Buscar

Registros Akáshicos: empieza a vivir una vida con propósito.

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Registros Akáshicos.

Empieza a vivir una vida con propósito.

Vivimos en una sociedad en la que prima (y premia) el tener antes que el Ser; en un mundo que nos vende lo material como el secreto para ser feliz y la intelectualidad como el principal camino para alcanzar la sabiduría. No obstante, muchos de nosotros ya hemos detectado que esa felicidad es efímera y esa sabiduría estanca.

Estamos aquí por algo más; por mucho más. Todos tenemos un propósito de vida, una misión vitalComo hemos mencionado en un artículo anterior, nada es casualidad; ni siquiera la familia a la que pertenecemos. Pasamos a este plano vital para trabajar algo y cada vez somos más los que sentimos esa necesidad de averiguar qué es. Cada vez somos más los que nos sentimos incómodos cumpliendo expectativas de otros, haciendo “lo correcto” o viviendo sueños y pasiones ajenas. ¿Para quién? ¿Para qué? ¿Por qué siempre censuramos a esa vocecita interior que tantas veces nos pide que sigamos a nuestro corazón?

En esa búsqueda incesante de Luz, la apertura y lectura de los Registros Akáshicos nos trae amor y paz.

Tal y como hemos mencionado, todos estamos aquí para algo y toda la programación de nuestra existencia actual se pacta antes de nacer con la Junta Kármica (seres de Luz que nos acompañan en esa elección). Por eso, cuando nos sentimos estancados, insatisfechos, desorientados; cuando padecemos discordias con familiares, situaciones de conflicto constantes o miedos inexplicables, la lectura de los Registros nos ayuda amorosamente a develar esos por qué. Nos permite entender para qué debemos atravesar tal o cual situación y qué debemos aprender de ella.

Esa misión o propósito que surge de la lectura de los Registros Akáshicos es algo que nos sirve como referencia en todas y cada una de las circunstancias de la vida y no depende del momento particular que estamos transitando. Nuestro propósito es atemporal; no nos dice cómo y cuándo debemos hacerlo, no depende de dónde habitemos y no tiene connotaciones religiosas o culturales. Un propósito es una guía, una dirección a seguir, y hagamos lo que hagamos, si responde a esa máxima vital, todo empezará a cobrar más sentido. No obstante, los Registros respetan siempre el libre albedrío; es decir, cada uno es responsable de sus elecciones de vida o de qué hacer (y qué no) con la información recibida.

Cuando emerge ese propósito de vida, todo se ilumina; todo se transforma en magia y sorpresa. Aunque en el fondo, tal vez muy en el fondo, algo en nosotros ya lo sabía.

Incluso es probable que hasta deseáramos que esa lectura en particular nos lo confirmara.

Y es esa vocecita de la que hablábamos antes la que lo sabía. Esa vocecita, tan nombrada y tan silenciada, que se llama intuición y que representa –ni más ni menos- el lenguaje de nuestro espíritu para guiarnos en la vida y ayudarnos a tomar siempre las mejores decisiones. Sin embargo, curiosamente (o no) de los tres lenguajes de nuestro cuerpo, la intuición es el que menos hemos desarrollado, a pesar de que muchas veces intenta manifestarse con todas sus fuerzas.

Dicho de otra forma, cuanto más en contacto estemos con nosotros mismos, con nuestro Ser, más podremos sentirla y escucharla y más podremos confiar en ella y dejarnos llevar por eso que nos hace únicos. Al final, como dijo Ralph Emerson “Ser uno mismo en un mundo que constantemente trata de que no lo seas, es el mayor de los logros”.

Eso, entre otras cosas, es lo que buscamos en una lectura: conectarnos con nuestra esencia, recibiendo la energía y la información que desciende y que nos ayuda a comprender amorosamente nuestra experiencia en este plano, que nos ayuda a perdonar e incluso a resolver karmas generados en esta vida o en otras. La sanación se expande a nuestros seres queridos y personas involucradas.

La lectura de Registros Akáshicos nos conecta con lo más elevado de nosotros mismos y nos guía para que -en todos los casos- alcancemos el perdón y el amor incondicional.

Todos y cada uno de nosotros tiene los Registros únicos y completos de su alma. Por ello, la apertura y lectura de esos Registros nos permite acceder a la memoria pura y profunda de nuestra alma, para reconocer la misión elegida y hacerla realidad con los dones y talentos que hemos recibido para ello. Se trata de recordar quiénes somos, quiénes hemos sido, para qué estamos aquí y hacia dónde vamos. Se trata de crecer y vivir intensamente, alineados con nuestro Ser y en coherencia con nuestro propósito de vida.

Carmen Sherpa, lectora profesional de Registros Akáshicos por ARCI (Akashic Record Consultants International) puede abrir tus Registros con tu consentimiento expreso y ayudarte a reconectar con tu verdadero Ser, sanar y descubrir (o redescubrir) tu propósito de vida.

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Constelaciones Familiares y Procesos de Duelo.

Duele el perder a un ser querido. El dolor generado por la pérdida toma una tonalidad distinta y evoluciona de forma diferente en el tiempo, según las circunstancias únicas de cada doliente. Todos vivenciamos varios procesos de duelo. Si éstos se complican o se paran, las Constelaciones Familiares pueden ayudar a desatascarlos, a completarlos y a abrirse a la esperanza y a la vida.

Nuestros seres queridos lo son porque mantenemos un apego, un vínculo y una relación emocional con ellos. Puede ser de amor, de seguridad, de anhelo, de rechazo y/o de odio. Su pérdida supone una ruptura, un vacío, un dolor.

Para una persona doliente, su dolor único depende de varios aspectos:

  • De la calidad e intensidad del vínculo que ha habido con la persona desaparecida: padre, madre, hijo, hija, hermano, hermana, abuelo, abuela, gemelo, mellizo, padre adoptivo, adoptado, tutor, etc.
  • Del modo en cómo se ha producido la pérdida: por enfermedad, precedida de un duelo anticipatorio, muerte repentina, inesperada, accidente de tráfico, aborto natural o provocado, suicidio, desaparición, secuestro, asesinato, pérdida múltiple, etc.
  • En relación con los dos aspectos anteriores, el dolor también depende de desde dónde se ha vivido el duelo: desde la incredulidad y la negación, desde el miedo a la realidad (a nuestra herencia emocional, a nuestra vulnerabilidad, al fracaso, al futuro), desde la rabia, el rencor, el resentimiento, la tristeza, la angustia, la culpa, la soledad, el abandono, la desconfianza, el desamparo, el lamento, la insensibilidad, etc.

Esteban y María acaban de perder a su hijo Pablo, con 32 años, de forma repentina. Tenía una pequeña disfunción cerebral y desde los diez años, sufría ataques epilépticos, cuya intensidad y frecuencia habían disminuido sustancialmente gracias al tratamiento que seguía. La dedicación de sus padres ha sido inmensa por encontrar los entornos más adecuados para Pablo: escuelas especiales, constitución de una asociación (que más tarde se ha abierto a otras discapacidades al darse cuenta de la sinergia de su mezcla), consecución de un puesto de trabajo en un banco central que ejerce verdaderamente su responsabilidad social acogiendo en su organización a personas diferentes, formándolas, creando actividades especiales para ellas, facilitando alojamientos sencillos donde vivir independientemente de sus padres, etc. La tensión y preocupación de sus padres ha sido intensa y constante, sin respiro. Se llamaban unas cuatro veces al día. Su madre María decía últimamente: ”Ya no podemos estar presos del miedo por lo que pueda ocurrir ¡Hay que vivir! “. Y Pablo mostró que vivía intensamente: hacía deporte, bicicleta, excursiones, escalada, viajaba, ayudó a sus padres a reconstruir una casa en ruinas, ayudaba y activaba a sus compañeros en los momentos difíciles, los invitaba y ellos lo invitaban, iban al cine, pintaba, sus regalos los preparaba con meses de antelación, etc. Su ceremonia de despedida fue una explosión de sentimientos y reconocimientos por parte de sus padres, familiares, compañeros, los padres de éstos…por todo lo vivido y aprendido juntos con Pablo. El toque de saxofón de su hermana en el momento de su entierro, ante unas cien personas, fue memorable. Y ahora después, es cuando el vacío se hace inmenso y denso, es tiempo del duelo. Sus padres y su hermana lo viven diferentemente. Toda esa ingente cantidad de energía volcada en su preocupación y dedicación intensa y constante a Pablo durante años, se hace añicos y se transforma ahora en dolor. La culpa, el vacío, la tristeza, la desorientación, la fragilidad, la vulnerabilidad, y otras, aparecen y están ahí, como nuevos acompañantes, con distintas intensidades y proporciones para cada uno. Procesar la energía asociada a esas emociones requiere un tiempo. Y en ese tiempo, es cuando esa energía con tonalidad de dolor se puede transformar a su vez en otra con otra tonalidad, más hacedora y constructora de un nuevo proyecto que dé un nuevo sentido al vivir.

En el delicado proceso de acompañamiento en el duelo, en su momento oportuno, pueden resultar útiles preguntas como las siguientes:

¿Cuáles son las palabras que mejor describen tu estado de ánimo?

¿Qué crees que Pablo te diría al ver tu estado de ánimo?

¿Qué es lo mejor que puedes hacer para respetar y honrar todo lo que has vivido y aprendido con Pablo?

¿Cuáles son tus recursos para ello?

¿Qué recursos vas a solicitar de otras personas?

¿Qué puedes hacer hoy, mañana, la semana próxima, el mes próximo?

Según Elisabeth Kübler-Ross y David Kessler, el proceso de duelo consta de cinco fases: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación.

Según José Carlos Bermejo y Consuelo Santamaría, de Los Camilos, el duelo pone en nuestra vida una gran verdad. 

Reclama, desde la soledad radical que lo caracteriza, una profunda reflexión sobre la limitación de nuestra condición, sobre nuestros vínculos y sobre el valor del instante, que siempre puede ser el último.

Reclama elaborar el dolor sanamente. Los emotivos testimonios y las pautas recogidas en su libro “El duelo” buscan ser una luz en la oscuridad, un consuelo, una esperanza que invita a trascender lo que vemos y sentimos.

Las Constelaciones Familiares son un potente recurso para procesar, limpiar, desbloquear, reconciliar y cerrar los duelos que se lentifican, que se paran a medio camino o se eternizan; y así, liberar al doliente de pensamientos, creencias y energías tóxicas que complican la vida.

Describo a continuación dos casos reales:

Elena (E), 63 años, siente un profundo malestar, sobre todo desde la muerte de su padre. ¿Qué hechos importantes están relacionados con tu padre? Pensaba que era el propietario del cuerpo de sus hijos e hijas, y en base a ello, actuaba. Llora. Le pido que elija entre los participantes del taller abierto, a un representante para ella (RE) y otro para su padre (RP), y los posicione. Los coloca enfrentados. RE no puede mirarle, mientras que RP la mira agitada y fijamente. Al preguntar a RP por lo que le ocurre, dice que siente una indescriptible y fuerte exacerbación y tentación sexual hacia RE. Pregunto a E: ¿Qué ocurrió con tu abuela paterna? Tuvo tres hijos, y durante la Guerra Civil tuvo que hacer de todo para sobrevivir. Pido a E que elija a un representante para su abuela paterna (RAP). E posiciona a RAP detrás de RP. No sucede nada. Doy media vuelta a RP, de manera que RP da ahora la espalda a RE y encara RAP. Se produce un largo silencio. Al final, RAP mirando a RP, le dice: ”Tú eres el resultado de una violación”. Los ojos de Elena se abrieron como platos, lloró, espiró en profundidad, su semblante cambió radicalmente y dijo: ”Ahora todo tiene sentido”. La constelación terminó con un abrazo de los tres representantes RE, RP y RAP. Elena se vació de su miedo y de su rencor hacia su padre. Se fue aliviada.

Ana, 54 años, extranjera, vino mal vestida y con un aspecto descuidado al primer taller abierto de un curso compuesto de varios. Hacía años que había dicho a su marido y a sus dos hijos que no fueran a un determinado lugar. Fueron y los asesinaron. Su dolor salía por los poros. Le pedí que eligiera y posicionara a los representantes de su marido, de sus dos hijos y de dos asesinos. Ella se puso de rodillas ante su marido e hijos, tendidos en el suelo. Tocándolos con sus manos, lloró desde lo más hondo de su ser. Luego se levantó y encaró a los representantes de los dos asesinos. Les dijo: “Ahora os puedo ver, formáis parte de mi sistema (por el fuerte vínculo emocional de odio y venganza que mantenía con ellos) y os podéis ir cuando queráis”. Se produjo un largo silencio, durante el cual nadie se movió. Después, sin mediar palabra, los representantes de los dos asesinos se giraron y salieron de la sala donde se realizó la constelación. Ana lloró hasta vaciarse del dolor de su múltiple pérdida. Había logrado iniciar el movimiento de cortar el cordón emocional de rabia y resentimiento que la había mantenido hasta entonces presa y atada a los asesinos. Al mes siguiente no vino. Tampoco al otro. Al cuarto mes asistió de nuevo como participante. Pero esta vez, arreglada y vestida con colores alegres.

Las Constelaciones Familiares constituyen un novedoso y potente saber hacer.

Al utilizar otras formas de mirar, pensar, sentir, decidir y hacer, ayuda a las personas y a los sistemas humanos a los que pertenecen a lograr cambios sustanciales y positivos, y a salir de situaciones difíciles persistentes.

Danza Primal: el arte de gozar, servir y trascender.

“Mientras las filosofías y los dogmas caen, el más sabio y sagrado de los libros sigue estando a nuestra disposición para que aprendamos de él minuto a minuto. Esta obra magna del universo, la mayor de las revelaciones, es nuestro cuerpo”. Así lo afirma Daniel Taroppio, director de la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) y creador de la Danza Primal.

Nuestro organismo está cargado de información universal. Millones de años se sintetizan en cada uno de nosotros y que todo ello representa una fuente de sabiduría que está a nuestra disposición, incluso a pesar de que hayamos olvidado cómo acceder a todo ese saber primordial. La Danza Primal, en tal sentido, fue concebida como un “puente” para volver a re-conectar con esa esencia, para re-activar nuestras energías creativas y para recordar nuestra capacidad de plenitud.

Efectivamente, todos los seres humanos en plenitud tenemos siete capacidades esenciales: La confianza, el disfrute de la vida, el poder personal, la afectividad, la inteligencia creativa, la intuición y el sentido de la trascendencia. Esta técnica nos permite activar esas memorias para que volvamos a conectar y a desplegar toda esa sabiduría y todas estas potencialidades naturales que tenemos, que en tantos casos hemos olvidado y en otros, producto de la educación y de distintas influencias, han sido igual de estimuladas que reprimidas.

Ahora bien, por más reprimidas u olvidadas que hayan sido, cada una de ellas permanece en nosotros intacta.

¿Cuál es la herramienta principal de la Danza Primal para llevar adelante esta reconexión?

Bien lo describía el creador de la metodología al comienzo: a través del cuerpo, recuperando posturas, gestos, movimientos, sonidos, respiraciones y pautas de interacción ancestrales, primigenias y universales.

Por todo ello, la Danza Primal es una metodología de trabajo corporal-energético y emocional, basada en la recuperación de movimientos primales que activan y armonizan los siete chakras del Yoga. Por extensión, cada uno de esos centros comprende un conjunto de funciones y de potencialidades biológicas, psicológicas, sociales y trascendentes. Con la práctica de esta danza, como hemos dicho, se activan y armoniza estas energías, trabajando sobre estos centros y sus funciones mediante la integración de la música, el movimiento, la imaginería y la liberación de la voz.

Curiosamente, poniendo el cuerpo en movimiento, es posible aquietar la mente. Por ello, además de todo lo que hemos venido mencionando, la Danza Primal también es una forma de meditación. De alguna manera, nos permite experimentar la no dualidad, ya que durante la práctica, por ejemplo, dejamos de experimentar la música como algo ajeno a nosotros y entendemos que somos lo mismo: pura vibración y energía. Desde esa expansión de la conciencia es posible adoptar verdaderas perspectivas libres de condicionamientos sobre los problemas cotidianos y sobre la vida en general.

Esta danza no es un baile, no tiene coreografía ni pasos a seguir; algo parecido a la vida y a todas las situaciones y circunstancias que nos tocan vivir.

Esta metodología no nos invita a aprender sino a recordar y reconocer lo que pertenece a la naturaleza primaria, a lo original.

Es decir, su práctica sólo es una invitación a redescubrir, armonizar, integrar y liberar nuestras energías. Es un regreso a los movimientos simples, a los gestos originales, a los sonidos primigenios y al redescubrimiento de nuestro propio cuerpo como “energía vibrante”.

La transformación en lo que realmente somos ocurre siempre desde adentro hacia fuera. Teniendo en cuenta esta premisa y recordando que también nos permite reconectar y desplegar todo aquello que poseemos y que en muchos casos hemos olvidado, la Danza Primal consigue un gran impacto en varios niveles:

  • Plano psicofísico: nos permite el contacto con nuestra identidad básica, genética y biológica.
  • Plano emocional: nos facilita resolver bloqueos de la expresividad y padecimientos sexuales, de alimentación y/o de ansiedad.
  • Plano afectivo: nos permite la reconexión con las necesidades naturales de encuentro, intimidad y comunicación.
  • Plano Mental: supone una gran estimulación de la creatividad y la inteligencia para vivir en plenitud.
  • Plano espiritual: a partir de los movimientos primordiales conectamos con nuestro origen universal y aprendemos a fluir con la vida.

De esta forma, la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) ha diseñado una serie de talleres de Danza Primal, a través de los cuales nos invitan a una vivencia pura, original y sin filtro desde el minuto uno. Una vivencia corporal, emocional y energética que nos muestra nuestra identidad, nos libera del ruido y de nuestra agitación interior y nos permite sentirnos en unidad con el universo.

“La danza primal es celebración, júbilo, encuentro, magia y calidez humana, porque es un retorno a casa, a la Fuente, al origen de todo lo que existe. Sólo así podemos sanarnos, renovarnos y renacer (…) Sólo entonces podemos ser lo que verdaderamente somos”. Daniel Taroppio

Constelaciones Familiares: ¿qué es el autosabotaje y cómo identificarlo?

¿Cuántas veces he tratado de alcanzar un sueño, lograr un objetivo o hacer algo, y no lo he conseguido? Es posible que con una cierta distancia temporal y emocional, descubra que muchos de mis “fracasos” se debieron a mi personal manera de actuar. Pero en aquellos precisos momentos, no me di cuenta de que me estaba auto saboteando. Pocas personas saben que lo padecen.

Ejemplos de autosabotaje:

  • Por fin he podido quedar con alguien que me gusta mucho. Llegado el momento, me pongo enfermo o entro en pánico y no acudo a la cita.
  • He discutido con mi pareja, le he comprado un pequeño regalo y se me olvida en casa o en el lugar de trabajo.
  • Estoy esperando una llamada muy importante para mí y se me olvida dejar mi teléfono móvil cargado y encendido.
  • Me preocupa tanto la opinión o la crítica de los demás, que nunca hago lo que a mí me gusta hacer.
  • Voy a una entrevista de selección y sin saber por qué ni cómo, digo un despropósito, entro en contradicción o revelo algo de mí que no quería mostrar. A raíz de ello quedo eliminado.
  • Me inscribo en un curso, pierdo el autobús el primer día y llego tarde, o falto a muchas clases.
  • Hago un trabajo muy importante para mi futuro pero de pronto me disperso en mil cosas, como cambiar la instalación eléctrica de la casa, buscar actividades para el verano de mis hijos, llevar el coche al taller, etc.
  • Me he entregado en cuerpo y alma a un proyecto y lo dejo justo en la recta final.
  • Empiezo firmemente una dieta para adelgazar y sucumbo al primer pastel que veo, o al cabo de una semana me concedo el homenaje de un gran atracón o la interrumpo constantemente diciéndome que mañana la empiezo de verdad.
  • El médico me ha recetado un tratamiento y curiosamente se me olvida con frecuencia tomar mis medicinas.
  • Dejar de fumar es muy fácil porque lo hago todos los días. Y también lo es porque lo retomo diariamente.
  • Ahorro dinero para comprarme un coche nuevo, y cuando ya casi lo tengo, me lo gasto en un viaje.

Puedo pensar que un olvido, perder el autobús o llegar tarde, es algo frecuente y normal en esta época de tráfico denso y estrés, y que no necesariamente ha de significar que me estoy autosaboteando. Puede ser cierto si sólo me sucede muy de vez en cuando y si casi siempre logro mis objetivos. Pero si me sucede con frecuencia que no los alcanzo a pesar de mis considerables esfuerzos, tengo sobrados indicios para pensar que me estoy autosaboteando.

Todos estos hechos reales son síntomas de que algo no va bien en mí. Pero desconozco sus raíces, sus causas, y menos aún, sus posibles soluciones.

Mientras estoy saboteando mis intentos por triunfar, mi mente ya está dando vueltas y vueltas para justificar que estoy tomando la mejor decisión, mi mente ya busca afanosamente razones (aparentemente lógicas) para mantenerme en mi inconsciencia, porque así se ocupa, justifica su existencia e intenta mantener su poder sobre mí. Y de esta manera intenta hacerme creer:

  • Que tengo mala suerte.
  • Que soy víctima de la crisis, de las circunstancias, de mi entorno.
  • Que lo que me he fijado lograr, es demasiado difícil.
  • Que la culpa de mis errores o fracasos la tienen los demás.
  • Que los otros se aprovechan de mí o ponen piedras en mi camino.
  • Que olvidarse de las cosas le puede ocurrir a cualquiera.
  • Que destrozar mi dieta, volver a fumar o gastarme el dinero ahorrado para otro fin, fue simplemente porque no lo pude evitar o por mi falta de voluntad.
  • Que si no me dio tiempo de hacer lo que tenía que hacer, fue porque tal actividad se alargó de forma imprevisible y fuera de mi control, etc.

Pero la solución no está en el ámbito mental y racional, aunque puede ayudar bajo determinadas condiciones.

¿Qué me autosabotea?

Según la teoría de la “Irracionalidad Humana» de Ellis, hay algo en la naturaleza del ser humano, que denominó «conducta neurótica», que le impulsa a sabotear su felicidad de manera frecuente.

Según Aaron, el sufrimiento subjetivo se basa en que las personas realizan interpretaciones inadecuadas (incorrectas, exageradas o incompletas) al procesar la información ambiental, lo que les genera problemas emocionales e interpersonales.

Según las teorías sobre el “Apego” de Bowlby, las causas del autosabotaje son las pautas disfuncionales aprendidas en la infancia.

Según Adler, nos saboteamos por causa de traumas adquiridos en la infancia. Supuso que los niños aprenden a sentirse invalidados, humillados, subestimados, a nivel familiar y social y que esto los impulsa de por vida a ciertas formas de defenderse ante las excesivas demandas de perfección, cercanía o dependencia de los padres; por ejemplo, a esforzarse y hacerse valer, para demostrar que son valiosos. Es en este contexto mental y emocional, cargado muchas veces de resentimiento y ansiedad, que los sujetos desarrollan formas patológicas de comportamiento.

El miedo puede ser una causa del autosabotaje. Si bien puedo decir e incluso creer que quiero lograr algo, interiormente y de manera no muy consciente, puedo tener miedo:

  • Al cambio, porque implica enfrentarme a lo desconocido y eso me angustia.
  • Al éxito y a las responsabilidades y obligaciones que se derivan del mismo.
  • A terminar desmoralizado/a y sin fuerzas si no sale bien. No confío en mí.
  • A las pérdidas materiales e inmateriales que se pueden producir si alcanzo mis metas, como alejarme de mi familia, renunciar a ciertas actividades, generar envidias en algunos, perder las relaciones con mis mejores amigos, etc.
  • A demostrar mi capacidad, porque cuando se den cuenta de ella, unos me van a exigir más, otros van a esperar demasiado de mí, y entre los que me ayudan y apoyan, puede que algunos ya no lo hagan y se alejen.

Una baja autoestima también puede ser una causa del autosabotaje.

Suele manifestarse a través de expresiones del tipo: «Soy incapaz de hacer, lograr o tener éxito». Pienso que no me merezco tener éxito, por lo tanto, no me esfuerzo lo necesario para lograrlo. El autosabotaje simplemente refuerza y/o refleja mi forma de pensar.

No soy consciente de mis verdaderos deseos y necesidades. Las metas que tengo no son mías, me las imponen, me pueden rechazar si no las acepto o las persigo sólo para gustar a alguien. En estos casos, no estoy suficientemente motivado para hacer el esfuerzo necesario.

En base a su observación experimental, Yagosesky distingue tres mecanismos frecuentes e identificables de autosabotaje:

El autoengaño: Yo valoro de forma imprecisa mis fortalezas o debilidades, mis posibilidades o amenazas, lo que me lleva a tomar decisiones inadecuadas y a padecer resultados indeseados, a veces desastrosos. Desde el autoengaño, yo puedo imponerme metas inalcanzables o sentirme muy especial para los demás, aunque las evidencias digan lo contrario.

La autoinvalidación: Yo pienso negativamente sobre mí mismo, y actúo de manera coherente con esos pensamientos, lo que limita mis éxitos y recompensas emocionales. La autoetiquetación negativa y el pesimismo son frecuentes en mí.

El autoabandono: Yo me ignoro, me olvido de mí mismo y por lo tanto descuido las acciones de autocuidado requeridas para la preservación de la vida, la salud y la buena imagen social. El déficit de aseo, el desorden y la improvisación, caracterizan este mecanismo de autosabotaje.

Desde otra perspectiva, Barda describe los cuatro tipos de autosabotaje más frecuentes:

No acabar las cosas: Empiezo muchas cosas y las dejo a medias, o bien le dedico mucho trabajo y esfuerzo a algo y cuando estoy a punto de acabar, lo abandono con cualquier excusa. Si nunca acabo nada no tendré que enfrentarme a la posibilidad de fracasar, de no estar a la altura, de cometer errores, o a la posibilidad de no saber lidiar con el éxito. Claro que tampoco descubriré el placer de conseguir mis objetivos y de demostrarme a mí mismo que sí estoy a la altura, que soy competente e inteligente.

Posponerlo todo hasta el último minuto (procrastinar): La razón “oculta” es sencilla…si lo dejo todo para el final y no me esfuerzo todo lo que puedo, siempre tendré esa excusa si las cosas no salen del todo bien, es una especie de escudo protector de mi supuesta ineptitud. No sea que le dedique todo el tiempo y esfuerzo, no salga perfecto y se descubra que no soy competente. Por supuesto, también hay otras razones como que simplemente no me gusta nada la tarea, y la retraso lo máximo posible. Pero, en general, es miedo al resultado final.

Perfeccionismo: Ese viejo conocido…O está perfecto o no lo hago, para mí si no está perfecto está mal y empleo (o más bien pierdo) muchísimo tiempo en revisiones, en aprender más. Con esto consigo no acabar las cosas y estresarme. Como no sé hacer esto a la perfección, no lo hago (evito correr el riesgo de fracasar o de no estar a la altura), hasta que esto no esté perfecto no lo envío (horas innecesarias de trabajo y estrés). La solución no es fácil pero es sencilla: arriesgarme. Primero con pequeñas cosas, para ver que no pasa nada si no es perfecto, que bueno es suficiente y que es mejor tener las cosas en marcha que tenerlas paradas esperando a que sean perfectas. Se puede conseguir. A veces me saldrá mejor, a veces peor, es normal. Nadie es perfecto y es muy cansado aspirar siempre a la perfección.

Poner excusas: Soy demasiado mayor, soy muy joven, no tengo dinero, las cosas están muy mal, no tengo tiempo…Son simples disfraces del miedo. De sobra sé que hay personas de todas las edades que han conseguido lo que se han propuesto, y sé que cuando algo es importante para mí, encuentro el tiempo y la forma de conseguirlo. Hago de mi objetivo mi prioridad y me dejo de excusas.

Estas son algunas de las estrategias que utilizo para sabotearme. Tienen su beneficio: me protegen del fracaso, de no quedarme en ridículo y de todos mis miedos, pero también tienen su precio. Lo importante es que yo sea consciente de las estrategias que utilizo, del miedo que se esconde detrás y del precio que estoy pagando. En cuanto me descubra poniendo en práctica alguna de estas estrategias me preguntaré por qué me estoy comportando así y qué precio estoy pagando. ¿Si no tuviera miedo y supiera que no puedo fracasar, qué haría? Pues me dejo de excusas y lo hago. Bien, pero ¿Cómo?

¿Qué hacer?

Cuando me autosaboteo, no me doy cuenta de que lo estoy haciendo y mucho menos de por qué lo hago. El autosabotaje es el grito manifiesto de un conjunto de emociones reprimidas y no aceptadas acerca de mí mismo que han ido adquiriendo una gran fuerza desde la sombra. Precisamente es esta sombra o inconsciente quien toma el control de mis comportamientos reales de una forma inoportuna, inesperada, desagradable y a veces brutal. Son precisamente estas conductas inapropiadas las que me invitan a mirar justo hacia el lugar dentro de mí donde no me apetece mirar ni explorar. Pero es justamente en mi inconsciente donde está la clave.

¿Cómo hacer?

Desde la visión sistémica, las Constelaciones Familiares son de gran utilidad para desmontar las estrategias de autosabotaje.

La más corta constelación que recuerdo haber realizado fue aquella en la que Petra planteó su dificultad para encontrar trabajo y su obsesión por la perfección. Le pedí que sacara a dos representantes para la perfección y la imperfección, y que luego se colocara ella en relación a las dos. Su reacción fue inmediata. Me dijo: ¡Pero si son mi padre y mi madre! ¡Ya no necesito más!

Juan vino a constelar su dificultad para terminar sus estudios. Le pedí que sacara representantes para:

  1. Él.
  2. Su situación actual.
  3. Su situación deseada (estudios recién aprobados).
  4. El beneficio inconsciente de no alcanzar su situación deseada.
  5. Tareas a realizar una vez alcanzada la situación deseada.

La Constelación Familiar permitió a Juan ver en poco tiempo que su beneficio era quedarse en casa de sus padres hasta aprobar y que sus tareas posteriores serían dejar la universidad, buscar un trabajo, trabajar y afrontar su proyecto de vida.

El desbloqueo se produce cuando hacemos consciente esta parte de nuestro inconsciente relacionado con el asunto planteado.

¿Cómo y por qué formarse en Psicoterapia Transpersonal y Coaching Primordial?

Interacciones Primordiales.

“A la hora de elegir una formación, las personas deben priorizarse a ellas mismas”. Así opina nuestro especialista, Daniel Taroppio. En ese sentido, señala la importancia de que cada uno entienda cuál es su llamado y desde qué lugar surge esa necesidad para formarse. Efectivamente, no es lo mismo encarar una formación de coaching o psicoterapia transpersonal buscando conocimientos, teoría e información, que encararlo para responder al profundo llamado de la vocación verdadera.

¿Cómo nos damos cuenta de que se trata de ese último caso? Podríamos proponer aquí el repaso de un artículo anterior «Liderando desde el Ser»; aunque también podríamos resumirlo en lo siguiente: la vocación verdadera es cuando uno quiere Pensar, Poder, Hacer, Tener y Ser para servir; cuando uno experimenta la profunda necesidad de entregar al mundo todos los conocimientos que brinda cualquier especialización.

En este sentido la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) ofrece la posibilidad de hacer un proceso de desarrollo profundo, basado en el constructo teórico-práctico de las Disciplinas Transpersonales-Integrales, desde el cual se constituye el Modelo de Interacciones Primordiales, una concepción integral del ser humano que abraza sus dimensiones corporal, emocional, lingüística, cognitiva, socio-cultural, energética y trascendente, lo que permite el desarrollo de metodologías que abordan los procesos de transformación personal y organizacional de manera profunda, rápida y efectiva.

Las Certificaciones Internacionales de la EPTI están orientadas fundamentalmente a aquellas personas que tienen vocación de servicio y desean ejercerla desde cualquiera de estos caminos:

  • Coaching Primordial. Una certificación abierta a todas las personas, incluso a los que ya son coaches profesionales y quieren enriquecerse con nuevas herramientas que les ayude a integrar cuerpo-lenguaje-emoción y energía, enriqueciendo al mismo tiempo su perfil profesional con un mayor autoconocimiento y crecimiento personal.
  • Psicoterapia Transpersonal. En este caso, dirigida específicamente a profesionales de la salud (psicólogos y psiquiatras). Es una invitación a desarrollar una nueva mirada de la naturaleza humana, de sus potencialidades inexploradas y de las metodologías diferentes que mejoran la calidad de todo proceso de transformación personal.
  • Profesorado en Danza Primal. Es una metodología de trabajo corporal-energético-emocional basada en la recuperación de movimientos que movilizan el flujo primordial. Mediante posturas, respiraciones, gestos, sonidos, imágenes y ejercicios, su práctica es una invitación a redescubrir, armonizar, integrar y liberar nuestras energías.
  • Instructorado en Meditación Orgánica. El arte de la meditación permite que las personas desarrollen el arte de estar presentes aquí y ahora. Es una disciplina de trabajo respiratorio, de relajación y aquietamiento mental. Es un método para alcanzar descanso, la paz interior y conexión con la totalidad de la vida.

En cualquiera de estos caminos, los principios de trabajo aplicados son los mismos. Los detallamos a continuación:

1. Formación teórica de primer nivel. Para obtener un entendimiento profundo del Modelo del Ser humano desde dónde intervenimos. Por ello todos los formadores de EPTI son psicólogos y profesionales universitarios, con posgrados en las principales escuelas de Psicología Transpersonal del mundo.

2. Formación vivencial. Es fundamental que todos los métodos lingüísticos, corporales, emocionales y energéticos primero se vivan en primera persona. Es decir, que cada uno experimente esa exploración y ese encuentro con uno mismo en todas y cada una de esas cuestiones que suponen la expresión máxima de la plenitud del Ser humano. Luego de esta vivencia en primer lugar, cada uno será capaz de facilitar a los demás los métodos para que ellos mismos descubran y desplieguen todo su poder personal único, original e intransferible.

3. Formación-Prácticas. Muchas horas dedicadas e implicadas a brindar y a recibir sesiones de coaching y/o de psicoterapia. Siempre, por supuesto, bajo la supervisión y observación de un profesional idóneo que al finalizar cada sesión entregará un feedback del proceso.

4. Proceso transformacional profundo. Es, tal vez, una de las cuestiones más importantes. Por ello el aprendizaje es vivencial y permite que todo lo que se aprende sea aplicado -inmediatamente- al propio proceso de crecimiento y transformación personal.

Las Certificaciones de Danza Primal y Meditación Orgánica son un profundo trabajo personal y de desarrollo de habilidades que permite experimentar encuentros interpersonales con muchos compañeros de todo el mundo. En ese maravilloso marco natural del que presume Mendoza, un viaje a la montaña opera como una hermosa ceremonia de encuentro con nuestra propia naturaleza primordial. Todo ello para que la formación sea encarnada, vivida, sentida; para que sea una verdadera experiencia contemplativa, de autoconocimiento, de crecimiento interior, de sanación y de liberación.

Los diferentes programas de formación internacional que propone EPTI brindan una sólida y completa instrucción académica que comprende una profunda experiencia teórica, vivencial y práctica para formar agentes de crecimiento y cambio personal, institucional y social en los diferentes ámbitos del ser humano. 

¿Para qué te despiertas cada mañana?

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Despierta.

Quien mira hacia afuera sueña; quien mira hacia dentro despierta. Carl Jung.

Artículo basado en la conferencia de Curro Duarte: “¿Para qué te despiertas cada mañana?” Madrid, 2017.

El título de la conferencia ya es inquietante, cierto. Invita a reflexionar, aunque hasta aquí escriba sobre el tema. No obstante, cada palabra de nuestro especialista colabora con esa reflexión y me encargaré de extraer algunas de las observaciones más relevantes de su ponencia.

Y empezamos citando la pregunta: ¿es lo mismo levantarnos que despertarnos? Claro que no. El primero podríamos reducirlo a un mero acto físico; despertarnos pareciera ser bastante más que eso. Vayamos por partes.

En nuestra vida todos tenemos ocupaciones y preocupaciones. La pregunta es: ¿cómo nos posicionamos; cuál es nuestro rol frente a ellas?

Veamos. Cada uno de nosotros contempla un círculo de preocupación y uno de influencia. 

  • Círculo de preocupación: el trabajo, la salud, las hipotecas, el clima del fin de semana, el medio ambiente, una final de fútbol, etc. Es decir, todas cosas que -entendemos- no dependen de nosotros.
  • Círculo de influencia: la ropa que nos ponemos, el lugar donde trabajamos, el desayuno que tomamos, el destino del próximo viaje, etc. Es decir, las cosas que sí dependen de nosotros.

El hecho es que preocuparse no sirve para nada. Por ello, como nos sugiere Curro, lo más lógico es ampliar nuestro círculo de influencia para ocuparnos, que es lo que realmente cambia el enfoque y el resultado. Si repasamos los ejemplos anteriores expuestos en el círculo de preocupación, podríamos rápidamente identificar de cuáles sí podemos ocuparnos. Efectivamente, sí depende de nosotros cuidar nuestra salud, nuestro trabajo y también podemos hacer algo -desde nuestro lugar- para cuidar el medio ambiente. Está claro que nada podemos hacer respecto al clima o respecto al resultado de un encuentro deportivo.

Ahora bien, esta ampliación del círculo de influencia no es en vano. Cuando dejamos de poner todo fuera y nos hacemos cargo, cambiamos el rol “víctima” por el rol “responsable”. Una de las herramientas que nos ayuda a reconocer en qué rol estamos es el lenguaje. El lenguaje genera Ser. El lenguaje empieza en el pensamiento y su manifestación primera es la palabra. ¿Y cómo empieza nuestro día? Pues hablándonos a nosotros mismos.

Observamos la realidad, la interpretamos, nos emocionamos y actuamos.

La interpretación es lenguaje y, como decíamos, cada uno interpreta hablando consigo mismo. Imaginemos arrancar el día pensando en la reunión que nos espera con nuestro jefe y con la responsable del área; al primero no le gusta nada que le vayamos con problemas y la segunda siempre llega tarde y provoca atrasos y repeticiones cada vez que participa en una reunión. Centrarnos en lo negativo resulta una forma extraña (muy) de levantarnos dispuestos a tener un “buen día”.

Lo curioso es que cada uno elige en qué centrarse. Entonces, libremente, podemos elegir centrarnos en lo positivo que tiene el jefe y la responsable de área. Por ejemplo, al primero no le gustan los problemas, pero si le presentamos una solución es un tipo muy receptivo y abierto. La responsable siempre llega tarde, aunque siempre tiene ideas originales que aportar. En cierta forma, si elegimos centrarnos en lo bueno, nosotros también afrontaremos la reunión más abiertos a hacer aportaciones, a aprender y/o a desarrollar perspectivas más enriquecedoras.

Y ciertamente, lo que cada uno elige define su motivación. Es decir, si vamos mentalizados de que todo será infértil e improductivo, nuestra motivación estará desactivada, desconectada. Ahora bien, si esperamos algo bueno -en cualquier ámbito y actividad- estaremos motivados; mucho más si eso bueno lo esperamos de nosotros mismos. Pensemos acaso, cómo nos sentimos cuando vamos a practicar nuestro deporte favorito o cuando estamos preparando un viaje de vacaciones.

Ahora bien, ¿de qué depende que esperemos cosas buenas de nosotros mismos?

Tal y como afirma Curro, depende -sobre todo- de nuestro autoconcepto: creencias positivas (aquello en lo que creemos que somos buenos) y creencias limitantes (aquello que nos frena nuestro desarrollo personal o profesional). No obstante, la mayoría de las creencias limitantes son falsas. Sucede que nos las han inculcado a lo largo de la vida (padres, educadores, etc.) y aunque no somos conscientes de ellas, las llevamos como una especie de mochila por la vida. Así es que tenemos que cuestionarlas y enfrentarlas para incrementar nuestra motivación.

Pero además, para alcanzar esa motivación debemos conocernos un poco más. Lo que decíamos al comienzo “mirar hacia dentro y despertar” y descubrir qué es realmente lo que nos motiva.

A propósito de ello, el psicólogo David McClelland sostuvo que todos los individuos tenemos cuatro grandes motivadores:
  • Logro: gente competitiva, que le gusta conseguir cosas, los retos, etc. Por ejemplo, los deportistas de elite.
  • Afiliación: les gusta relacionarse, les gustan las personas.
  • Influencia social: influyen en otros para desarrollarlos. Les gusta ayudar a los demás.
  • Influencia personalizada: son los que influyen a otros para su propio beneficio.

Lo cierto es que todos tenemos un poco de cada uno, pero la mayoría tenemos mucho más de las dos primeras y poco de influencia. En otras palabras, nos centramos mucho en los resultados y en el cómo llegamos a ellos, pero pocas veces nos preguntamos por nuestros “para qué”.

Ahora sí, volvamos a la pregunta inicial: ¿para qué nos despertamos cada mañana?

Por ejemplo, nuestro especialista, junto al equipo de profesionales que conforman Despierta by CDR, despiertan cada día con el propósito de ayudar a las personas y a los equipos a que sean felices y se diviertan su trabajo. Efectivamente, también lo afirma Simon Sinek, creador del círculo de oro: “la gente no compra lo que haces, compra para qué lo haces”. Por ello, acompañan a las empresas a descubrir y alcanzar su propósito.

¿Y cuáles son los cómos de Despierta by CDR? diagnosticar el punto de partida a través de sus “despertadores” e implementar Programas de Desarrollo dinámicos, provocadores y con sentido del humor.

¿Y los qué? forjar líderes resonantes y equipos motivados, cohesionados, eficaces y emocionalmente competentes, que contribuyan a generar un clima laboral positivo, identifiquen las motivaciones de sus clientes, satisfagan sus necesidades y alcancen resultados extraordinarios.

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

#Reinvéntate

TU PASIÓN, TU ÉXITO

Suscríbete

¿Quieres recibir las últimas tendencias en materia de formación?