“Mientras las filosofías y los dogmas caen, el más sabio y sagrado de los libros sigue estando a nuestra disposición para que aprendamos de él minuto a minuto. Esta obra magna del universo, la mayor de las revelaciones, es nuestro cuerpo”. Así lo afirma Daniel Taroppio, director de la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) y creador de la Danza Primal.
Nuestro organismo está cargado de información universal. Millones de años se sintetizan en cada uno de nosotros y que todo ello representa una fuente de sabiduría que está a nuestra disposición, incluso a pesar de que hayamos olvidado cómo acceder a todo ese saber primordial. La Danza Primal, en tal sentido, fue concebida como un “puente” para volver a re-conectar con esa esencia, para re-activar nuestras energías creativas y para recordar nuestra capacidad de plenitud.
Efectivamente, todos los seres humanos en plenitud tenemos siete capacidades esenciales: La confianza, el disfrute de la vida, el poder personal, la afectividad, la inteligencia creativa, la intuición y el sentido de la trascendencia. Esta técnica nos permite activar esas memorias para que volvamos a conectar y a desplegar toda esa sabiduría y todas estas potencialidades naturales que tenemos, que en tantos casos hemos olvidado y en otros, producto de la educación y de distintas influencias, han sido igual de estimuladas que reprimidas.
Ahora bien, por más reprimidas u olvidadas que hayan sido, cada una de ellas permanece en nosotros intacta.
¿Cuál es la herramienta principal de la Danza Primal para llevar adelante esta reconexión?
Bien lo describía el creador de la metodología al comienzo: a través del cuerpo, recuperando posturas, gestos, movimientos, sonidos, respiraciones y pautas de interacción ancestrales, primigenias y universales.
Por todo ello, la Danza Primal es una metodología de trabajo corporal-energético y emocional, basada en la recuperación de movimientos primales que activan y armonizan los siete chakras del Yoga. Por extensión, cada uno de esos centros comprende un conjunto de funciones y de potencialidades biológicas, psicológicas, sociales y trascendentes. Con la práctica de esta danza, como hemos dicho, se activan y armoniza estas energías, trabajando sobre estos centros y sus funciones mediante la integración de la música, el movimiento, la imaginería y la liberación de la voz.
Curiosamente, poniendo el cuerpo en movimiento, es posible aquietar la mente. Por ello, además de todo lo que hemos venido mencionando, la Danza Primal también es una forma de meditación. De alguna manera, nos permite experimentar la no dualidad, ya que durante la práctica, por ejemplo, dejamos de experimentar la música como algo ajeno a nosotros y entendemos que somos lo mismo: pura vibración y energía. Desde esa expansión de la conciencia es posible adoptar verdaderas perspectivas libres de condicionamientos sobre los problemas cotidianos y sobre la vida en general.
Esta danza no es un baile, no tiene coreografía ni pasos a seguir; algo parecido a la vida y a todas las situaciones y circunstancias que nos tocan vivir.
Esta metodología no nos invita a aprender sino a recordar y reconocer lo que pertenece a la naturaleza primaria, a lo original.
Es decir, su práctica sólo es una invitación a redescubrir, armonizar, integrar y liberar nuestras energías. Es un regreso a los movimientos simples, a los gestos originales, a los sonidos primigenios y al redescubrimiento de nuestro propio cuerpo como “energía vibrante”.
La transformación en lo que realmente somos ocurre siempre desde adentro hacia fuera. Teniendo en cuenta esta premisa y recordando que también nos permite reconectar y desplegar todo aquello que poseemos y que en muchos casos hemos olvidado, la Danza Primal consigue un gran impacto en varios niveles:
- Plano psicofísico: nos permite el contacto con nuestra identidad básica, genética y biológica.
- Plano emocional: nos facilita resolver bloqueos de la expresividad y padecimientos sexuales, de alimentación y/o de ansiedad.
- Plano afectivo: nos permite la reconexión con las necesidades naturales de encuentro, intimidad y comunicación.
- Plano Mental: supone una gran estimulación de la creatividad y la inteligencia para vivir en plenitud.
- Plano espiritual: a partir de los movimientos primordiales conectamos con nuestro origen universal y aprendemos a fluir con la vida.
De esta forma, la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) ha diseñado una serie de talleres de Danza Primal, a través de los cuales nos invitan a una vivencia pura, original y sin filtro desde el minuto uno. Una vivencia corporal, emocional y energética que nos muestra nuestra identidad, nos libera del ruido y de nuestra agitación interior y nos permite sentirnos en unidad con el universo.
“La danza primal es celebración, júbilo, encuentro, magia y calidez humana, porque es un retorno a casa, a la Fuente, al origen de todo lo que existe. Sólo así podemos sanarnos, renovarnos y renacer (…) Sólo entonces podemos ser lo que verdaderamente somos”. Daniel Taroppio