Buscar

Registros akáshicos para sanar el alma.

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Registros akáshicos
para sanar el alma.

“Comprender es liberarse y dar sentido a lo que vivimos” Carmen Sherpa

“Toda su vida haciendo lo correcto e intentando estar a la altura de las exigencias de su padre, siempre esperó un abrazo de él en forma de recompensa. Pero para su padre todo era poco y de ahí sus mil formas para subestimarla”.

¿Cuántas veces nos encontramos frente a una situación en la vida a la que no le encontramos una explicación racional? 

Tratamos de darle la vuelta, de encontrarle una salida o de justificar racionalmente esos patrones que se repiten una y otra vez; sin embargo, nada se cierra del todo. Muchos dejan de luchar, aceptándolo como parte de lo que les ha tocado vivir; otros prefieren hacer terapias para aprender a convivir con ello; y otros se animan a recibir una lectura de Registros Akáshicos para poner luz en medio de tanta sombra. 

Porque en ejemplos como el del inicio, del que se desprende una conducta tan enfocada a conseguir ese reconocimiento materno que nunca llega, hay algo que, además de multiplicar la frustración, empieza a hacer mucho ruido. La lectura de Registros Akáshicos es el camino para comprenderlo y encontrar el sentido. 

Efectivamente, los archivos akáshicos guardan la memoria de nuestras vidas, donde se registran todos los pensamientos, actos, sentimientos y emociones que experimentamos. Es un gran archivo que registra toda nuestra evolución álmica y contiene la historia de cada uno de nosotros en las sucesivas encarnaciones. 

La noticia más extraordinaria es que todo ese archivo puede ser utilizado en nuestro beneficio. Todo el universo que somos, la manifestación de nuestro potencial, la riqueza interna y externa, el propósito de vida y la resolución de problemas corresponde abordarlos desde lo que somos en esencia, en conexión con la Fuente.

“Se trata de un proceso único, mágico, tranquilizador y revelador», afirma Carmen Sherpa, lectora profesional de registros akáshicos por ARCI (Akashic Record Consultants International).

Una lectura consiste en abrir los propios Registros del consultante, a través del lector, permitiendo que emerja la información en un nivel de conciencia libre de juicios a partir de las preguntas del interesado. Sirve para iluminar zonas en sombra de nuestra vida, sanarlas y lograr una mayor comprensión de lo que vivimos.

Los Registros respetan siempre nuestro libre albedrío.
  • No se saltan nuestro libre albedrío, aunque vayamos en dirección contraria a la que nos muestran, como si fueran el GPS del coche que conducimos.
¿En qué consiste una lectura de Registros Akáshicos?
  • Es un proceso dinámico de preguntas/respuestas que pueden girar en torno al pasado, presente y/o futuro.
  • Es necesario dar el nombre oficial completo y fecha de nacimiento.
  • Se pueden plantear cuestiones o problemas en relación a otra persona, de la que también se aporta su nombre legal y fecha de nacimiento.
  • Dura una hora aproximadamente.
  • Hay que dejar un margen de dos meses entre lectura y lectura.
Aplicación práctica a un sinfín de ámbitos de la vida:

Desde la necesidad fundamental de encontrar el propósito en la vida, hasta el deseo de resolver apegos, bloqueos, ataduras, patrones repetitivos, conflictos personales y/o problemas familiares. Me detengo aquí porque sé de lo impactante y reveladora que resultó la lectura para el protagonista de la historia que empezábamos a contar al principio… 

Sin develar el proceso, es importante contar que, a través de la lectura que recibió, descubrió que en una de sus vidas pasadas había sido una persona sumamente déspota y soberbia. A través de una de sus “víctimas”, el padre en su vida actual, aprendió a revertir esa energía y transmutarla por el patrón contrario de humildad, generosidad y ayuda. La lectura le ha permitido entender muchos sinsabores de su infancia y juventud en esta vida, comprendiendo que su padre hacía de “acicate” o palanca de cambio para evolucionar y cambiar el tipo de energía con la que había nacido en esta encarnación.

Su padre cumplió con su propósito de vida, y el protagonista de esta historia comprendió lo que necesitaba aprender para revertir su energía y sanar su alma; pero no sólo eso, que ya es mucho, también le permitió reconocer su misión en esta encarnación y emplear todo ese aprendizaje y fuerza que conllevó su sufrimiento para entender con profundidad y respeto, como si de sí mismo se tratara, la problemática y el sinsentido que pueden estar viviendo otras personas que no comprenden los contratiempos que están experimentando.

Nada ocurre por casualidad: cada encuentro, relación y vivencia nos está dando señales de lo que hemos venido a aprender y experimentar.

Un último y no menos importante apunte sobre este apasionante mundo: la sanación akáshica y la dispensación kármica que se generan en la lectura de Registros Akáshicos al nivel del alma actúan para bien del consultante y de todos los involucrados, sea el que sea su estado de conciencia.

Es decisión de cada uno hacer uso del libre albedrío para vivir en la luz o en la oscuridad.

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Inteligencia Sistémica. ¿Para qué una sesión individual?

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Inteligencia Sistémica
para el crecimiento personal.

La oscuridad nos impulsa a buscar la luz; la claridad a encontrar caminos nuevos, viables y saludables hacia la vida.

Cuando se llega a situaciones personales, familiares u organizacionales límite; a modelos de comportamiento, económicos o políticos agotados; a patrones repetitivos cansinos que consumen mucha energía y generan poco beneficio; a crisis en las que casi todos pierden, o a entornos donde ya no hay ideas ni ilusión, ¿qué hacer?

La Inteligencia Sistémica facilita este cambio, al aumentar nuestra conciencia sobre lo que nos ocurre e induciendo soluciones para satisfacer mejor nuestras necesidades. Nos ayuda a cambiar porque nos ayuda a pasar:
  • Del habitual punto de observación a mirar desde otros distintos.
  • Del usual campo de visión a otro más amplio.
  • De una corriente forma de mirar a otra más profunda.
  • Del pensamiento lineal y simplista al sistémico, complejo y dinámico.
  • De lo rígido y pesado a lo flexible, ágil y ligero.
  • De lo aparente y cuantitativo a lo sutil y cualitativo.
  • De la distracción y dispersión a la atención plena en lo esencial.
  • De la inconciencia a darnos cuenta y responsabilizarnos.
  • De la percepción actual a la generación de nuevas y positivas visiones.
  • De la separación y competición a la integración y cooperación.
  • Del interés parcial a la responsabilidad económica, ambiental y social.
  • De los problemas a las soluciones.
  • De las cargas, bloqueos y enredos propios a soltarlos y fluir.
  • De dar el poder de lo nuestro a otros, a empoderarnos.
  • De la inquietud ante la incertidumbre a la serenidad ante lo que es.
  • Del desgaste emocional a la fuerza, paz y vida plena.
  • De llegar y centrarse en la enfermedad, a la prevención y a la salud.

Con el trabajo sistémico sobre una determinada situación difícil, suele haber un antes y un después, independientemente de la modalidad utilizada, sea en grupo abierto o cerrado o en sesión individual. Aquí me voy a centrar en esta última.

Inteligencia Sistémica. ¿Para qué una sesión individual?

Una sesión individual de Inteligencia Sistémica es paradójicamente una manera sencilla de trabajar asuntos complejos. Una clave está en la calidad de empatía y de relación del profesional de la ayuda con el cliente. Cuando esa calidad existe, el cliente se puede dar permiso para llegar hasta donde nunca había llegado antes.

He tenido clientes de más de sesenta y cinco años que han podido expresar: “¡por fin!” hechos fuertes vividos y sufridos que hasta entonces los habían mantenido en el más estricto silencio, encerrados a cal y canto en lo más hondo de su ser. Una vez dichos y puestos al descubierto, la transformación inmediata de su cara no tiene precio.

Esto confirma la frase de Erwin Schrödinger, Premio Nobel de Física en 1933: ”Cuando tomamos consciencia de algo, se desvanece la función de onda”. Es decir, desaparece en nosotros la energía acoplada a dicha onda, implícita y generada por la emoción que generó aquel hecho traumático que, a modo de un tsunami, nos tragamos toda su impacto energético, lo somatizamos y albergamos toda esa energía agitadora en nuestras células, hasta el momento de arrancarlo de nuestro inconsciente y hacerlo consciente.

También completa nuestra comprensión la frase de Niels Bohr, Premio Nobel de Física en 1922: “Si observamos un punto específico, las otras posibilidades se desvanecen”. Es decir, cuando nos quedamos emocionalmente enganchados en algo (por ejemplo, en el dolor de haber perdido a mi madre siendo yo bebé), lo que ocurre inconscientemente, las otras infinitas posibilidades que tenemos se desvanecen en nosotros hasta que somos capaces de abrir la puerta y dejar pasar toda esa energía acumulada en nuestro inconsciente al consciente.

Una sesión individual de Inteligencia Sistémica va directamente al grano sin necesitar grandes recursos. Los más corrientes son muñecos o papeles en el suelo. Saben lo que no está escrito.

Una sesión individual de Inteligencia Sistémica se caracteriza también por su gran adaptabilidad a las necesidades del cliente en cuanto a lugar, fecha y horario; además, puede realizarse telefónicamente.

Trabajando con un colectivo especialmente difícil, recuerdo su desconfianza inicial hacia mí. Hubo un grupo de tres hombres que decidieron asistir juntos a una sesión. Les pregunté si alguno de ellos tenía algún inconveniente, dada la información confidencial personal que previsiblemente podía surgir. Cada uno de ellos afirmó no estar preocupado por ello. Acepté trabajar con los tres.

En la primera sesión, trabajó uno de ellos su caso con la asistencia de los otros dos. En la segunda, otro. El tercero se mantenía al margen. Pasó un tiempo. Y un día apareció; había decidido trabajar solo. Quería trabajar su rabia, la cual le había hecho perder trabajos y cometer actos fuera de norma. Utilizamos muñecos. Después de hacerle un comentario sobre la imagen tridimensional construida, se quedó inmóvil, en silencio y con la mirada fija durante unos diez minutos en dos de ellos. Después, me miró, y dijo: ”Ya no necesito más. Es suficiente. Gracias”. Claramente emocionado, se levantó y se fue.

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

¡Explora, descubre y rentabiliza todo tu potencial!

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Reconoce y cambia
tu mapa mental.

Si en este instante hubiera un accidente en la carretera frente a una decena de testigos, todos ellos tendrían diferentes versiones de lo ocurrido. Ninguno es dueño de la verdad y ninguno está equivocado. Veamos por qué ocurre esto y pongamos un poco de luz respecto a lo que es “mapa” y lo que es “territorio”.

En el ejemplo, el territorio (la realidad) es el accidente en la carretera; el mapa mental son nuestras interpretaciones sobre el hecho. Interpretaciones que, por definición, son parciales, subjetivas e incompletas. Por ese mismo motivo, esa decena de testigos podrían concluir en algo muy distinto e, incluso, radicalmente opuesto.

Esa interpretación es producto de nuestros filtros perceptuales, experiencias y creencias que hemos asumido como propias (en silencio y casi automáticamente). La mayoría han sido inculcadas por padres, educadores y personas cercanas y, aunque muchas de ellas son funcionales, otras son verdaderamente limitantes.

Vale decir, entonces, que nunca podremos percibir la realidad tal como es, pues no tenemos un botón desde el que podamos “resetearnos” como si fuéramos máquinas y deshacernos de todo lo aprendido -que tampoco es la idea-. Desde esa postura, juzgamos, criticamos a los demás ya que “no entienden”, “no se dan cuenta”, “no les importa”, “no se preocupan”; sin damos cuenta de que todas estas frases están basadas en juicios que elaboramos acerca de la conducta de los demás, en base a nuestro mapa y sin darnos cuenta de que el otro actúa en base a su mapa.

¿Cuántas veces hemos insistido hasta el cansancio para que los otros “vean” la realidad de manera idéntica a como la vemos nosotros?

Ahora ya sabemos que eso es, claramente, imposible. Imposible, desde el momento en el que ni siquiera cuestionamos nuestro mapa mental.

De hecho, ni siquiera tenemos conciencia de que existe, aunque esa falta de conciencia sobre por qué interpretamos como lo hacemos muchas veces es fuente de sufrimiento.

Desbloquea creencias limitantes.
Trabaja en creencias potenciadoras.

¿Ansiedad? ¿Culpa? ¿Desconfianza? ¿Rechazo? ¿Falta de valía?

Aquí está el problema. Cuando estos filtros perceptuales nos dejan alojados en marcos emocionales de angustia, miedo, falta de seguridad o confianza en nosotros mismos, nos bloqueamos y nos cerramos a nuevas posibilidades. Necesitamos hacer conscientes las creencias limitantes para poder rediseñar partes de nuestro mapa mental. Necesitamos saber cuándo las experimentamos y cuándo no son coherentes.

Poner en positivo las negaciones de las creencias limitantes nos libera de obstáculos, nos abre a nuevas oportunidades y nos permite tomar la responsabilidad sobre nuestra nueva vida y ejercer nuestra capacidad o habilidad para responder ante lo que nos acontece de manera consciente.

¿Cómo sintonizarte con tu propósito interior?

¿Adecuar nuestro mapa mental para ser exitoso o tener éxitos? 

Son dos cosas distintas. La primera es un propósito interior, pues tiene que ver con el ser; la segunda es exterior, pues tiene que ver con el hacer. Pero veamos por qué es importante a la hora de rediseñar nuestro mapa mental.

El éxito, según la idea convencional, es lograr algo que te hayas propuesto hacer. Algunos dirán que el éxito es el resultado de una combinación de trabajo duro y suerte, o de determinación y talento, o de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. Pero, justamente, el propósito exterior (el éxito) no dura para siempre; está sometido al tiempo, y después es sustituido por algún otro propósito.

No obstante, cuando el hacer está infundido con la calidad atemporal del ser, podemos considerarnos exitosos. Si el ser fluye en el hacer, significa que estamos presentes, concentrados en lo que está pasando aquí y ahora, liberados del ego y de los pensamientos condicionados.

¡Explora, descubre y rentabiliza todo tu potencial!

Nuestro modelo o mapa mental nos ha servido en nuestra vida para llegar hasta donde estamos; aunque para avanzar, para cambiar de rumbo o para redirigir aspectos puntuales, es imprescindible contar con nuevos recursos mentales, nuevas actitudes y nuevos comportamientos.

Si te atreves a salir del mapa mental, obtendrás resultados distintos, mejores y sorprendentes.

[do action=»solicita-mas-informacion»/]

Satisfacción personal. Tú puedes hacer que suceda y que valga la pena.

Imagina que en tu vida dispusieras de dos botones: uno para borrar y comenzar de nuevo, cada vez que te equivocas, y otro para hacer que todo lo que quieres simplemente ocurra cuándo, dónde y cómo te plazca (satisfacción personal).

Puede que ahora mismo estés sonriendo, imaginando lo que harías pero, en realidad, estos botones sólo existen en esta historia.

Es posible que, primero, te hayas imaginado todos tus deseos realizados.

Puede que algunos sean absurdos y tengan más relación con algún cómic que con la vida misma, de modo que amablemente te los dejamos para tu análisis; pero puede que muchos otros, situaciones o proyectos personales, tengan que ver con lo que realmente quieres (y no te animas a hacer), con el lugar donde te gustaría estar (al que te da miedo no saber cómo llegar), con todo lo que anhelas y quieres lograr (pero que temes por las pérdidas en el camino que puede ocasionar).

Tal vez ya lo hayas intentado antes y estés cansado de tropezarte una y otra vez…

O ya no te cause tanta gracia atesorar cicatrices respaldadas por historias o decisiones poco felices. Es probable que hayas tenido uno y mil motivos para quejarte, para sentirte abatido frente a las circunstancias; aún así, siempre te has levantado y aquí estás, seguramente con tantos aciertos como equivocaciones a lo largo de toda tu historia…

Aunque, muchas veces, piensas en todo aquello en lo que has dejado de insistir:

  • Has abandonado un proyecto porque siempre te quedas en la misma parte de la historia.
  • Has dejado de aspirar a más en tu trabajo porque todo el mundo te dice que has alcanzado tu techo.
  • Has comenzado a planificar según la más absoluta austeridad porque el mundo se ha vuelto un poco loco y te sientes obligado a esperar que las cosas pasen sin que tú intervengas.

Puedes haber tropezado, puede que hayas experimentado un miedo irracional imaginando los efectos colaterales (terribles) de tus decisiones, puede que hayas dejado que la voz de otros sea más fuerte que la tuya, puede que te hayas convencido de que la no-accción es la mejor opción; pero nada, absolutamente nada, justifica que te rindas. ¿Sabes por qué? Porque rendirse o resignarse no forma parte del ADN de nadie. Todos tenemos herramientas para salir adelante, mejorar, superarnos, inspirarnos y realizarnos como personas.

Movernos, equivocarnos y crecer, son sinónimos de estar vivos.

No existe la magia (ni el botón), ni instrucciones universales a las que podamos ceñirnos para ver cómo provocamos, cómo reparamos o cómo solucionamos una u otra cosa. Lo que sí existe es el camino del descubrimiento personal, la búsqueda de nuestro “yo auténtico”: único en experiencias, aprendizajes y creencias incorporadas a lo largo de la vida.

¿Por qué nos cuesta dejar de «actuar» en círculo?

Es habitual escuchar ese eterno fastidio en torno a la desbordante rutina que nos envuelve. Que las responsabilidades, que las obligaciones, que los compromisos…Ese “de todo un poco” que se traduce en “demasiado” y que infinitas veces opera de escudo para ocultar nuestra falta de claridad para conectarnos con lo que realmente deseamos.

Muchas veces nos encontramos en época de caos, mala racha y energía y justificamos o permitimos que todo nos salga “mal”. Sin embargo, cuando todo está “bien”, cuando los astros nos favorecen y la vida parece ser un camino sin obstáculos, aún experimentando alivio, seguimos sintiéndonos en una especie de conformidad incómoda.

Escuchaba, en relación a lo expuesto, la conversación que mantenía un grupo de amigos. Uno de ellos explicaba que había decidido acudir a un profesional para que le ayudase a dar forma a su proyecto como emprendedor; ese fue el detonante para que todos expusieran, sin orden alguno, cada uno de sus peculiares avatares diarios y sus proyectos pospuestos. La realidad es que ninguno parecía tener determinación en cuanto a lo que quería, ni sabía por dónde empezar, aunque todos coincidían en que lo que no encontraban era la forma de desacomodarse de la rutina para centrarse en lo que querían realmente.

Como el tiempo es finito, no hace paréntesis y no da privilegios, todo debemos hacerlo mientras “transitamos” por esa rutina que nos parece más dirigida por los demás, que por nosotros mismos.

Ejemplos como la charla citada anteriormente se dan con más frecuencia de la deseada. Se escuchan por doquier quejas, excusas, desencuentros, etc … Sin embargo, muchos permanecen en la zona cómoda, en un círculo vicioso que los mantiene desconectados de sus potencialidades y verdaderos propósitos, haciendo lo justo para llegar a “algún sitio”. Ahora bien, si no saben con claridad hacia dónde quieren ir, “algún sitio” será el único y repetitivo objetivo cumplido con creces.

Me pregunto entonces:

¿Por qué nos cuesta tanto dejar de ”actuar” en círculo? ¿Por qué nos vemos repitiendo más o menos lo mismo, sin conectar con nosotros mismos? ¿Sabemos realmente lo que queremos? ¿Por qué siempre vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro? ¿A qué le tenemos miedo?

Lo que desconocemos de nosotros mismos nos domina. Lo que resiste, persiste.

Saber qué queremos es una de las cuestiones básicas para gestionar nuestra propia felicidad. Apunta a lo que queremos como seres auténticos, y no a lo que quiere nuestra “imagen maquillada”, esa que responde a las expectativas de los demás y que de tanto repetirla la terminamos incorporando como verdadera.

Liberarnos de las máscaras y aceptarnos, con lo bueno y con lo malo, es el primer paso para conectarnos con nuestro interior y para descubrir ese lugar hacia el que queremos llegar.

El valor de encontrarnos con nuestra identidad genuina es altísimo, pues descubrimos fortalezas, debilidades, aspectos de nosotros que nos gustan y otros que no nos gustan tanto, pero que forman parte de nosotros también y están ahí para enseñarnos algo.

Si nos atrevemos a reconocer esos aspectos personales que nos negamos a ver, podremos aprender y aprehender las enseñanzas que guardan para nosotros, transformarlos y transcenderlos. Si, por el contrario, los ignoramos, seremos “presa” de su energía retenida y no aceptada que se rebelará contra nuestra imagen mentalmente establecida como “correcta” cuando menos lo esperemos, creando insatisfacción y sufrimiento en nuestra vida y en la de nuestros seres cercanos.

Recordemos: lo que resiste, persiste. 

¿Cómo librarme de las memorias que me hacen sufrir?

Los ordenadores contienen archivos y programas. Algunos tienen errores y virus. Mediante el formateado se limpian. Cuando compramos un ordenador de última generación, volcamos toda la información del antiguo al nuevo, y formateamos para evitar que los errores y virus existentes en aquel pasen y dificulten el funcionamiento del nuevo ordenador.

Los seres humanos también llevamos memorias y programas en nosotros. Las primeras proceden de nuestra propia experiencia y de las generaciones que nos han precedido.

Nuestros programas tienen nombres diversos: lealtades, mandatos, patrones de comportamiento, creencias, herencias. Parte de estas memorias y programas contienen errores, virus, limitaciones, órdenes, legados tóxicos o como queramos llamarlos, que nos complican y dificultan la existencia. Sabemos que están ahí porque algo en nosotros no va del todo bien. ¿Podemos limpiarnos de ellos?

Un paréntesis para repasar algunas historias.

En su libro autobiográfico “El secreto”, Philippe Grimbert nos cuenta su alta sensibilidad a pequeños detalles y sus fuertes reacciones a hechos que de entrada desconocía el significado. Sólo más tarde, al ir tirando del hilo y deshaciendo los nudos del ovillo con su paciente búsqueda, logra reconstruir la historia que explica y da sentido al misterio que ha impregnado una gran parte de su vida.

El neuropsiquiatra Boris Cyrulnik ha necesitado 69 años para reconstituir el puzzle de su vida y escribir su último libro “Sauve-toi, la vie t´appelle“, desde aquella noche en la que fue detenido por dos hombres armados que rodeaban su cama, con 6 años y con sus padres ya deportados. Transcribo algunas de sus frases:

«Cuando la memoria es sana, una representación de mí coherente y sosegada se construye en mí y explica la forma de vivir que me permite ser feliz y planificar mis acciones futuras”.

“Una memoria traumática no permite construir una representación mía que me da seguridad porque su evocación hace llegar de nuevo a mi conciencia la imagen del choque. Esta desgarradura congela en mí la imagen pasada y ensombrece mi pensamiento. Cuando la desgarradura me anula porque es demasiado intensa o porque estoy fragilizado por heridas anteriores, permanezco atontado, en agonía psíquica”.

“Una memoria traumática es intrusiva. Se impone y se adueña de nuestra alma. Prisioneros del pasado, volvemos a ver sin cesar las imágenes insoportables que, en la noche, pueblan nuestras pesadillas. La más pequeña banalidad de la vida despierta el desgarro: ”La nieve navideña en la montaña me trae a mí la imagen de los cadáveres helados de Auschwitz”, dice el superviviente”.

“La memoria traumática es una alerta constante para un niño herido: cuando es maltratado, adquiere una vigilancia helada y continúa sobresaltándose al mínimo ruido. Poseído por la desgracia pasada y fascinado por la imagen de horror instalada en su memoria, el herido se aleja del mundo que le rodea. Parece ido, indiferente, embotado, mientras su mundo íntimo hierve”.

“Cuando se ha vivido una experiencia traumática, un circuito de memoria queda impreso en nosotros. Nos hacemos hipersensibles a un tipo de información que, en lo sucesivo, percibimos con más agudeza que los otros. Los niños maltratados perciben más fácilmente la menor señal que puede anunciar el maltrato: una mandíbula ligeramente crispada, una mirada de pronto fija, un minúsculo ceño de cejas previo a un acto violento, etc. Así, constituimos “nuestro mundo escondido”. Alguien que jamás haya vivido esta experiencia dirá que son imaginaciones”.

“La memoria traumática altera la manera de entrar en relación. Para sufrir menos, el herido evita los lugares donde sufrió el trauma, las situaciones y objetos que podrían evocarlo y se impide pronunciar las palabras que pueden despertar la herida. No es fácil cotejarse con este herido mudo que habiendo enquistado su sufrimiento, se impide exteriorizar sus emociones. No busca comprender ni hacerse comprender. Se siente solo y excluido de lo humano”.

“La memoria traumática está soportada por una imagen clara sorprendentemente precisa, rodeada de percepciones borrosas, una certeza envuelta de creencias. Pero este tipo de memoria no es inexorable, aunque esté su traza en el cerebro. Evoluciona según los encuentros que obligan al cerebro a reaccionar diferentemente. Cuando el medio cambia, el organismo estimulado de otra manera secreta otras substancias”.

“Todo trauma modifica el funcionamiento cerebral. No todos reaccionamos de la misma manera ante un mismo hecho. Depende de nuestro estado anterior al suceso. Si un niño ha recibido un afecto seguro en sus inicios, el sentimiento de seguridad que se deriva de ello, impide que la memoria visual imponga sus imágenes de horror y se apodere de su mundo íntimo. Si además, puede hacerse una representación verbal de lo sucedido y encontrar a alguien para explicárselo, esta aptitud para verbalizar facilita también su dominio emocional. Todo niño con estas dos corazas protectoras se verá menos afectado al recibir el impacto traumatizante”.

“Los traumatizados tienen una clara memoria de imágenes y una mala memoria de palabras”.

Lo que nos deja todo esto…

Las frases seleccionadas del magnífico libro de Boris Cyrulnik nos muestran con una gran claridad las consecuencias de albergar en nosotros memorias generadas por hechos traumáticos vividos que nos complican la existencia.

Las experiencias pasadas propias y heredadas, traumáticas o no, al quedarse en nosotros en forma de memorias y programas, influencian inconscientemente nuestras percepciones, pensamientos, actitudes, acciones, vida y destino.

El afecto seguro, tomado principalmente de nuestros padres y la aptitud para verbalizar lo sucedido, son dos escudos protectores previos que suavizan el impacto emocional de un hecho hiriente.

¿Para qué asistir a un taller de Inteligencia Sistémica?

Cada uno de nosotros somos únicos por las distintas herencias recibidas y por las diversas experiencias vividas en vida. Algunas de ellas nos dan fuerza y nos potencian. Otras nos debilitan, nos limitan y nos pesan como una losa. Aunque no somos conscientes de que las llevamos, hay síntomas reveladores de su existencia: una enfermedad, una adicción, un estallido o un bloqueo emocional repetitivo, dificultades laborales, económicas y relacionales persistentes, falta de energía y de atención, acciones realizadas inesperadas no deseadas, etc.

Los talleres de Inteligencia Sistémica ayudan a explorar estas situaciones difíciles, a detectar sus causas y dinámicas, hacerlas visibles y comprensibles, dar los impulsos necesarios y construir las bases de solución para estar mejor con nosotros mismos, y por ende, con los demás.

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

#Reinvéntate

TU PASIÓN, TU ÉXITO

Suscríbete

¿Quieres recibir las últimas tendencias en materia de formación?