Psicología Transpersonal: la búsqueda de la vida de pleno sentido.

Como seres vitales necesitamos contactarnos con nuestra información primaria, que lamentablemente se empieza a bloquear cuando no recibimos la educación adecuada para crecer en libertad. Necesitamos recuperar nuestra memoria primal, el contacto con la fuente, el origen de la vida, y desde allí nutrirnos, crecer y sanarnos.

En ese sentido, Daniel Taroppio, nuestro pensador evolucionista, dice: “Los seres humanos tenemos una responsabilidad ineludible en la evolución de la conciencia. La alienación básica de nuestra conciencia, el sentirnos separados de todo y de todos, es la raíz de nuestros males. Ésta es la enfermedad esencial, y sólo la meditación, ayudada por la psicoterapia, puede sanarla”.

No obstante, cuando hablamos de conceptos como meditación y/o espiritualidad, no podemos ignorar que a muchos les continúa haciendo cierto “ruido”. Y son comunes estas posturas si somos capaces de comprender que, culturalmente y a lo largo de miles de años, hemos identificado la espiritualidad con fenómenos paranormales, con el más allá y/o con el desarrollo de poderes sobrenaturales. No obstante, poco a poco, estamos comprendiendo que la única espiritualidad que puede transformarnos es la que vivimos en el día a día, en las cosas simples de la vida; la espiritualidad en los vínculos, en el trabajo, en el cuidado de la salud, en el servicio, en las alegrías y diversiones cotidianas.

Y para ello, lo primero es entendernos como una unidad de cuerpo, mente, alma y espíritu. El cuerpo necesita comida, gimnasia, medicina física. La mente necesita conocer sus impulsos, sus instintos, la dimensión emotivo-afectiva y la posibilidad de relacionarse con el prójimo; y esto no se obtiene con la dieta por un lado y con el trabajo espiritual por otro. Necesitamos una visión integral que nos permita poner los pies sobre la tierra, bajar al mundo. A propósito de esto, cito la maravillosa reflexión de Daniel al respecto:

“El gran desafío de la Psicología Transpersonal Integral, como lo afirma Ken Wilber, es ‘integrar a Freud con Buda’, o con Cristo, o con quien la fe indique”.

¿Qué significa esto? Entre otras cosas, que no necesitamos -como la mayoría supone-, irnos al medio de una montaña a meditar. Osho decía sobre la meditación:Cualquier cosa que hagas con presencia es meditación”. Por ello, trabajar puede ser algo mecánico y aburrido para ganar dinero o puede ser un acto de servicio y autorealización; comer puede ser simplemente ingerir alimentos o un acto sacralizado de nutrición del vehículo de nuestra conciencia. Todo tiene que ver con todo. Somos lo que pensamos, lo que hacemos, lo que decimos e incluso, lo que comemos. Vibramos con el universo en función de todo ello y no en relación a una sola de esas dimensiones.

En tal sentido, el trabajo vivencial de la Psicología Transpersonal nos lleva a estados de conciencia en los que nos entendemos uno con la totalidad de la vida, siempre pone el acento en la necesidad del trabajo para integrar nuestra búsqueda trascendente con nuestras necesidades cotidianas. Acceder a esta experiencia significa sanar nuestra división esencial y expresarla en cada gesto y en cada actitud de nuestra vida.

La Escuela de Psicología Transpersonal Integral reconoce que las tradiciones espirituales son las que nos han brindado las mejores herramientas para el estudio de los niveles superiores de la conciencia; mientras que la psicoterapia nos ha brindado las mejores herramientas para investigar los planos inferiores. Sin embargo, y aunque me repita, necesitamos de ambas; en eso se basa el concepto de unidad y de integralidad.

La clave para que la conciencia siga evolucionando está en la integración de la práctica corporal-psico-socio-espiritual.

Necesitamos desarrollar una cultura en la cual el ejercicio físico, la dieta, el trabajo energético, la terapia, el servicio y la práctica espiritual se integren; caso contrario, continuaremos disociados.

¿Y qué sucede en las culturas disociativas? Entre otras cosas, producen personas disociadas que viven en guerra consigo mismas y no hacen más que llevar su guerra interior afuera, sembrando toda esa hostilidad en el mundo y en sus vínculos más íntimos. En tal sentido, el Modelo de Interacciones Primordiales, cuyos métodos de aplicación son el coaching primordial y la psicoterapia primordial, es un modelo de desarrollo humano integral que procura devolver al ser humano su sentido de unidad y de pertenencia al universo.

Y para abordar cada persona con su problemática específica, bajo el concepto de unidad e integralidad y abarcando todos los ámbitos de la experiencia humana, este Modelo combina tres tipos de prácticas: la Danza Primal®: para la dimensión corporal-emocional-energética; la Comunicación Primordial: para la dimensión lingüístico-cognitiva y la Meditación Orgánica como práctica contemplativa.

Cuando cada uno de nosotros desarrolla esa visión integral, está preparado para incorporarlo en su día a día sin necesidad de un lugar especial, ni horarios programados, simplemente sacralizando la vida instante por instante.

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