Constelaciones familiares: las emociones en la pareja.

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Constelaciones familiares.

Las emociones en la pareja.

Las hay, muy diversas. La relación de pareja es muy emocional y se encuentra en constante cambio. Y es asunto de dos.

Cuando vivenciamos emociones, es cuando vivimos, más que existimos. Unas nos facilitan la relación de pareja y otras la dificultan. Unas nos ayudan a estar en sintonía, otras aportan parásitos y ruido, otras hacen saltar chispas y otras nos desconectan. Emociones como la rabia, el miedo, la tristeza o el asco, están ahí por algo. Son una respuesta a lo que nos pasó ¿Qué hacer con ellas?

En cuanto a las primeras, a las que nos ayudan a una buena relación, potenciarlas. Cuanto más tiempo dediquemos a saborear nuestras experiencias positivas, cuanto más las dejemos entrar en nosotros y más las interioricemos, más memorias emocionales vitales y duraderas albergaremos y más estructura neural cimentaremos con ellas.

¿Qué hacer con las emociones restantes? Pues, cambiarlas, liberarlas o borrarlas de nuestro disco duro. ¿Cómo? La clave de nuestra felicidad está en lo que nos hace infelices, en nuestro almacén inconsciente de memorias dolorosas, cada una con su correspondiente energía asociada. Cada uno de nosotros llevamos una mochila única, con una mezcla única de memorias y energías asociadas, gracias a la cual emitimos y captamos continuamente ondas de un determinado perfil.  Cuando éstas sintonizan muy bien con las de otra persona que vemos como potencial pareja, nos enamoramos, estamos felices con ella y comemos perdices.

Pero este contenido único de nuestra mochila cambia con el tiempo porque la mezcla de memorias y energías asociadas, procedente de nuestra herencia emocional familiar aún no resuelta, está en constante movimiento, así como las emociones derivadas de todos los hechos fuertes y no digeridos que vamos viviendo a nivel personal en nuestro constante deambular por la vida. A consecuencia de ello, también cambia el perfil único de nuestras ondas y, por tanto, nuestra habilidad única para sintonizar con las de nuestra pareja, que a su vez, también cambian en el tiempo. Así, pues, según la evolución de cada uno, la relación de pareja puede hacerse más íntima, mantenerse o dislocarse.

Nuestro aquí y ahora está influido y moldeado por nuestro pasado a través de las memorias vivas que poseemos del mismo. A este respecto, la conocida frase: “La infancia es destino” nos da la pista que una gran parte de nuestras memorias y energías asociadas provienen de cuando éramos pequeños, sin los recursos necesarios para afrontar determinadas situaciones duras, ante las que para sobrevivirlas, sólo pudimos reprimir nuestras emociones (rabia, miedo, etc.) y esconderlas en nuestro inconsciente, a la espera de poder encontrar una solución para ellas. Pero mientras permanecen en el inconsciente, ejercen y actúan para sorpresa y desazón nuestra, dado que nuestra conciencia no es consciente de ello.

“Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestras vidas como destino”, según Jung. Un destino que supera y somete a nuestra voluntad.

Hasta que yo no entre en mi inconsciente para salir de mi inconsciencia, éste continuará dirigiendo mi vida, y yo le seguiré llamando destino.

Las Constelaciones Familiares nos ayudan a entrar en nuestro inconsciente, a encontrar las emociones que dificultan las relaciones de pareja, sus causas y conexiones para desactivarlas, a liberar aquellas y a poner orden y paz en el Sistema Familiar.

Los siguientes casos reales nos ayudan a comprender su aportación:

Mujer de 28 años. Bastante fría. Ha tenido varias parejas, de las que ella se separa antes de un año. Es hija única de un padre adoptado y de una madre que es la segunda de sus tres esposas en el tiempo. Las abandonó cuando ella tenía un año. Es difícil establecer lazos afectivos con un hombre si no los has vivenciado antes con tu padre. El abandono produce rechazo y al mismo tiempo un profundo anhelo por lo que no pudo ser. Esta es la emoción trampa que te engancha y te mantiene enganchado en ella hasta que la sueltas. ¿Cómo? Reconociendo que nuestros padres son los mejores. Tenemos un 50% de cada uno de ellos. Si no lo hicieron mejor, no fue porque no quisieron, sino porque en sus circunstancias únicas, no pudieron hacerlo mejor. Una vez reconocidos los hechos y reconciliada con lo sucedido, la mujer está en condiciones para afrontar una nueva y satisfactoria relación de pareja.

Un matrimonio con hijos. Están pensando en separarse cuando viene a verme. Discuten por casi todo. El trabajo sistémico permite descubrir que, además de la muerte de hermanos respectivos, cada uno de ellos está emocionalmente enganchado con la muerte de su tercer hijo, cuyo duelo no han hecho. Se trata de un acontecimiento tan doloroso que a veces se evita, no se mira y, por tanto no se hace. Ello genera inconscientemente una tristeza profunda y permanente. La solución pasó por mostrar claramente la situación, hacer todos los duelos, liberar el dolor que los dos llevaban y no excluir a nadie.

Mujer de 35 años. Estando embarazada de su segundo hijo, lo pierde. Le descubren varios quistes en el útero. Una primera constelación permite descubrir la conexión entre estos quistes y varios abortos sufridos por su abuela materna. Hay reconocimiento y reconciliación. Al cabo de un año, sus quistes casi han desaparecido. Vuelve para constelar su enfado. Ella se ha separado de su marido, y éste se ha casado con otra mujer sin anunciárselo. Esta segunda constelación ayuda a descubrir un bloqueo emocional masculino a lo largo de su sistema paterno y la conexión existente entre su enfado y la segunda mujer de su ex marido. Necesita tiempo para asimilar lo visto. En Constelaciones Familiares, poco es mucho.

Mujer de 34 años. Siente malestar. Vive con su pareja, una mujer de 33 años con dos hijas, separada del padre de éstas. El padre de ella maltrataba a su madre. El presenciar de pequeña situaciones tan dolorosas entre sus padres le motivó para aprender y alcanzar el campeonato nacional de un arte marcial para poder defender a su madre de la violencia de su padre. Al mismo tiempo honraba a esta violencia con la práctica de un deporte de lucha. Inconscientemente somos leales y honramos a nuestros dos progenitores, pase lo que pase. Su rol actual es masculino apoyando lo femenino. El inconsciente busca completar el complejo puzzle de nuestra posición en la vida, en la que todo encaja, aunque el consciente no entienda casi nada al respecto. El verlo de frente, encontrarle sentido y reconciliarse con ello, la tranquilizó y serenó profundamente.

Las Constelaciones Familiares ayudan a:
  • Rastrear las posibles causas y comprender las dinámicas subyacentes.
  • Modificar o borrar memorias inadecuadas.
  • Activar y poner en marcha procesos que llevan del atasco al desatasco, del desorden al orden, del desequilibrio al equilibrio, de la confusión a la claridad, del odio y el miedo a la reconciliación y a la paz.
  • Constituir un terreno fértil en el que pueda germinar un impulso inicial hacia una solución a los retos vitales de las parejas.

Las Constelaciones Familiares ayudan paradójicamente a encontrar soluciones sencillas a situaciones complejas.

Este taller te ayuda a entrar en ti. A comprender lo que lo racional no alcanza a entender. A cambiar y mejorar tu situación, la de tu pareja y la de tu sistema familiar en sentido amplio.

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Constelaciones familiares: relaciones entre padres e hijos.

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Constelaciones familiares.

Relaciones entre padres e hijos.
Si algo duele, algo tengo que aprender.

Cuando las relaciones entre padres e hijos entran en dificultades, suelen convertirse en obsesivas. Aunque estemos cocinando, trabajando, escuchando música o tomando un baño relajante en un SPA, consciente e inconscientemente nuestras energías y nuestra atención están atrapadas en el dolor por lo que nos ocurre y en su pesada carga emocional. Sufrimos, aunque no entendemos por qué. Es difícil comprender y ser objetivos si estamos presos en nuestra propia cárcel. Pero hoy podemos salir de ella y focalizarnos en la solución. 

Las Constelaciones Familiares ayudan a los padres e hijos a salir del pozo emocional de sus relaciones difíciles y a focalizarse en la solución.

A medida que vivimos, experimentamos una serie de hechos que nos impactan emocionalmente en mayor o menor medida. Para sobrevivir al momento en que se producen los hechos dolorosos, rechazamos las emociones que nos producen, las reprimimos y las guardamos en nuestro inconsciente. Así, pues, a medida que vivimos, vamos llenando nuestro almacén inconsciente de memorias dolorosas que, por serlo, comportan una cierta energía singular que emite y capta ciertas ondas, que nos permite sintonizar con unas ondas electromagnéticas muy precisas de ciertas personas, y no con otras.

Cuando vivenciamos en el presente algún hecho que resuena con algo doloroso que sucedió tiempo atrás, aquello memorizado en nuestro inconsciente sintoniza y salta al momento presente con una fuerza arrolladora y desconcertante. Esto hace que vivamos un presente condicionado inconscientemente por las memorias de nuestro pasado, y que no comprendamos algunas reacciones de nuestro propio comportamiento, ni las de los demás.

Si bien nuestro aquí y ahora está influido y moldeado por nuestro pasado a través de las memorias dolorosas y vivas que poseemos del mismo en nuestro inconsciente, eso ya no tiene por qué ser así. Hoy podemos mejorar nuestro presente continuo cambiando conveniente, humana y amorosamente nuestras propias memorias y programas, como hacemos de una forma técnica y fría con los ordenadores.

Las Constelaciones Familiares ayudan a soltar o modificar estas memorias y programas inadecuados, buscando y encontrando el conflicto programante inicial, y desactivando su influencia, reconciliando y poniendo orden en el Sistema Familiar. Cuando eso sucede, el amor, la energía y la información entre los miembros del Sistema Familiar fluyen, sin atascos ni tapones, y esa ligereza y bienestar llega a la persona que ha tenido el impulso de constelar su caso.

¿Cuáles pueden ser las causas de unas relaciones difíciles entre padres e hijos?

Cuando las relaciones entre padres e hijos se hacen difíciles, la tendencia es mirar al otro como su causante. Los padres no suelen darse cuenta que ellos canalizan hacia sus hijos el agua que les viene de sus respectivas cumbres nevadas, que ellos les encauzan las memorias emocionales y su energía específica asociada, que les vienen de atrás, de sus respectivos sistemas familiares: abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y antepasados diversos. Y esas memorias y su consiguiente energía, que tanto el padre como la madre heredan inconscientemente de sus respectivos padres y las pasan y reparten inconsciente e irregularmente entre sus diversos hijos, están sutilmente condicionadas y embadurnadas por lo doloroso que ha sucedido y no se ha resuelto en su respectivo Sistema Familiar.

Las memorias y energías que cada uno lleva encima en cada momento pueden venir también de otras fuentes distintas del Sistema Familiar, como son los hechos dolorosos y traumáticos vividos en vida por padres e hijos, aunque a veces descubrimos que éstos son una pura consecuencia de las anteriores, como ocurre con ciertos hechos que se repiten a lo largo de varias generaciones al llegar a ciertas fechas, aniversarios, etc.

Todas esas memorias y energías que nos resultan tan pesadas, están ahí, en nosotros, esperando a que las liberemos. Si no lo conseguimos, pasan a nuestros hijos, y si no, a los hijos de nuestros hijos, hasta encontrar a alguien que sufriendo los efectos del atasco, diga ¡Basta!, y decida hacer algo al respecto. Hacer eso hoy es posible. Pertenecemos a la segunda generación de la historia que puede hacerlo, porque ahora sabemos cómo hacerlo. Y cuando lo conseguimos, cuando logramos eliminar el tapón emocional en nuestro sistema de cañerías, el agua, las energías y las informaciones fluyen a través de ellas, las relaciones entre los miembros del Sistema Familiar se normalizan y el alivio es grande, como el que se siente al llegar a un oasis después de una larga travesía por el desierto.

¿Qué memorias de hechos dolorosos ocurridos pueden intervenir y afectar a las relaciones entre padres e hijos?

Sin pretender ser exhaustivo, enumero varias posibles:

  • El haber vivido experiencias traumáticas en vida, como accidentes, enfermedades graves, prisión, adicciones, exclusiones, acoso laboral, abusos sexuales, violación, incesto, abortos, violencia en casa entre padre y madre, madre o padre no disponible o inexistente, adopción difícil, ruinas, luchas fratricidas, herencias destructivas, etc.
  • Lejos de haber crecido bajo un patrón de apego seguro e íntimo con sus cuidadores, haber vivido los primeros meses de vida bajo un apego inseguro evitativo, ambivalente o desorganizado, muerte prematura de padre o madre, haber sufrido abandono.
  • La calidad del nacimiento. No es lo mismo salir bien (tener éxito) después de un gran esfuerzo, que tirar la toalla porque el cordón umbilical alrededor de mi cuello me ahoga y luego un alma profesional y bendita me salva, o ser extraído con fórceps o por cesárea. La memoria específica que quedó impresa en mí a causa de la manera especial y única de cómo nací, ha contribuido a modelar mi carácter personal y único. Por ejemplo, mi memoria de que después de un esfuerzo viene el éxito me lleva a un comportamiento en la vida distinto del de una memoria de que llego al éxito sin esfuerzo.
  • La calidad del embarazo. El embrión en desarrollo lo capta todo, tanto la paz y la ilusión de la madre por llevarlo, esperarlo y amarlo, cuando sus progenitores se festejan, como el miedo y el desengaño de la madre cuando la relación de pareja no funciona, con discusiones verbales, violencias e incluso agresiones.
  • La calidad de la fecundación. No es lo mismo proceder de la fecundación resultante de un proceso amoroso entre mis padres que me desean, que ser el resultado de una violación.
  • Las cargas emocionales que cada miembro lleva por herencia de asuntos dolorosos inconscientes no resueltos por algunos de sus antepasados. Como hijo, una parte de estas memorias procede del Sistema Familiar de mi madre y la otra del Sistema Familiar de mi padre. A veces toman la forma de anhelos y necesidades insatisfechas con el padre o la madre, lealtades ciegas, mandatos velados, patrones encriptados, creencias limitantes, hechos repetitivos intensos o esenciales no dichos, secretos, conflictos, etc.

Su variedad es infinita y su intensidad muy diversa. Por eso no hay dos seres humanos iguales, y cada uno hace lo mejor que puede con lo que lleva en su mochila, por muy aberrante que parezca lo que hace. Si pudiera hacerlo mejor, lo haría.

Ante lo dicho, podemos estremecernos ante tal complejidad y pensar que poco se puede hacer al respecto. Pero es una creencia errónea. Ya se está haciendo y consiguiendo mucho.

Constelaciones familiares para vaciar la mochila de cargas emocionales dolorosas, fluir y disfrutar de una vida plena.

Las Constelaciones Familiares ayudan a:

  • Crear un ambiente adecuado, protegido y confidencial.
  • Cambiar de perspectiva, ampliar el campo de visión y mirar de forma más penetrante.
  • Rastrear las posibles causas.
  • Comprender las dinámicas subyacentes.
  • Modificar o eliminar memorias inadecuadas y añadir las que faltan.
  • Activar procesos que desatascan, ordenan, equilibran, clarifican, reconcilian, pacifican.
  • Crear un terreno fértil en el que pueda germinar una solución.
  • Comprender lo que lo racional no alcanza a entender.
  • Mejorar la situación de la persona que ha constelado y la de su Sistema Familiar.

Las Constelaciones Familiares son tecnología de alta precisión humana. Al dar en la diana, con muy poco se consigue mucho, al localizar y quitar el grano de arena que bloqueaba un engranaje, toda la máquina humana se pone en marcha.

Paradójicamente, las Constelaciones Familiares ayudan a encontrar soluciones sencillas a situaciones complejas.

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Constelaciones familiares: relaciones de pareja.

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Constelaciones familiares.

Relaciones de pareja. Del síntoma al problema y a la solución.

Cuando las relaciones de pareja entran en dificultades, se convierten en un poderoso imán que acapara y absorbe gran parte de las energías de ambos. El dolor por lo que les ocurre los obnubila y les imposibilita ver e ir más allá. Pero las relaciones difíciles son sólo el síntoma y no la causa.

Las Constelaciones Familiares ayudan a la pareja a explorar lo esencial de sus relaciones a partir de los síntomas y a centrar su atención en la solución.

A medida que vivimos, experimentamos una serie de hechos que nos impactan emocionalmente en mayor o menor medida. Para sobrevivir al momento en que se producen los hechos dolorosos, rechazamos las emociones que nos producen, las reprimimos y las guardamos en nuestro inconsciente. Así, pues, a medida que vivimos, vamos llenando nuestro almacén inconsciente de memorias dolorosas que, por serlo, comportan una cierta energía singular que emite y capta ciertas ondas. Cuando vivenciamos en el presente algún hecho que resuena con algo doloroso que sucedió tiempo atrás, aquello memorizado en nuestro inconsciente sintoniza y salta al momento presente con una fuerza dominante y desconcertante. Esto hace que vivamos un presente condicionado inconscientemente por nuestro pasado, y que no comprendamos algunas reacciones de nuestro propio comportamiento, ni las de los demás.

Si bien nuestro aquí y ahora está influido y moldeado por nuestro pasado a través de las memorias vivas que poseemos del mismo, eso ya no tiene por qué ser cierto para siempre. Hoy podemos mejorar nuestro presente continuo cambiando convenientemente nuestras memorias. Las Constelaciones Familiares ayudan a encontrar el verdadero conflicto así como sus causas para desactivarlas, y poner orden en el Sistema Familiar.

¿Cuáles pueden ser las causas de unas arduas relaciones de pareja?

¿Qué memorias pueden intervenir y afectarles? En base a los numerosos casos que he tratado, enumero varias posibles, ordenadas desde el presente de una pareja hacia el pasado de ambos:

  • El no poder tener hijos, sufrir algún aborto natural (o provocado), vivir un falso embarazo sin hacer el duelo correspondiente, el que haya uno de los dos que no quiera tener hijos.
  • El tipo de educación recibida. Cuanto más capaces son los padres de sentir, más abiertos suelen estar a lo sexual y más dejan expresar a sus hijos sus sentimientos. Mientras que los padres más cortados de su sensibilidad suelen estar más reprimidos y mostrarse más represivos con sus hijos.
  • El haber vivido experiencias traumáticas como violencia en casa entre padre y madre, acoso, abusos sexuales, violación, incesto, muerte prematura de padre o madre que impide arriesgarse y exponerse afectivamente más tarde en el acto sexual.
  • Lejos de haber crecido bajo un patrón de apego seguro e íntimo con sus cuidadores, haber vivido los primeros meses de vida bajo un apego inseguro evitativo, ambivalente o desorganizado, haber sufrido abandono.
  • La calidad del nacimiento. Por ejemplo, un traumatismo natal puede ser generador de un rechazo y de una incapacidad general a sentir, a resentir, que aplicado a lo afectivo y a lo sexual, puede ser causa de frigidez.
  • La calidad de la fecundación. No es lo mismo proceder de la fecundación resultante de un proceso amoroso entre mis padres que me desean, que ser el resultado de una violación.
  • Las cargas emocionales que cada miembro de la pareja lleva por herencia de asuntos dolorosos inconscientes no resueltos por algunos de sus respectivos antepasados. Cuanto más pesadas sean estas cargas, mayor será su poder de atracción y más se girará uno hacia ellas y más uno dará la espalda al otro. Y este otro se puede sentir postergado, olvidado, abandonado. También puede suceder que a éste otro le ocurra lo mismo. En este caso, ambos se dan la espalda y su relación va a su fin.
Constelaciones familiares. Vaciar la mochila de cargas emocionales para construir en positivo.

Para ello, necesitamos vaciar el inconsciente de cargas emocionales por hechos dolorosos vividos y cargas familiares heredadas sin resolver -de ambos-, antes de constituirse como pareja, o como más tarde, cuando las dificultades empiezan a aparecer.

¿Qué asuntos pendientes de solución procedentes del sistema familiar de origen de ambos influyen en las relaciones de pareja? Pueden ser muchos; entre ellos:

  • Vínculos, apegos, lealtades ciegas, mandatos velados y creencias limitantes.
  • Anhelos y necesidades insatisfechas con el padre, la madre, hermanos, con otros.
  • Hechos esenciales no dichos, sucesos, ruinas, secretos y conflictos.
  • Patrones de comportamiento inadecuados y hechos repetitivos intensos.
  • Hilos invisibles que nos mueven, enganchan o encarcelan emocionalmente.
  • Posición inadecuada de algún miembro en el sistema familiar. Excluidos.
  • Reconciliación con ciertos miembros clave de la familia, etc.
Las Constelaciones Familiares ayudan a:
  • Rastrear las posibles causas.
  • Comprender las dinámicas subyacentes.
  • Modificar o eliminar memorias inadecuadas.
  • Activar y poner en marcha procesos que llevan del bloqueo al desatasco, del desorden al orden, del desequilibrio al equilibrio, de la confusión a la claridad, del odio y el miedo a la reconciliación y a la paz.
  • Constituir un terreno fértil en el que pueda germinar un impulso inicial hacia una solución a los retos vitales.

Paradójicamente, las Constelaciones Familiares ayudan a encontrar soluciones sencillas a situaciones complejas. Este taller te ayuda a entrar en ti. A comprender lo que lo racional no alcanza a entender. A cambiar y mejorar tu situación y la de tu sistema familiar.

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Inteligencia Sistémica para el desarrollo profesional.

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Inteligencia Sistémica
para el desarrollo profesional.

Los profesionales suelen centrar inicialmente su atención, esfuerzos y energía en el conocimiento. Más tarde suelen darse cuenta que necesitan dominar una serie de habilidades humanas para que la utilidad de su conocimiento pueda llegar a los demás. Y más tarde descubren que esto sucede de una manera óptima si se respeta un determinado orden en el sistema donde trabajan.

Pero no siempre se conoce ni se respeta el orden sistémico en las organizaciones donde ocurre el desarrollo profesional. Cuando eso sucede, la situación y los resultados se degradan. Si no se pone remedio, se alcanza el borde del abismo.

Cuando se llega a situaciones profesionales límite en las que ya no hay ideas ni ilusión, o hay aburrimiento, confusión o conflictos constantes; cuando damos vueltas y más vueltas a lo mismo sin la fuerza para salir de ahí y cambiar; cuando los modelos se muestran agotados, o cuando nos hundimos en patrones repetitivos que consumen mucha de nuestra energía y generan poco beneficio, ¿qué solemos hacer?

Con frecuencia buscamos a un culpable. Como le damos el poder sobre nosotros y sobre lo que nos ocurre, nos excluimos de la solución, nos quitamos responsabilidad, nos irresponsabilizamos y nos ponemos en sus manos. Pero la solución pasa justamente por todo lo contrario, es decir, por reconocer nuestra situación, responsabilizarnos de lo nuestro, tomar el poder sobre nosotros mismos, empoderarnos. En este caso ¿qué hacer?

De hecho, no hay que esperar a llegar a estas situaciones extremas para plantearnos dicha pregunta. Es mucho mejor hacerlo antes, sobre todo porque las alarmas de nuestro nivel de conciencia, que es mucho más que nuestro nivel de conocimiento, suelen encenderse bastante antes de que sea demasiado tarde.

La Inteligencia Sistémica es muy útil para inferir soluciones tanto en las situaciones profesionales límite, como en las que pueden llegar a serlo si no se corrige su tendencia, y también en aquellas otras que requieren elegir la mejor opción ante un abanico de alternativas posibles, para no caer en las menos adecuadas.

Con el trabajo sistémico sobre una determinada situación difícil, suele haber un antes y un después, independientemente de la modalidad utilizada, sea en grupo abierto o cerrado o en sesión individual. Aquí me voy a centrar en esta última.

¿Para qué una sesión individual?

Una sesión individual de Inteligencia Sistémica es, paradójicamente, una manera sencilla de trabajar asuntos complejos. Una clave está en la calidad de la empatía y de la relación del profesional con el cliente. Cuando esta calidad existe, el cliente se siente escuchado de forma plena y protegido en un ámbito seguro en el que se puede dar el permiso para llegar hasta donde nunca había llegado antes.

He tenido clientes de más de sesenta y cinco años que, ¡¡por fin!!, han podido expresar hechos fuertes vividos y sufridos a lo largo de su vida profesional y que hasta ese momento los habían mantenido en el más estricto secreto en lo más hondo de su ser. Una vez dichos y puestos al descubierto, y liberadas las emociones que les han acompañado todo este tiempo, la transformación de su cara es inmediata: la paz se muestra y su mirada se hace clara y rebosante de vida.

Hay hechos que podemos calificar de estrictamente profesionales, inherentes a la propia organización o entorno en el que uno trabaja. Y es en este ámbito donde está la solución. Pero a veces no está ahí; está en otro ámbito. A veces, las causas de lo que ocurre en el trabajo no son profesionales, sino que vienen de antes. No es extraño que sea así; de hecho, cuando entramos profesionalmente a trabajar ya estamos moldeados de una determinada manera, aunque siempre podemos cambiar.

He acompañado a muchos directivos exigentes, perfeccionistas, agresivos y poco comunicativos con sus subordinados, equipo e hijos. Pueden estar repitiendo, por ejemplo, un patrón de comportamiento heredado de su padre, por lealtad o por rechazo, con cualquier figura de autoridad. En este caso, la solución para el cliente suele pasar por expresar a su padre todos sus anhelos insatisfechos, quejas y reproches, acoger su parte niño herido, integrarla con su parte adulta, hasta hacer un todo emocionalmente completo que es capaz de reconciliarse con su padre. Cuando lo hace, la serenidad, la fuerza, la creatividad, la espontaneidad, la alegría y la fluidez aparecen.

Cuando tomamos consciencia de algo, nuestros fantasmas pierden su función y se van.

Cuando nos damos cuenta de ese algo, hasta ahora inconsciente, desaparece en nosotros la energía acoplada a la emoción generada por aquella vivencia impactante. Energía que, a modo de un tsunami, nos arrolló con toda su energía, la somatizamos, la albergamos y la mantenemos en nuestras células así agitadas, hasta que somos capaces de abrir la puerta y dejar pasar toda esa energía acumulada en nuestro inconsciente al consciente.

Una sesión individual de Inteligencia Sistémica va directamente al grano sin necesitar grandes recursos. Los más corrientes son muñecos o papeles en el suelo. Saben lo que no está escrito porque han participado en la solución de muchos casos. Se caracteriza también, por su gran adaptabilidad a las necesidades del cliente en cuanto a lugar, fecha y horario. Puede realizarse de manera presencial como telefónicamente.

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¿Cómo librarme de las memorias que me hacen sufrir?

Los ordenadores contienen archivos y programas. Algunos tienen errores y virus. Mediante el formateado se limpian. Cuando compramos un ordenador de última generación, volcamos toda la información del antiguo al nuevo, y formateamos para evitar que los errores y virus existentes en aquel pasen y dificulten el funcionamiento del nuevo ordenador.

Los seres humanos también llevamos memorias y programas en nosotros. Las primeras proceden de nuestra propia experiencia y de las generaciones que nos han precedido.

Nuestros programas tienen nombres diversos: lealtades, mandatos, patrones de comportamiento, creencias, herencias. Parte de estas memorias y programas contienen errores, virus, limitaciones, órdenes, legados tóxicos o como queramos llamarlos, que nos complican y dificultan la existencia. Sabemos que están ahí porque algo en nosotros no va del todo bien. ¿Podemos limpiarnos de ellos?

Un paréntesis para repasar algunas historias.

En su libro autobiográfico “El secreto”, Philippe Grimbert nos cuenta su alta sensibilidad a pequeños detalles y sus fuertes reacciones a hechos que de entrada desconocía el significado. Sólo más tarde, al ir tirando del hilo y deshaciendo los nudos del ovillo con su paciente búsqueda, logra reconstruir la historia que explica y da sentido al misterio que ha impregnado una gran parte de su vida.

El neuropsiquiatra Boris Cyrulnik ha necesitado 69 años para reconstituir el puzzle de su vida y escribir su último libro “Sauve-toi, la vie t´appelle“, desde aquella noche en la que fue detenido por dos hombres armados que rodeaban su cama, con 6 años y con sus padres ya deportados. Transcribo algunas de sus frases:

«Cuando la memoria es sana, una representación de mí coherente y sosegada se construye en mí y explica la forma de vivir que me permite ser feliz y planificar mis acciones futuras”.

“Una memoria traumática no permite construir una representación mía que me da seguridad porque su evocación hace llegar de nuevo a mi conciencia la imagen del choque. Esta desgarradura congela en mí la imagen pasada y ensombrece mi pensamiento. Cuando la desgarradura me anula porque es demasiado intensa o porque estoy fragilizado por heridas anteriores, permanezco atontado, en agonía psíquica”.

“Una memoria traumática es intrusiva. Se impone y se adueña de nuestra alma. Prisioneros del pasado, volvemos a ver sin cesar las imágenes insoportables que, en la noche, pueblan nuestras pesadillas. La más pequeña banalidad de la vida despierta el desgarro: ”La nieve navideña en la montaña me trae a mí la imagen de los cadáveres helados de Auschwitz”, dice el superviviente”.

“La memoria traumática es una alerta constante para un niño herido: cuando es maltratado, adquiere una vigilancia helada y continúa sobresaltándose al mínimo ruido. Poseído por la desgracia pasada y fascinado por la imagen de horror instalada en su memoria, el herido se aleja del mundo que le rodea. Parece ido, indiferente, embotado, mientras su mundo íntimo hierve”.

“Cuando se ha vivido una experiencia traumática, un circuito de memoria queda impreso en nosotros. Nos hacemos hipersensibles a un tipo de información que, en lo sucesivo, percibimos con más agudeza que los otros. Los niños maltratados perciben más fácilmente la menor señal que puede anunciar el maltrato: una mandíbula ligeramente crispada, una mirada de pronto fija, un minúsculo ceño de cejas previo a un acto violento, etc. Así, constituimos “nuestro mundo escondido”. Alguien que jamás haya vivido esta experiencia dirá que son imaginaciones”.

“La memoria traumática altera la manera de entrar en relación. Para sufrir menos, el herido evita los lugares donde sufrió el trauma, las situaciones y objetos que podrían evocarlo y se impide pronunciar las palabras que pueden despertar la herida. No es fácil cotejarse con este herido mudo que habiendo enquistado su sufrimiento, se impide exteriorizar sus emociones. No busca comprender ni hacerse comprender. Se siente solo y excluido de lo humano”.

“La memoria traumática está soportada por una imagen clara sorprendentemente precisa, rodeada de percepciones borrosas, una certeza envuelta de creencias. Pero este tipo de memoria no es inexorable, aunque esté su traza en el cerebro. Evoluciona según los encuentros que obligan al cerebro a reaccionar diferentemente. Cuando el medio cambia, el organismo estimulado de otra manera secreta otras substancias”.

“Todo trauma modifica el funcionamiento cerebral. No todos reaccionamos de la misma manera ante un mismo hecho. Depende de nuestro estado anterior al suceso. Si un niño ha recibido un afecto seguro en sus inicios, el sentimiento de seguridad que se deriva de ello, impide que la memoria visual imponga sus imágenes de horror y se apodere de su mundo íntimo. Si además, puede hacerse una representación verbal de lo sucedido y encontrar a alguien para explicárselo, esta aptitud para verbalizar facilita también su dominio emocional. Todo niño con estas dos corazas protectoras se verá menos afectado al recibir el impacto traumatizante”.

“Los traumatizados tienen una clara memoria de imágenes y una mala memoria de palabras”.

Lo que nos deja todo esto…

Las frases seleccionadas del magnífico libro de Boris Cyrulnik nos muestran con una gran claridad las consecuencias de albergar en nosotros memorias generadas por hechos traumáticos vividos que nos complican la existencia.

Las experiencias pasadas propias y heredadas, traumáticas o no, al quedarse en nosotros en forma de memorias y programas, influencian inconscientemente nuestras percepciones, pensamientos, actitudes, acciones, vida y destino.

El afecto seguro, tomado principalmente de nuestros padres y la aptitud para verbalizar lo sucedido, son dos escudos protectores previos que suavizan el impacto emocional de un hecho hiriente.

¿Para qué asistir a un taller de Inteligencia Sistémica?

Cada uno de nosotros somos únicos por las distintas herencias recibidas y por las diversas experiencias vividas en vida. Algunas de ellas nos dan fuerza y nos potencian. Otras nos debilitan, nos limitan y nos pesan como una losa. Aunque no somos conscientes de que las llevamos, hay síntomas reveladores de su existencia: una enfermedad, una adicción, un estallido o un bloqueo emocional repetitivo, dificultades laborales, económicas y relacionales persistentes, falta de energía y de atención, acciones realizadas inesperadas no deseadas, etc.

Los talleres de Inteligencia Sistémica ayudan a explorar estas situaciones difíciles, a detectar sus causas y dinámicas, hacerlas visibles y comprensibles, dar los impulsos necesarios y construir las bases de solución para estar mejor con nosotros mismos, y por ende, con los demás.

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