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Psicología Transpersonal: la búsqueda de la vida de pleno sentido.

Como seres vitales necesitamos contactarnos con nuestra información primaria, que lamentablemente se empieza a bloquear cuando no recibimos la educación adecuada para crecer en libertad. Necesitamos recuperar nuestra memoria primal, el contacto con la fuente, el origen de la vida, y desde allí nutrirnos, crecer y sanarnos.

En ese sentido, Daniel Taroppio, nuestro pensador evolucionista, dice: “Los seres humanos tenemos una responsabilidad ineludible en la evolución de la conciencia. La alienación básica de nuestra conciencia, el sentirnos separados de todo y de todos, es la raíz de nuestros males. Ésta es la enfermedad esencial, y sólo la meditación, ayudada por la psicoterapia, puede sanarla”.

No obstante, cuando hablamos de conceptos como meditación y/o espiritualidad, no podemos ignorar que a muchos les continúa haciendo cierto “ruido”. Y son comunes estas posturas si somos capaces de comprender que, culturalmente y a lo largo de miles de años, hemos identificado la espiritualidad con fenómenos paranormales, con el más allá y/o con el desarrollo de poderes sobrenaturales. No obstante, poco a poco, estamos comprendiendo que la única espiritualidad que puede transformarnos es la que vivimos en el día a día, en las cosas simples de la vida; la espiritualidad en los vínculos, en el trabajo, en el cuidado de la salud, en el servicio, en las alegrías y diversiones cotidianas.

Y para ello, lo primero es entendernos como una unidad de cuerpo, mente, alma y espíritu. El cuerpo necesita comida, gimnasia, medicina física. La mente necesita conocer sus impulsos, sus instintos, la dimensión emotivo-afectiva y la posibilidad de relacionarse con el prójimo; y esto no se obtiene con la dieta por un lado y con el trabajo espiritual por otro. Necesitamos una visión integral que nos permita poner los pies sobre la tierra, bajar al mundo. A propósito de esto, cito la maravillosa reflexión de Daniel al respecto:

“El gran desafío de la Psicología Transpersonal Integral, como lo afirma Ken Wilber, es ‘integrar a Freud con Buda’, o con Cristo, o con quien la fe indique”.

¿Qué significa esto? Entre otras cosas, que no necesitamos -como la mayoría supone-, irnos al medio de una montaña a meditar. Osho decía sobre la meditación:Cualquier cosa que hagas con presencia es meditación”. Por ello, trabajar puede ser algo mecánico y aburrido para ganar dinero o puede ser un acto de servicio y autorealización; comer puede ser simplemente ingerir alimentos o un acto sacralizado de nutrición del vehículo de nuestra conciencia. Todo tiene que ver con todo. Somos lo que pensamos, lo que hacemos, lo que decimos e incluso, lo que comemos. Vibramos con el universo en función de todo ello y no en relación a una sola de esas dimensiones.

En tal sentido, el trabajo vivencial de la Psicología Transpersonal nos lleva a estados de conciencia en los que nos entendemos uno con la totalidad de la vida, siempre pone el acento en la necesidad del trabajo para integrar nuestra búsqueda trascendente con nuestras necesidades cotidianas. Acceder a esta experiencia significa sanar nuestra división esencial y expresarla en cada gesto y en cada actitud de nuestra vida.

La Escuela de Psicología Transpersonal Integral reconoce que las tradiciones espirituales son las que nos han brindado las mejores herramientas para el estudio de los niveles superiores de la conciencia; mientras que la psicoterapia nos ha brindado las mejores herramientas para investigar los planos inferiores. Sin embargo, y aunque me repita, necesitamos de ambas; en eso se basa el concepto de unidad y de integralidad.

La clave para que la conciencia siga evolucionando está en la integración de la práctica corporal-psico-socio-espiritual.

Necesitamos desarrollar una cultura en la cual el ejercicio físico, la dieta, el trabajo energético, la terapia, el servicio y la práctica espiritual se integren; caso contrario, continuaremos disociados.

¿Y qué sucede en las culturas disociativas? Entre otras cosas, producen personas disociadas que viven en guerra consigo mismas y no hacen más que llevar su guerra interior afuera, sembrando toda esa hostilidad en el mundo y en sus vínculos más íntimos. En tal sentido, el Modelo de Interacciones Primordiales, cuyos métodos de aplicación son el coaching primordial y la psicoterapia primordial, es un modelo de desarrollo humano integral que procura devolver al ser humano su sentido de unidad y de pertenencia al universo.

Y para abordar cada persona con su problemática específica, bajo el concepto de unidad e integralidad y abarcando todos los ámbitos de la experiencia humana, este Modelo combina tres tipos de prácticas: la Danza Primal®: para la dimensión corporal-emocional-energética; la Comunicación Primordial: para la dimensión lingüístico-cognitiva y la Meditación Orgánica como práctica contemplativa.

Cuando cada uno de nosotros desarrolla esa visión integral, está preparado para incorporarlo en su día a día sin necesidad de un lugar especial, ni horarios programados, simplemente sacralizando la vida instante por instante.

Psicoterapia y Coaching Primordial: Ego y Meditación.

Daniel Taroppio, creador del modelo de interacciones primordiales, señala: “Cuando la psicología tradicional no asume el plano del espíritu, la psicoterapia se convierte en un laberinto en el que nunca trascendemos el nivel del ego, y por lo tanto, se vuelve infructuosa e interminable”.

Como mencionábamos en un artículo anterior, el Coaching y la Psicoterapia Primordial constituyen la aplicación práctica de un sistema de abordaje de las relaciones humanas llamado Modelo de Interacciones Primordiales. Ambas incluyen metodologías de trabajo cuya aplicación integrada despliega el poder del trabajo corporal-emocional-energético, la comunicación y la meditación en los procesos de transformación personal e interpersonal.

Ahora bien, en este artículo hablaremos de la psicoterapia primordial, del ego y de las prácticas meditativas que vienen a dar contexto a las palabras de Daniel que citábamos al comienzo. Veamos.

El principio básico es entender que cada uno de nosotros somos creadores de nuestro propio mundo personal y relacional. En tal sentido, la psicología moderna nos ha permitido comprender que muchísimas de nuestras satisfacciones y sufrimientos no son el resultado de una realidad objetiva, sino de un mundo subjetivamente construido por nosotros mismos.

En función a todo ello, tanto el Coaching como la Psicoterapia Primordial, han venido a expandir nuestra tradicional concepción de estas disciplinas basándose en una nueva mirada de la naturaleza humana, de sus potencialidades inexploradas y de las metodologías de las que podemos disponer en todo proceso de transformación personal.

Y en esa mirada, existen dos principios fundamentales. El primero es que todos los seres humanos pertenecemos a una especie en permanente evolución. El segundo, y en el que hacemos especial hincapié por ser un eje en este abordaje, es que el ser humano está orientado a la trascendencia, referida ésta en términos humanistas y/o espirituales y entendiendo por espiritualidad la necesidad de realización, de ir más allá de sí, de la pequeñez del ego, y consumar su existencia en la entrega, el servicio, la búsqueda de sentido y los valores superiores.

Y cómo no, tenía que aparecer el ego, que aunque es producto de millones de años de evolución y lo necesitamos para sobrevivir, cuando se manifiesta de forma disfuncional o desestructurada: como egotismo –excesiva importancia concedida a sí mismos y a las propias experiencias vitales-, o neurosis -estrategia que desarrolla la persona para eludir lo inaceptable: decepción, frustración, ira y el sentimiento de angustia existencial o ansiedad-, puede dificultar los procesos de expansión de la consciencia.

Lo que ocurre es que mientras los caminos espirituales nos muestran lo maravillosa que podría ser la vida más allá de un ego enfermo, nuestras estructuras neuróticas nos mantienen aferrados a una existencia dolorosa e insatisfactoria.

Tal vez, lo que pocos dicen es que el ego no puede ser trascendido con la sola intención o haciendo de cuenta que no existe. Por el contrario, para sanarlo, trascenderlo e integrarlo a nuestro Ser, necesitamos contemplarlo compasivamente, abrazarlo y comprenderlo en sus posibilidades y limitaciones. Ahora bien, si no somos capaces de concentrarnos en cualquier actividad -más o menos pequeña- que hacemos cada día, porque nuestra mente suele divagar entre el pasado y el futuro sin descanso, ¿cómo vamos a “darnos cuenta” del ego, de su intensidad, de su impacto y de su forma?

Aquí es donde entra en juego la meditación y la importancia de su inclusión e integración en cualquier proceso de desarrollo personal, en este caso, de la psicoterapia y el coaching. El arte de la meditación permite que las personas desarrollemos el arte de estar presentes aquí y ahora en lo que estamos haciendo, es decir, en la vida diaria; en que si vamos conduciendo, caminando o estemos simplemente sentados en un parque, estemos allí mismo y no pensando en lo que tenemos que hacer después o en lo que hicimos antes.

“Se trata de disfrutar de la magia del instante”; así lo define Daniel.

¿Qué ocurre con el ego durante la meditación?

Simplemente la vive como una muerte, una desaparición, un abismo infinito. El ego ha sido entrenado durante decenas de milenios para vigilar y sobrevivir, y de pronto le decimos que se relaje, que se entregue y que se rinda. Curiosamente, en muchas tradiciones, el ego es definido y tratado como un enemigo de la meditación y del camino espiritual. Sin embargo, el ego humano es sólo una manifestación sofisticada del impulso básico y fundamental de supervivencia. Por todo ello, aceptarlo y reconocerlo, es lo único que podría permitirnos conseguir la paz de la meditación.

Y al final, meditar es un estado de consciencia en el que somos simples testigos de nuestras sensaciones corporales, de nuestros pensamientos y emociones, pero sin identificarnos con ninguno de ellos y sin perseguir ningún objetivo o deseo. Meditar consiste en ingresar a un espacio en el que comprendemos que nuestra vida, en lo más profundo, depende de factores que no podemos controlar. Cuando meditamos, fluimos con plena consciencia sin interferir, sin discriminar, sin juzgar, sin buscar, sin forzar, sin querer cambiar nada, sin estar pendientes del pasado o del futuro y, sobre todo, la posibilidad de acercarnos a nuestro Ser auténtico y universal.

¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es mi karma?

¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿Cómo hago para transformar mi vacío en plenitud? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es mi karma? ¿Por qué se repiten siempre algunos patrones en mis relaciones? ¿Por qué me siento tan insatisfecho con casi todo lo que hago?

Estos interrogantes forman parte del universo de posibles preguntas que pueden formularse durante una sesión de Registros Akáshicos. Los Registros guardan la memoria de nuestras vidas, donde se registran todos los pensamientos, actos, sentimientos y emociones que experimentamos. Es un gran archivo que registra toda nuestra evolución álmica y contiene la historia de cada uno de nosotros en las sucesivas encarnaciones. 

Acceder a toda esa información nos permite reconocer, entre otras muchas cosas, cuál es nuestro karma. Pero, ¿qué es el karma? Estamos acostumbrados a interpretarlo desde la sabia ironía del humor; por ejemplo, alguien empuja a otro a la piscina e, inmediatamente después, da un traspiés y cae también; o alguien manifiesta la sola intención de empujar a otro y, no sólo no logra su objetivo, sino que tropieza absurdamente.

El karma obedece a la ley causa-efecto y no se crea únicamente a través de actos, sino también de palabra y pensamiento. Sin embargo, no se trata de algo tan simple como “causa y efecto inmediato”; el karma es energía transcendente. Para entenderlo un poco más, haremos una diferenciación entre:

1. El karma que podemos crear en esta encarnación.

Es el que creamos a través de nuestras acciones, sentimientos, palabras y pensamientos y vuelve hacia nosotros como respuesta de efecto similar. Es bien conocido el refrán “quien siembra vientos, recoge tempestades”.

2. El karma que arrastramos de vidas anteriores.

Vivimos situaciones que se repiten y no comprendemos, producto de otras vidas, de las que falta algo por aprender y equilibrar o compensar, y nos está afectando e incidiendo en nuestra vida actual. De hecho, hasta que esa descompensación con respecto a alguien o algo no se equilibre, nuestra tarea seguirá pendiente. Hasta que aprendamos a reconocerlo, lo sanemos y tomemos conciencia, nos encontraremos en la rueda kármica. Ciertamente, la vida es tan buena maestra que, si no aprendemos la lección, la lección se repetirá.

Por poner un ejemplo: ¿te resulta familiar aquella amiga que se entrega cien por cien en sus relaciones y termina siendo engañada repetidamente (y además de una manera cruel)? Si ella es buena, leal, fiel, comprensiva… ¿por qué todos terminan engañándola? ¿cómo nadie la valora?

Este tipo de karma es el que generalmente nos desorienta, pues no hay explicaciones racionales que justifiquen que esos patrones se repitan en la vida. Para nuestra mente racional, resulta injusto e incomprensible. Desde el lado espiritual, sin embargo, quizá su tarea pendiente se relaciona con poner límites a los demás, respetar sus propias decisiones o asumir el protagonismo de su vida. La Ley del Karma busca equilibrar cualquier descompensación álmica y nos conecta, por tanto, con vidas pasadas.

3. El karma que pasa de generación en generación.

Es el karma que heredamos de nuestros ancestros, es decir, padres, abuelos, bisabuelos, etc… y que se va perpetuando a través del grupo familiar. Todos hemos llegado a una familia compuesta por almas con las que tenemos un pacto que elegimos antes de nacer. No es una casualidad los padres que tenemos, el lugar en que nacemos, o la relación familiar que vivimos. No hay casualidades, sino causalidades. En este círculo de almas, hay cuestiones que comprender, liberar, perdonar y sanar. Solo con el perdón llega la sanación. 

Antes de nacer, nuestra alma elige con quienes encontrarse nuevamente para reparar todo aquello que haga falta reparar. Hay nudos kármicos por desatar, por así decir. Y cuando un integrante de ese círculo álmico “limpia” su karma, perdonando y aceptando lo vivido, ayuda y permite a los otros a liberar el suyo propio. Se compensa y sana lo que había pendiente. Por parte del que hace su trabajo kármico, el equilibrio está restablecido y reparado, independientemente de lo que los demás hagan. Por su parte, no deja “lastre” en sus descendientes.

El karma es una ley universal que busca el equilibrio y sanación álmica.

No busca el castigo, como muchos entienden. Por el contrario, su finalidad es darnos las oportunidades necesarias para que el alma pueda evolucionar y vivir en el amor incondicional, el perdón y la armonía. El karma es un despertar de la conciencia, que nos mueve a mirarnos sin engaños, con profundidad, para recoger el aprendizaje que nos lleva a realizar nuestro plan de vida.

Por tanto, es muy importante comprender que todo ocurre por una razón y que detrás de ello siempre hay un aprendizaje. Cuando por fin nos abrimos a esta lección de vida, entendemos el porqué de nuestros problemas y somos capaces de ver su sentido desde la comprensión y el amor. Recogemos el gran regalo que estaba oculto. Es desde este posicionamiento desde el que también comprendemos a los demás y aprendemos a no juzgarles, porque reconocemos que cada cual está dando sus pasos a su ritmo y según su libre albedrío.

Es fascinante y tranquilizador comprobar que los seres humanos tenemos a nuestra disposición los recursos para sanarnos, equilibrarnos, inundarnos de paz y gozo interior, avanzar ilimitadamente, vivir con sabiduría, solucionar nuestros conflictos, aliviar nuestros miedos, prosperar y ser felices.

Todos estos recursos se activan con la lectura de Registros Akáshicos, que opera sobre el alma de nuestro ser, dispensándonos de una intensa y profunda liberación y desbloqueo, sanando nuestras heridas del pasado y dándonos la posibilidad de encontrar el verdadero sentido de nuestra vida, aportándonos alegría y paz.

Coaching Primordial y Danza Primal: un abordaje Integral del Ser humano.

Daniel Taroppio, con sus más de treinta años de experiencia en comunicación humana como coach, psicoterapeuta y consultor, señala: “En un nivel mucho más profundo que la palabra, nuestra corporalidad-energía-emocionalidad también crea mundos, determina nuestra identidad y establece los límites estrechos o generosos dentro de los cuales se desarrolla nuestro movimiento por la vida personal y profesional”.

En otras palabras, podríamos decir que todo el tiempo estamos comunicando mucho más de lo que somos conscientes, y esta comunicación energética y corporal es determinante en nuestros vínculos y entornos. Las personas proyectamos nuestro mundo interno en nuestro medio ambiente social y esto nos viene de vuelta a través de un feedback permanente. Por todo ello, tomar consciencia de nuestros movimientos primordiales: gestos, posturas, miradas, respiración y energías que proyectamos y recibimos de otros, nos permite enriquecerlos conscientemente, liberando todas las capacidades sensitivas y expresivas de nuestro organismo.

Para conseguir ese nivel de profundización, el Coaching Primordial, incluye metodologías de trabajo lingüístico-cognitivo, corporal-energético y meditativo, que han sido denominadas: Comunicación Primordial, Danza Primal y Meditación Orgánica. La aplicación integrada de estas metodologías nos permite habitar con conciencia nuestro cuerpo vivo, sensible, conectado con el aquí y ahora y con los demás. Ahora bien, aunque haremos una breve descripción de cada dimensión de trabajo, la premisa fundamental de esta metodología es la integralidad y no la complementariedad.

  • Dimensión lingüística-cognitiva: Comunicación Primordial.

Permite revisar la forma en que construimos nuestras percepciones, interpretaciones, juicios y creencias, a fin de trascender nuestros criterios disfuncionales y restrictivos, fortaleciendo los que liberan nuestra creatividad, productividad y capacidad de encuentro y realización.

  • Dimensión corporal-energética: Danza Primal.

Es un sistema de trabajo que brinda la posibilidad de acceder a las estructuras que determinan nuestra percepción emocional de la realidad, nuestro ser en el mundo. De este modo, podemos trascender nuestros patrones emocionales limitantes y liberar nuestras potencialidades psicogenéticas y trascendentes, redescubriendo nuestra naturaleza original.

  • Dimensión meditativa: Meditación Orgánica.

Es una disciplina de trabajo respiratorio, relajación y aquietamiento mental. Permite trabajar con nuestro estado vibracional y la conexión con la totalidad de la vida. No incluye ningún contenido de tipo religioso. Es un método para alcanzar descanso, la paz interior y conexión con la vida.

Este abordaje integral del Coaching Primordial constituye un proceso de profunda transformación que nos permite revisar nuestra particular forma de percibir y construir la realidad y a nosotros mismos.

Y una técnica le da sentido completo a la otra. Efectivamente, sólo cuando la Danza Primal está integrada en la propia corporalidad, podemos comenzar a percibir de qué manera el lenguaje funciona como un medio para la expresión del ser y la creación de entornos enriquecedores o, por el contrario, si está operando como una manera de ocultamiento, de defensa y llevando a una existencia poco auténtica e insatisfactoria.

Curiosamente, cuanto mayores sean las capacidades lingüísticas de una persona disociada de su cuerpo, mayor puede ser su capacidad para manipular y ocultar su propia emocionalidad, lo que termina llevando a una existencia frustrante, puesto que no hay manera, a través del mero lenguaje verbal, de recuperar la vitalidad, la energía vibrante que caracteriza a las personas integradas a su propio cuerpo.

Al integrar el lenguaje verbal con la comunicación corporal, vamos permitiendo que nuestra palabra encarne lo más profundo de nuestro sentir y nuestro lenguaje se vuelve auténtico, real. De hecho, cuanto más integradas estén, más consistente será nuestra forma de comunicarnos y más auténtica, más veraz y más poderosa será nuestra llegada a los otros.

Esta estabilidad emocional que brinda el trabajo corporal-energético integrado al lenguaje, nos permite desplegar plenamente nuestra capacidad de escucha, de apertura y de contacto con los otros. Cuando el cuerpo y la palabra están armónicamente integrados somos más congruentes, más coherentes y se afianzan la autoestima y la confianza en nosotros mismos para conseguir aquello que nos propongamos.

Para conseguir esa armonía y para que las sesiones de coaching se conviertan en un espacio de profundo autoconocimiento habrá que contar con el acompañamiento de un coach bien entrenado, con la sensibilidad necesaria para percibir los bloqueos energéticos ocultos tras el lenguaje puramente verbal.

La sensibilidad afinada, requisito fundamental en la formación de un coach primordial, sólo puede desarrollarse mediante la aplicación de estos métodos en primer lugar y en primera persona.

Efectivamente, esta metodología integral aporta el entrenamiento y las herramientas necesarias para que el coach conozca su propia corporalidad y emocionalidad y para desde allí, sea capaz de percibir si los movimientos de las personas conllevan un flujo natural de sus energías, y por lo tanto de sus emociones latentes, o si por el contrario éstas están bloqueadas.

Para significar esta necesidad de trabajo en uno mismo, nada mejor que utilizar las palabras de Andrea Franco, una egresada de Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI):

“El coach primordial ha caminado un sendero de auto descubrimiento a través del cuerpo, ha danzado sus heridas, se ha sumergido en ellas y desde ahí mira los desafíos de su coachee; pero también desde ahí observa la parte luminosa, la que se esconde tras el lenguaje, los bloqueos corporales y las historias, la que lucha por surgir a través de las sombras, la esencia, su ser primal”.

¿Quién tiene el poder sobre mi?

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¿Quién tiene el
poder sobre mi?

Inteligencia Sistémica para el crecimiento personal.     

Muchos tienen la sensación de pasar por situaciones que nos dominan en absoluto. Se requiere estar en un mayor nivel de sensibilidad para llegar a plantearse la pregunta del título. Y se necesita subir otro escalón de consciencia para decidir y ponerse en marcha para conseguir una buena respuesta. Cuando se dispone de ella, ya solo queda dar el siguiente y último paso: encontrar la solución. No hay atajos.

Cualquier ser humano tiene infinitas posibilidades a su alcance. Pero cuando se queda obsesionado o enganchado emocionalmente con una de ellas, todas las demás desaparecen para él. Esta ofuscación “no visible” o inconsciente, suele estar relacionada con anhelos y necesidades vitales insatisfechas de uno mismo.

Para autoprotegernos de todo hecho doloroso que vivimos sin los recursos necesarios para afrontarlo y resolverlo, lo pasamos sutilmente del consciente al inconsciente, a ese almacén oscuro de memorias que condicionan nuestro comportamiento cada vez que se activan por vivir algún hecho resonante con ellas.

Paradójicamente, cuanto más llenamos el inconsciente de todas esas memorias para autoprotegernos inicialmente, más bombas de efecto retardado acumulamos y más sufrimiento nos genera a lo largo del tiempo. Si no logramos poner remedio, la consecuencia final es la aparición y desarrollo de una enfermedad en nuestro cuerpo.

Esas memorias pueden haberse creado con hechos dolorosos sucedidos:
  • En el ámbito profesional: obedecer ciegamente un mandato parental y trabajar en algo que no me gusta, accidente laboral, no permitirme ganar dinero si mis padres no lo lograron, no estar a la altura, cometer errores graves, despido, robo, malversación de bienes, estafa, chantaje, amenaza, suspensión de pagos, quiebra, peleas entre socios, lucha con mi jefe, compañeros o subordinados, su falta de reconocimiento hacia mí, acoso laboral, etc.
  • En el ámbito personal, entre mi nacimiento y hoy: muerte prematura de madre o padre, abandono, separación, falta de afecto, pérdida natural o aborto de algún hermano, abusos, violencia, agresión, prisión, accidente, suicidio, guerra, terrorismo, emigración, pérdida de un hijo, divorcio, incendio, arruinarse, enfermedad, etc.
  • En el momento vital de mi nacimiento: puedo haber luchado y alcanzado el éxito de manera natural, haberme sentido ahogado por tener el cordón umbilical alrededor del cuello o por tragarme líquido, sentir mi cabeza atrapada por unos fríos y duros fórceps, y abandonarme a la acción de otros al no existir la mía, por cesárea, etc. Cada una de estas modalidades en el nacer influyen y marcan -a su manera- nuestro comportamiento de manera indeleble.
  • Durante mis nueve meses de embarazo: he oído los gritos y las peleas entre mis padres, he sentido los miedos, las angustias y la tristeza de mi madre, sus lloros, etc.
  • Durante los meses que preceden a mi fecundación: no es lo mismo ser el resultado de un acto amoroso, que el de una violación. Ser deseado por mis padres es diferente de no haberlo sido. La calidad de su relación condiciona la calidad de la fecundación.
  • Antes que todo eso: También albergo las memorias procedentes de hechos dolorosos no resueltos por mis padres, abuelos, bisabuelos, etc., y que a través de ellos me llegan a mí para que yo encuentre una solución para mi sistema familiar. Si yo no doy con la solución, esta herencia emocional y sistémica, esa energía, pasa a mis descendientes. Aquí están las memorias de espanto, miedo e ira, generadas por hechos de guerra, campos de concentración, asesinatos, cárcel, acontecimientos sociales, ruinas, pérdida de casa, herencias y peleas familiares, trastornos mentales, enfermedades, etc.

No pretendo hacer de este artículo una película de terror, ni demostrar cuantas razones tenemos para caer en el pesimismo, sino poner sobre la mesa una muestra de las muchas memorias que podemos alojar en nuestro cuerpo como consecuencia de hechos dolorosos de nuestro existir. No es una fatalidad. Es un punto clave desde el cual podemos iniciar un cambio sustancial a mejor.

Todos albergamos en nuestro inconsciente memorias que influyen en nuestro comportamiento y complican nuestra vida. Cada uno lleva las suyas por venir de dónde viene y por vivir lo que vive.

Una vez comprendido eso, disponemos como mínimo de dos alternativas:

  1. Ir de víctima por la vida, culpando a nuestras memorias de nuestro indeseado destino y dando, por tanto, a ellas el poder sobre mí… o bien:
  1. Tener yo el poder sobre mí. Para conseguirlo, la solución radical consiste en borrar todas esas memorias tóxicas de mi disco duro. La solución más real consiste en borrar cuanto antes esas memorias que me impiden disfrutar de una vida más plena, fluida y sana.

Esta segunda alternativa es la elegida por las personas que deciden recurrir a la ayuda de la Inteligencia Sistémica.

¿Qué hace el profesional de la Inteligencia Sistémica para conseguirlo?
  1. Crea las condiciones adecuadas para hacer posible lo que ha resultado imposible para la persona o equipo hasta ese momento, mediante la creación de una atmósfera de protección, confidencialidad y confianza mediante una empatía profunda.
  2. Pregunta al cliente qué asunto quiere trabajar en la sesión que ahora inician. Cada sesión se focaliza en inducir una solución para el asunto planteado.
  3. Acompaña al cliente en su proceso de inmersión y exploración de todos aquellos hechos dolorosos vividos o sucedidos en el sistema humano al que pertenece. No se trata de remover mierda para nada, sino de subir a la superficie y poner al descubierto algo vivo que el cliente reprimió y escondió cuando ocurrió, y que aunque hoy no es consciente de su existencia, sabe que está ahí, en su inconsciente, por sus efectos inadecuados. Se trata de dejar de vivir el presente como una repetición del pasado.
  4. Ayuda a localizar donde están los desórdenes, los mandatos soterrados, los nudos emocionales, las limitaciones, los bloqueos, los fantasmas y demás desbarajustes existentes en el sistema al que pertenece el cliente.
  5. Una vez detectados los puntos clave a lo largo de la exploración, el cliente y el profesional de la Inteligencia Sistémica disponen de una imagen sobre la que pueden trabajar, ordenando, reencauzando, resignificando, deshaciendo, desenredando, desatando, eliminando, desbloqueando, liberando, soltando y reconciliando.
  6. ¿Cuándo se da por terminada una *sesión? Cuando el cliente dice sentirse bien después de lo descubierto, visto, vivenciado y trabajado. Cuando ocupa la posición que le corresponde en el sistema humano al que pertenece.

*Una sesión suele durar de dos a tres horas.

La Inteligencia Sistémica es tecnología humana de precisión en la localización y reparación de dolencias incapacitantes para el buen funcionamiento de los sistemas humanos.

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Registros Akáshicos. Descubre cuál es la misión de tu alma.

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Descubre cuál es
la misión de tu alma.

Lectura de Registros Akáshicos.

Hay miles de personas intentando dar sentido a su vida, intentando averiguar cuál es el propósito de haber nacido en un lugar determinado o de contar con ciertas cualidades específicas. Y aunque muchas pasan toda la vida con la incógnita o la incertidumbre, otras descubren su propósito vital, se enfocan en él y disfrutan de cómo todo -casi mágicamente- parece conspirar para que puedan cumplir con ello.

No obstante, es común “perdernos” en la búsqueda de la misión o propósito de vida. Hay tanto por resolver, tantas urgencias diarias, tantas necesidades, responsabilidades, preocupaciones, tantas personas que necesitan de nosotros, tantos compromisos y horarios… ¡tantas cosas que atender, que muchas veces se nos olvida vivir nuestra vida!  

Y en este vértigo, pasamos por alto que cada uno de nosotros está aquí por algo y para algo y, sabiendo esto, ¿cómo no averiguarlo? Es más: ¿cómo somos capaces de dejarlo a un lado siendo algo fundamental?, ¿por qué vivimos en piloto automático, incluso acostumbrándonos a lo que nos disgusta, angustia y duele, porque no somos capaces de afrontarlo, resolverlo o encontrarle una explicación racional?

Ahora bien, si tuviéramos acceso a información reveladora que nos permitiera tomar conciencia y comprender lo que nos sucede y para qué estamos aquí realmente, ¿nos animaríamos a conocerla?

Esa información, como hemos visto en un artículo anterior, se encuentra en los Registros Akáshicos. Todos y cada uno de nosotros tiene un registro único y completo de su alma. En los Registros Akáshicos podemos encontrar respuestas a las situaciones que se presentan en la vida y sanarlas para bien nuestro y de todos los involucrados.

Es una gran ayuda para nuestra evolución y crecimiento personal porque nos conecta de una forma profunda y amorosa con la Fuente creadora, nos abre los ojos más allá de las cosas mundanas.

La apertura y lectura de los Registros Akáshicos nos permite acceder a la memoria pura y profunda del alma para sanar el karma procedente de vidas pasadas, reconocer la misión elegida antes de encarnar y hacerla realidad con los dones y talentos que hemos recibido para ello. A través de las lecturas, se amplifican las posibilidades de sanación y se generan líneas de vida más alineadas con nuestra misión o propósito.

Hacemos una puntualización importante: Los Registros respetan siempre el libre albedrío y ritmo del consultante: cada uno de nosotros decide qué hacer con lo recibido durante la lectura y es responsable de sus elecciones de vida.

Una lectura de Registros Akáshicos es tan poderosa que nos ayuda a develar los motivos ocultos de nuestros miedos, fobias, angustias, estancamiento, desorientación, pérdida de interés, falta de “algo” … nos permite entender el para qué debemos atravesar esa situación y nos muestra el aprendizaje pendiente.

Esto es lo que significa sanar el alma: recordar quiénes somos, quiénes hemos sido, para qué estamos aquí y hacia dónde vamos.

Es reconocer, comprender, perdonar, sanar, tomar conciencia y aceptar el regalo de los Registros para crecer y vivir intensamente, de acuerdo a nuestro propósito de vida.

Carmen Sherpa, lectora profesional de Registros Akáshicos por ARCI (Akashic Record Consultants International) puede abrir tus Registros con tu consentimiento expreso y, de esta forma, podrás descubrir tu camino hacia un crecimiento personal más profundo de acuerdo con tu verdadero Ser.

 A partir de la información liberada, es posible entre otras cosas:

  • Conocer el origen de tus conflictos para poder solucionarlos.
  • Liberarte de patrones negativos y limitantes.
  • Desbloquear tu energía estancada y liberar dolor.
  • Sanar traumas y miedos que te impiden ser tú mismo.
  • Conocer tu verdadera misión. Tu verdadero camino.
  • Sanar las relaciones.

 

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