Como habíamos mencionado en el artículo anterior, el Eneagrama es un sistema de conocimiento y desarrollo personal profundo y preciso que nos muestra 9 modelos prototípicos de personalidad o eneatipos que suponen -entre otras cosas- 9 formas diferentes de pensar, sentir y actuar. Está representado por un símbolo formado por tres figuras superpuestas: un círculo, un triángulo equilátero y un hexágono, que encierran mucha información. El contacto de las formas geométricas con el círculo refiere nueve puntos o personalidades con conexiones dinámicas a través de las flechas.
En el gráfico podemos identificar nuestro punto básico, nuestro mapa de la realidad y, a través de las flechas nuestro camino de crecimiento y desarrollo específico. De hecho, como herramienta de autoconocimiento, nos muestra los caminos que podemos emprender para crecer hacia una mayor consciencia y bienestar vital, poniendo en marcha nuestros propios dones, capacidades y habilidades.
Sobre los tres centros de inteligencia del Eneagrama.
El autoconocimiento nos permite reconocer cuál de esas tres inteligencias es la que tiene mayor peso en nuestra forma concreta de afrontar la vida, los problemas, la toma de decisiones, o la forma de relacionarnos; nos permite comprender qué es lo que nos motiva, por qué actuamos como actuamos y cuál es nuestra estrategia vital. Además, nos facilita identificar nuestras áreas ciegas, esas que repetidamente nos causan problemas y frustración. Tomando de referencia la ilustración, entonces identificamos esos centros de la siguiente forma:
- A la izquierda los más mentales 5, 6 y 7.
- A la derecha los más emocionales 2, 3 y 4.
- En la parte superior los más viscerales 8, 9 y 1.
Son tres Eneatipos por cada centro. Esto significa que aunque tienen la misma búsqueda de fondo y la emoción subyacente en común, cada uno de los 3 lo manifiesta en forma diferente.
En tal sentido, el autoconocimiento, como mencionábamos, pasa por identificar nuestras tres inteligencias y descubrir que están inexorablemente unidas, que se influencian entre sí, y que es el equilibrio de estas sabidurías es lo que nos hace crecer. Es decir, el objetivo es que lo que pensamos, lo que sentimos y cómo actuamos esté en coherencia.
Un breve ejemplo de cómo es el camino de desarrollo de un tipo 1.
El Eneatipo 1 -en su lado más negativo- procede de forma correcta, rígida e inflexible. Por ello, la flecha señala que su primer movimiento tiene que ser al punto 7; hacia la flexibilización, hacia las opciones y el disfrute de la vida. Una vez integrada esa parte, entonces vuelve a su tipo energizado/a para dar el paso siguiente y visitar el tipo 4 que es cuando reconecta con sus emociones y su corazón.
Es decir, lo que el Eneatipo 1 tiene que integrar es todo aquello que cada día resigna en pos de cumplir con lo que tiene que hacer. Cuando lo consigue, entonces está en equilibrio y es capaz de resolver el problema que sea, incorporando y reconectando con lo que siente y con lo que sienten los/las demás.
No obstante, cabe aclarar que no es que un tipo 1 carezca de capacidad de disfrute o diversión; de hecho es probable que la manifieste cuando está en un momento de distensión -sin obligaciones-. Cada tipo contempla ambos lados, sólo que en su crecimiento se ha sesgado más hacia uno que hacia otro. Lo maravilloso es que cuando toman conciencia y se dan cuenta de ello, entonces dejan de rechazarlo y le dan la bienvenida integrándolo en sano equilibrio.
Algo curioso que nos señala Gema de la Rosa, nuestra referente en esta herramienta, es que al inicio del Curso Avanzado de Eneagrama a muchas personas les resulta más simple asociar los eneatipos con la gente más cercana de su entorno que con ellos/as mismos/as. No obstante, la dinámica del curso está dada de forma tal que esa curiosidad -mucho antes que después- se vuelva hacia su propia exploración y descubrimiento. De hecho, como concluye nuestra especialista, “las relaciones mejoran cuando cada uno/a de nosotros/as lo hace”.