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¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es mi karma?

¿Quién soy? ¿Para qué estoy aquí? ¿Cómo hago para transformar mi vacío en plenitud? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es mi karma? ¿Por qué se repiten siempre algunos patrones en mis relaciones? ¿Por qué me siento tan insatisfecho con casi todo lo que hago?

Estos interrogantes forman parte del universo de posibles preguntas que pueden formularse durante una sesión de Registros Akáshicos. Los Registros guardan la memoria de nuestras vidas, donde se registran todos los pensamientos, actos, sentimientos y emociones que experimentamos. Es un gran archivo que registra toda nuestra evolución álmica y contiene la historia de cada uno de nosotros en las sucesivas encarnaciones. 

Acceder a toda esa información nos permite reconocer, entre otras muchas cosas, cuál es nuestro karma. Pero, ¿qué es el karma? Estamos acostumbrados a interpretarlo desde la sabia ironía del humor; por ejemplo, alguien empuja a otro a la piscina e, inmediatamente después, da un traspiés y cae también; o alguien manifiesta la sola intención de empujar a otro y, no sólo no logra su objetivo, sino que tropieza absurdamente.

El karma obedece a la ley causa-efecto y no se crea únicamente a través de actos, sino también de palabra y pensamiento. Sin embargo, no se trata de algo tan simple como “causa y efecto inmediato”; el karma es energía transcendente. Para entenderlo un poco más, haremos una diferenciación entre:

1. El karma que podemos crear en esta encarnación.

Es el que creamos a través de nuestras acciones, sentimientos, palabras y pensamientos y vuelve hacia nosotros como respuesta de efecto similar. Es bien conocido el refrán “quien siembra vientos, recoge tempestades”.

2. El karma que arrastramos de vidas anteriores.

Vivimos situaciones que se repiten y no comprendemos, producto de otras vidas, de las que falta algo por aprender y equilibrar o compensar, y nos está afectando e incidiendo en nuestra vida actual. De hecho, hasta que esa descompensación con respecto a alguien o algo no se equilibre, nuestra tarea seguirá pendiente. Hasta que aprendamos a reconocerlo, lo sanemos y tomemos conciencia, nos encontraremos en la rueda kármica. Ciertamente, la vida es tan buena maestra que, si no aprendemos la lección, la lección se repetirá.

Por poner un ejemplo: ¿te resulta familiar aquella amiga que se entrega cien por cien en sus relaciones y termina siendo engañada repetidamente (y además de una manera cruel)? Si ella es buena, leal, fiel, comprensiva… ¿por qué todos terminan engañándola? ¿cómo nadie la valora?

Este tipo de karma es el que generalmente nos desorienta, pues no hay explicaciones racionales que justifiquen que esos patrones se repitan en la vida. Para nuestra mente racional, resulta injusto e incomprensible. Desde el lado espiritual, sin embargo, quizá su tarea pendiente se relaciona con poner límites a los demás, respetar sus propias decisiones o asumir el protagonismo de su vida. La Ley del Karma busca equilibrar cualquier descompensación álmica y nos conecta, por tanto, con vidas pasadas.

3. El karma que pasa de generación en generación.

Es el karma que heredamos de nuestros ancestros, es decir, padres, abuelos, bisabuelos, etc… y que se va perpetuando a través del grupo familiar. Todos hemos llegado a una familia compuesta por almas con las que tenemos un pacto que elegimos antes de nacer. No es una casualidad los padres que tenemos, el lugar en que nacemos, o la relación familiar que vivimos. No hay casualidades, sino causalidades. En este círculo de almas, hay cuestiones que comprender, liberar, perdonar y sanar. Solo con el perdón llega la sanación. 

Antes de nacer, nuestra alma elige con quienes encontrarse nuevamente para reparar todo aquello que haga falta reparar. Hay nudos kármicos por desatar, por así decir. Y cuando un integrante de ese círculo álmico “limpia” su karma, perdonando y aceptando lo vivido, ayuda y permite a los otros a liberar el suyo propio. Se compensa y sana lo que había pendiente. Por parte del que hace su trabajo kármico, el equilibrio está restablecido y reparado, independientemente de lo que los demás hagan. Por su parte, no deja “lastre” en sus descendientes.

El karma es una ley universal que busca el equilibrio y sanación álmica.

No busca el castigo, como muchos entienden. Por el contrario, su finalidad es darnos las oportunidades necesarias para que el alma pueda evolucionar y vivir en el amor incondicional, el perdón y la armonía. El karma es un despertar de la conciencia, que nos mueve a mirarnos sin engaños, con profundidad, para recoger el aprendizaje que nos lleva a realizar nuestro plan de vida.

Por tanto, es muy importante comprender que todo ocurre por una razón y que detrás de ello siempre hay un aprendizaje. Cuando por fin nos abrimos a esta lección de vida, entendemos el porqué de nuestros problemas y somos capaces de ver su sentido desde la comprensión y el amor. Recogemos el gran regalo que estaba oculto. Es desde este posicionamiento desde el que también comprendemos a los demás y aprendemos a no juzgarles, porque reconocemos que cada cual está dando sus pasos a su ritmo y según su libre albedrío.

Es fascinante y tranquilizador comprobar que los seres humanos tenemos a nuestra disposición los recursos para sanarnos, equilibrarnos, inundarnos de paz y gozo interior, avanzar ilimitadamente, vivir con sabiduría, solucionar nuestros conflictos, aliviar nuestros miedos, prosperar y ser felices.

Todos estos recursos se activan con la lectura de Registros Akáshicos, que opera sobre el alma de nuestro ser, dispensándonos de una intensa y profunda liberación y desbloqueo, sanando nuestras heridas del pasado y dándonos la posibilidad de encontrar el verdadero sentido de nuestra vida, aportándonos alegría y paz.

Registros Akáshicos. Descubre cuál es la misión de tu alma.

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Descubre cuál es
la misión de tu alma.

Lectura de Registros Akáshicos.

Hay miles de personas intentando dar sentido a su vida, intentando averiguar cuál es el propósito de haber nacido en un lugar determinado o de contar con ciertas cualidades específicas. Y aunque muchas pasan toda la vida con la incógnita o la incertidumbre, otras descubren su propósito vital, se enfocan en él y disfrutan de cómo todo -casi mágicamente- parece conspirar para que puedan cumplir con ello.

No obstante, es común “perdernos” en la búsqueda de la misión o propósito de vida. Hay tanto por resolver, tantas urgencias diarias, tantas necesidades, responsabilidades, preocupaciones, tantas personas que necesitan de nosotros, tantos compromisos y horarios… ¡tantas cosas que atender, que muchas veces se nos olvida vivir nuestra vida!  

Y en este vértigo, pasamos por alto que cada uno de nosotros está aquí por algo y para algo y, sabiendo esto, ¿cómo no averiguarlo? Es más: ¿cómo somos capaces de dejarlo a un lado siendo algo fundamental?, ¿por qué vivimos en piloto automático, incluso acostumbrándonos a lo que nos disgusta, angustia y duele, porque no somos capaces de afrontarlo, resolverlo o encontrarle una explicación racional?

Ahora bien, si tuviéramos acceso a información reveladora que nos permitiera tomar conciencia y comprender lo que nos sucede y para qué estamos aquí realmente, ¿nos animaríamos a conocerla?

Esa información, como hemos visto en un artículo anterior, se encuentra en los Registros Akáshicos. Todos y cada uno de nosotros tiene un registro único y completo de su alma. En los Registros Akáshicos podemos encontrar respuestas a las situaciones que se presentan en la vida y sanarlas para bien nuestro y de todos los involucrados.

Es una gran ayuda para nuestra evolución y crecimiento personal porque nos conecta de una forma profunda y amorosa con la Fuente creadora, nos abre los ojos más allá de las cosas mundanas.

La apertura y lectura de los Registros Akáshicos nos permite acceder a la memoria pura y profunda del alma para sanar el karma procedente de vidas pasadas, reconocer la misión elegida antes de encarnar y hacerla realidad con los dones y talentos que hemos recibido para ello. A través de las lecturas, se amplifican las posibilidades de sanación y se generan líneas de vida más alineadas con nuestra misión o propósito.

Hacemos una puntualización importante: Los Registros respetan siempre el libre albedrío y ritmo del consultante: cada uno de nosotros decide qué hacer con lo recibido durante la lectura y es responsable de sus elecciones de vida.

Una lectura de Registros Akáshicos es tan poderosa que nos ayuda a develar los motivos ocultos de nuestros miedos, fobias, angustias, estancamiento, desorientación, pérdida de interés, falta de “algo” … nos permite entender el para qué debemos atravesar esa situación y nos muestra el aprendizaje pendiente.

Esto es lo que significa sanar el alma: recordar quiénes somos, quiénes hemos sido, para qué estamos aquí y hacia dónde vamos.

Es reconocer, comprender, perdonar, sanar, tomar conciencia y aceptar el regalo de los Registros para crecer y vivir intensamente, de acuerdo a nuestro propósito de vida.

Carmen Sherpa, lectora profesional de Registros Akáshicos por ARCI (Akashic Record Consultants International) puede abrir tus Registros con tu consentimiento expreso y, de esta forma, podrás descubrir tu camino hacia un crecimiento personal más profundo de acuerdo con tu verdadero Ser.

 A partir de la información liberada, es posible entre otras cosas:

  • Conocer el origen de tus conflictos para poder solucionarlos.
  • Liberarte de patrones negativos y limitantes.
  • Desbloquear tu energía estancada y liberar dolor.
  • Sanar traumas y miedos que te impiden ser tú mismo.
  • Conocer tu verdadera misión. Tu verdadero camino.
  • Sanar las relaciones.

 

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Registros akáshicos para sanar el alma.

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Registros akáshicos
para sanar el alma.

“Comprender es liberarse y dar sentido a lo que vivimos” Carmen Sherpa

“Toda su vida haciendo lo correcto e intentando estar a la altura de las exigencias de su padre, siempre esperó un abrazo de él en forma de recompensa. Pero para su padre todo era poco y de ahí sus mil formas para subestimarla”.

¿Cuántas veces nos encontramos frente a una situación en la vida a la que no le encontramos una explicación racional? 

Tratamos de darle la vuelta, de encontrarle una salida o de justificar racionalmente esos patrones que se repiten una y otra vez; sin embargo, nada se cierra del todo. Muchos dejan de luchar, aceptándolo como parte de lo que les ha tocado vivir; otros prefieren hacer terapias para aprender a convivir con ello; y otros se animan a recibir una lectura de Registros Akáshicos para poner luz en medio de tanta sombra. 

Porque en ejemplos como el del inicio, del que se desprende una conducta tan enfocada a conseguir ese reconocimiento materno que nunca llega, hay algo que, además de multiplicar la frustración, empieza a hacer mucho ruido. La lectura de Registros Akáshicos es el camino para comprenderlo y encontrar el sentido. 

Efectivamente, los archivos akáshicos guardan la memoria de nuestras vidas, donde se registran todos los pensamientos, actos, sentimientos y emociones que experimentamos. Es un gran archivo que registra toda nuestra evolución álmica y contiene la historia de cada uno de nosotros en las sucesivas encarnaciones. 

La noticia más extraordinaria es que todo ese archivo puede ser utilizado en nuestro beneficio. Todo el universo que somos, la manifestación de nuestro potencial, la riqueza interna y externa, el propósito de vida y la resolución de problemas corresponde abordarlos desde lo que somos en esencia, en conexión con la Fuente.

“Se trata de un proceso único, mágico, tranquilizador y revelador», afirma Carmen Sherpa, lectora profesional de registros akáshicos por ARCI (Akashic Record Consultants International).

Una lectura consiste en abrir los propios Registros del consultante, a través del lector, permitiendo que emerja la información en un nivel de conciencia libre de juicios a partir de las preguntas del interesado. Sirve para iluminar zonas en sombra de nuestra vida, sanarlas y lograr una mayor comprensión de lo que vivimos.

Los Registros respetan siempre nuestro libre albedrío.
  • No se saltan nuestro libre albedrío, aunque vayamos en dirección contraria a la que nos muestran, como si fueran el GPS del coche que conducimos.
¿En qué consiste una lectura de Registros Akáshicos?
  • Es un proceso dinámico de preguntas/respuestas que pueden girar en torno al pasado, presente y/o futuro.
  • Es necesario dar el nombre oficial completo y fecha de nacimiento.
  • Se pueden plantear cuestiones o problemas en relación a otra persona, de la que también se aporta su nombre legal y fecha de nacimiento.
  • Dura una hora aproximadamente.
  • Hay que dejar un margen de dos meses entre lectura y lectura.
Aplicación práctica a un sinfín de ámbitos de la vida:

Desde la necesidad fundamental de encontrar el propósito en la vida, hasta el deseo de resolver apegos, bloqueos, ataduras, patrones repetitivos, conflictos personales y/o problemas familiares. Me detengo aquí porque sé de lo impactante y reveladora que resultó la lectura para el protagonista de la historia que empezábamos a contar al principio… 

Sin develar el proceso, es importante contar que, a través de la lectura que recibió, descubrió que en una de sus vidas pasadas había sido una persona sumamente déspota y soberbia. A través de una de sus “víctimas”, el padre en su vida actual, aprendió a revertir esa energía y transmutarla por el patrón contrario de humildad, generosidad y ayuda. La lectura le ha permitido entender muchos sinsabores de su infancia y juventud en esta vida, comprendiendo que su padre hacía de “acicate” o palanca de cambio para evolucionar y cambiar el tipo de energía con la que había nacido en esta encarnación.

Su padre cumplió con su propósito de vida, y el protagonista de esta historia comprendió lo que necesitaba aprender para revertir su energía y sanar su alma; pero no sólo eso, que ya es mucho, también le permitió reconocer su misión en esta encarnación y emplear todo ese aprendizaje y fuerza que conllevó su sufrimiento para entender con profundidad y respeto, como si de sí mismo se tratara, la problemática y el sinsentido que pueden estar viviendo otras personas que no comprenden los contratiempos que están experimentando.

Nada ocurre por casualidad: cada encuentro, relación y vivencia nos está dando señales de lo que hemos venido a aprender y experimentar.

Un último y no menos importante apunte sobre este apasionante mundo: la sanación akáshica y la dispensación kármica que se generan en la lectura de Registros Akáshicos al nivel del alma actúan para bien del consultante y de todos los involucrados, sea el que sea su estado de conciencia.

Es decisión de cada uno hacer uso del libre albedrío para vivir en la luz o en la oscuridad.

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¡Explora, descubre y rentabiliza todo tu potencial!

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Reconoce y cambia
tu mapa mental.

Si en este instante hubiera un accidente en la carretera frente a una decena de testigos, todos ellos tendrían diferentes versiones de lo ocurrido. Ninguno es dueño de la verdad y ninguno está equivocado. Veamos por qué ocurre esto y pongamos un poco de luz respecto a lo que es “mapa” y lo que es “territorio”.

En el ejemplo, el territorio (la realidad) es el accidente en la carretera; el mapa mental son nuestras interpretaciones sobre el hecho. Interpretaciones que, por definición, son parciales, subjetivas e incompletas. Por ese mismo motivo, esa decena de testigos podrían concluir en algo muy distinto e, incluso, radicalmente opuesto.

Esa interpretación es producto de nuestros filtros perceptuales, experiencias y creencias que hemos asumido como propias (en silencio y casi automáticamente). La mayoría han sido inculcadas por padres, educadores y personas cercanas y, aunque muchas de ellas son funcionales, otras son verdaderamente limitantes.

Vale decir, entonces, que nunca podremos percibir la realidad tal como es, pues no tenemos un botón desde el que podamos “resetearnos” como si fuéramos máquinas y deshacernos de todo lo aprendido -que tampoco es la idea-. Desde esa postura, juzgamos, criticamos a los demás ya que “no entienden”, “no se dan cuenta”, “no les importa”, “no se preocupan”; sin damos cuenta de que todas estas frases están basadas en juicios que elaboramos acerca de la conducta de los demás, en base a nuestro mapa y sin darnos cuenta de que el otro actúa en base a su mapa.

¿Cuántas veces hemos insistido hasta el cansancio para que los otros “vean” la realidad de manera idéntica a como la vemos nosotros?

Ahora ya sabemos que eso es, claramente, imposible. Imposible, desde el momento en el que ni siquiera cuestionamos nuestro mapa mental.

De hecho, ni siquiera tenemos conciencia de que existe, aunque esa falta de conciencia sobre por qué interpretamos como lo hacemos muchas veces es fuente de sufrimiento.

Desbloquea creencias limitantes.
Trabaja en creencias potenciadoras.

¿Ansiedad? ¿Culpa? ¿Desconfianza? ¿Rechazo? ¿Falta de valía?

Aquí está el problema. Cuando estos filtros perceptuales nos dejan alojados en marcos emocionales de angustia, miedo, falta de seguridad o confianza en nosotros mismos, nos bloqueamos y nos cerramos a nuevas posibilidades. Necesitamos hacer conscientes las creencias limitantes para poder rediseñar partes de nuestro mapa mental. Necesitamos saber cuándo las experimentamos y cuándo no son coherentes.

Poner en positivo las negaciones de las creencias limitantes nos libera de obstáculos, nos abre a nuevas oportunidades y nos permite tomar la responsabilidad sobre nuestra nueva vida y ejercer nuestra capacidad o habilidad para responder ante lo que nos acontece de manera consciente.

¿Cómo sintonizarte con tu propósito interior?

¿Adecuar nuestro mapa mental para ser exitoso o tener éxitos? 

Son dos cosas distintas. La primera es un propósito interior, pues tiene que ver con el ser; la segunda es exterior, pues tiene que ver con el hacer. Pero veamos por qué es importante a la hora de rediseñar nuestro mapa mental.

El éxito, según la idea convencional, es lograr algo que te hayas propuesto hacer. Algunos dirán que el éxito es el resultado de una combinación de trabajo duro y suerte, o de determinación y talento, o de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Pero, justamente, el propósito exterior (el éxito) no dura para siempre; está sometido al tiempo, y después es sustituido por algún otro propósito.

No obstante, cuando el hacer está infundido con la calidad atemporal del ser, podemos considerarnos exitosos. Si el ser fluye en el hacer, significa que estamos presentes, concentrados en lo que está pasando aquí y ahora, liberados del ego y de los pensamientos condicionados.

¡Explora, descubre y rentabiliza todo tu potencial!

Nuestro modelo o mapa mental nos ha servido en nuestra vida para llegar hasta donde estamos; aunque para avanzar, para cambiar de rumbo o para redirigir aspectos puntuales, es imprescindible contar con nuevos recursos mentales, nuevas actitudes y nuevos comportamientos.

Si te atreves a salir del mapa mental, obtendrás resultados distintos, mejores y sorprendentes.

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Satisfacción personal. Tú puedes hacer que suceda y que valga la pena.

Imagina que en tu vida dispusieras de dos botones: uno para borrar y comenzar de nuevo, cada vez que te equivocas, y otro para hacer que todo lo que quieres simplemente ocurra cuándo, dónde y cómo te plazca (satisfacción personal).

Puede que ahora mismo estés sonriendo, imaginando lo que harías pero, en realidad, estos botones sólo existen en esta historia.

Es posible que, primero, te hayas imaginado todos tus deseos realizados.

Puede que algunos sean absurdos y tengan más relación con algún cómic que con la vida misma, de modo que amablemente te los dejamos para tu análisis; pero puede que muchos otros, situaciones o proyectos personales, tengan que ver con lo que realmente quieres (y no te animas a hacer), con el lugar donde te gustaría estar (al que te da miedo no saber cómo llegar), con todo lo que anhelas y quieres lograr (pero que temes por las pérdidas en el camino que puede ocasionar).

Tal vez ya lo hayas intentado antes y estés cansado de tropezarte una y otra vez…

O ya no te cause tanta gracia atesorar cicatrices respaldadas por historias o decisiones poco felices. Es probable que hayas tenido uno y mil motivos para quejarte, para sentirte abatido frente a las circunstancias; aún así, siempre te has levantado y aquí estás, seguramente con tantos aciertos como equivocaciones a lo largo de toda tu historia…

Aunque, muchas veces, piensas en todo aquello en lo que has dejado de insistir:

  • Has abandonado un proyecto porque siempre te quedas en la misma parte de la historia.
  • Has dejado de aspirar a más en tu trabajo porque todo el mundo te dice que has alcanzado tu techo.
  • Has comenzado a planificar según la más absoluta austeridad porque el mundo se ha vuelto un poco loco y te sientes obligado a esperar que las cosas pasen sin que tú intervengas.

Puedes haber tropezado, puede que hayas experimentado un miedo irracional imaginando los efectos colaterales (terribles) de tus decisiones, puede que hayas dejado que la voz de otros sea más fuerte que la tuya, puede que te hayas convencido de que la no-accción es la mejor opción; pero nada, absolutamente nada, justifica que te rindas. ¿Sabes por qué? Porque rendirse o resignarse no forma parte del ADN de nadie. Todos tenemos herramientas para salir adelante, mejorar, superarnos, inspirarnos y realizarnos como personas.

Movernos, equivocarnos y crecer, son sinónimos de estar vivos.

No existe la magia (ni el botón), ni instrucciones universales a las que podamos ceñirnos para ver cómo provocamos, cómo reparamos o cómo solucionamos una u otra cosa. Lo que sí existe es el camino del descubrimiento personal, la búsqueda de nuestro “yo auténtico”: único en experiencias, aprendizajes y creencias incorporadas a lo largo de la vida.

¿Por qué nos cuesta dejar de «actuar» en círculo?

Es habitual escuchar ese eterno fastidio en torno a la desbordante rutina que nos envuelve. Que las responsabilidades, que las obligaciones, que los compromisos…Ese “de todo un poco” que se traduce en “demasiado” y que infinitas veces opera de escudo para ocultar nuestra falta de claridad para conectarnos con lo que realmente deseamos.

Muchas veces nos encontramos en época de caos, mala racha y energía y justificamos o permitimos que todo nos salga “mal”. Sin embargo, cuando todo está “bien”, cuando los astros nos favorecen y la vida parece ser un camino sin obstáculos, aún experimentando alivio, seguimos sintiéndonos en una especie de conformidad incómoda.

Escuchaba, en relación a lo expuesto, la conversación que mantenía un grupo de amigos. Uno de ellos explicaba que había decidido acudir a un profesional para que le ayudase a dar forma a su proyecto como emprendedor; ese fue el detonante para que todos expusieran, sin orden alguno, cada uno de sus peculiares avatares diarios y sus proyectos pospuestos. La realidad es que ninguno parecía tener determinación en cuanto a lo que quería, ni sabía por dónde empezar, aunque todos coincidían en que lo que no encontraban era la forma de desacomodarse de la rutina para centrarse en lo que querían realmente.

Como el tiempo es finito, no hace paréntesis y no da privilegios, todo debemos hacerlo mientras “transitamos” por esa rutina que nos parece más dirigida por los demás, que por nosotros mismos.

Ejemplos como la charla citada anteriormente se dan con más frecuencia de la deseada. Se escuchan por doquier quejas, excusas, desencuentros, etc … Sin embargo, muchos permanecen en la zona cómoda, en un círculo vicioso que los mantiene desconectados de sus potencialidades y verdaderos propósitos, haciendo lo justo para llegar a “algún sitio”. Ahora bien, si no saben con claridad hacia dónde quieren ir, “algún sitio” será el único y repetitivo objetivo cumplido con creces.

Me pregunto entonces:

¿Por qué nos cuesta tanto dejar de ”actuar” en círculo? ¿Por qué nos vemos repitiendo más o menos lo mismo, sin conectar con nosotros mismos? ¿Sabemos realmente lo que queremos? ¿Por qué siempre vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro? ¿A qué le tenemos miedo?

Lo que desconocemos de nosotros mismos nos domina. Lo que resiste, persiste.

Saber qué queremos es una de las cuestiones básicas para gestionar nuestra propia felicidad. Apunta a lo que queremos como seres auténticos, y no a lo que quiere nuestra “imagen maquillada”, esa que responde a las expectativas de los demás y que de tanto repetirla la terminamos incorporando como verdadera.

Liberarnos de las máscaras y aceptarnos, con lo bueno y con lo malo, es el primer paso para conectarnos con nuestro interior y para descubrir ese lugar hacia el que queremos llegar.

El valor de encontrarnos con nuestra identidad genuina es altísimo, pues descubrimos fortalezas, debilidades, aspectos de nosotros que nos gustan y otros que no nos gustan tanto, pero que forman parte de nosotros también y están ahí para enseñarnos algo.

Si nos atrevemos a reconocer esos aspectos personales que nos negamos a ver, podremos aprender y aprehender las enseñanzas que guardan para nosotros, transformarlos y transcenderlos. Si, por el contrario, los ignoramos, seremos “presa” de su energía retenida y no aceptada que se rebelará contra nuestra imagen mentalmente establecida como “correcta” cuando menos lo esperemos, creando insatisfacción y sufrimiento en nuestra vida y en la de nuestros seres cercanos.

Recordemos: lo que resiste, persiste. 

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