan simple de aprender, pero una vez el primer contacto no deja de invitarnos a descubrir más, más y más. De hecho, es probable que nos encontremos intentando deducir a qué Eneatipo pertenecen los personajes de una película o, en nuestro ámbito más íntimo, intentemos identificar a qué tipo de personalidad pertenecen los miembros de la familia. Esos son los momentos en los que la información del Eneagrama empieza a fluir de forma natural. En otras palabras, empezamos a observar/nos y entender/nos en vez de mirar/nos y juzgar/nos.

Neuroventa aplicada: secretos para un cierre de ventas exitoso.

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Neuroventa aplicada.

¿Hay secretos para un cierre de ventas exitoso?

Podríamos hablar de los 3, 4 ó 5 secretos para lograr un cierre de ventas exitoso. Podríamos incluso jugar a deducir ese “secreto” citando algunas de las reflexiones de los más reconocidos vendedores de la historia. Sin embargo, empezaremos diciendo que no existe tal revelación. Un cierre de ventas exitoso es producto de un buen proceso de negociación previo; nunca se refiere a una estrategia única y magistral de último momento.

Veamos. Gracias a la neurociencia, hoy sabemos que el que interviene en todos los procesos decisorios es el cerebro y, en tal sentido, resultan fundamentales los mecanismos que permitan conocer el cerebro del consumidor para saber qué piensa, qué quiere y, sobre todo, qué le emociona. Efectivamente, el hecho de conocer la forma en la que toma sus decisiones de compra es el actual paradigma sobre el que se diseñan nuevas técnicas de ventabasadas en el revelador concepto de la neuroventa. Repasemos algunas cuestiones fundamentales.

Aproximadamente el 95 % de las decisiones que tomamos cada día son inconscientes.

Por ejemplo, Coca-Cola no vende una bebida azucarada; vende momentos únicos de felicidad. Steve Jobs no vendía ordenadores; vendía status y practicidad a partir de contar todo lo que podíamos hacer con ellos. Esto significa que compramos sensaciones, experiencias placenteras, bienestar, confort, simplicidad, etc. Por ello, a la hora de vender algo tan específico como podría ser una silla, en vez de apelar a cuestiones técnicas, deberíamos pensar en qué sensación podemos transmitir; por ejemplo, un alivio para el dolor cervical.

La mayoría de las cosas las compramos por instinto y cada una de esas decisiones busca el placer y huye del dolor.

Básicamente, el cerebro reptiliano no tiene compasión ni empatía. Sólo entiende de conceptos antagónicos que hablan de recompensa o dolor; premio o angustia y ese es el motor que mejor nos mueve. Sin embargo, la promesa del dolor es tres veces más efectiva que la del premio. En otras palabras, nos movemos mucho mejor por miedo al dolor que por gusto por el placer.

El cerebro de los hombres y el cerebro de las mujeres son diferentes, están movidos por distintas cosas y existen estrategias basadas en mecanismos para venderle a uno o a otro.

Y esto también es así, aunque la cultura y la evolución “hayan matizado” esos instintos. Existen diferencias entre el cerebro reptil femenino y masculino y los instintos entre unos y otros. Mientras las mujeres tienen un instinto higiénico, reproductor y protector; los hombres tienen un instinto proveedor y reproductor.

Todos estos ítems que hemos repasado son algunas de las revelaciones que nos ha facilitado la neurociencia y parecieran una invitación a evolucionar de “vendedor” a “asesor” y de “vender” a “vender sin vender”. Efectivamente, un asesor no nos vende un producto o servicio de forma pura y dura, sino que nos ayuda a resolver un problema, a sentirnos mejor y a experimentar las bondades que conseguiremos con esa adquisición; incluso aunque tengamos que pagar un coste por ello.

Ahora bien, ¿cómo logramos transmitir esas sensaciones?

Entre otras cosas, sabiendo que el cerebro humano cuenta con el Neocórtex que es el que se encarga de racionalizar ese altísimo porcentaje de decisiones que tomamos inconscientemente; es el que explica -por ejemplo- por qué compramos una pasta de dientes en vez de otra (por el aliento fresco, porque blanquea, porque previene la caries, etc.). Es decir, este cerebro racionaliza una emoción y puede sentir algo, con sólo imaginarlo. Esta información, entre otras, supone una herramienta invaluable para un asesor siempre que aprenda cómo utilizarla.

De alguna manera, todo lo que hemos venido mencionando es información científicamente comprobada que nos permite llegar al cliente de una forma más efectiva, pero siempre desde la integridad, transparencia y autenticidad. Sólo de esta forma es posible generar relaciones comerciales a largo plazo basadas en el compromiso, la confianza y la empatía. 

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