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Constelaciones Familiares: las emociones en la familia.

Nuestra familia es la primera y para muchos la mayor fuente de emociones en nosotros. Unas nos hacen sentir alegría y felicidad. Otras, tristeza, ira, odio, asco, miedo. Me centraré en estas últimas, en esas que suelen complicarnos la existencia, y que, precisamente por esta razón, son de las que más podemos aprender y experimentar una mayor satisfacción, si logramos abrirnos a ellas.

Cuando un hecho importante y doloroso nos sucede, si podemos procesarlo emocionalmente, nos queda su memoria, pero no su energía. Pero si la magnitud del hecho es muy superior a nuestra capacidad de procesamiento, y además nos sorprende, lo vivimos en soledad y no podemos expresarlo; entonces para sobrevivir en el momento que nos sucede, deslizamos sigilosa e inconscientemente su memoria y su energía asociada a ese recóndito refugio sagrado que es nuestro inconsciente.

En este segundo caso, hacemos lo mismo que con una hipoteca. Resolvemos el presente a costa de hipotecarnos parte o todo nuestro futuro.

Nos libramos de la hipoteca cuando devolvemos todo el capital y todos los intereses. Nos libramos de la emoción de ira, miedo, etc., que nos complica la vida cuando logramos soltar su energía de nuestro inconsciente. Las Constelaciones Familiares constituyen una metodología muy eficaz para proceder a este tipo de liberación.

Estos hechos importantes y dolorosos nos pueden suceder e impactar en vida. Muchos de ellos tienen lugar durante nuestra infancia, en la que no hemos tenido aún tiempo suficiente para pertrecharnos de los recursos necesarios para procesar las emociones generadas por aquellos.

Los casos siguientes muestran la importancia de las emociones generadas en familia y cómo las Constelaciones Familiares contribuyen a encontrar soluciones:

El caso de Ana. Cincuenta años. Sin pareja, adoptó una niña extranjera con siete años, ahora tiene trece. Le preocupa su confusión y su falta de fuerza en relación al comportamiento alterado y desconcertante de su hija. Las adopciones no suelen ser actos de generosidad, sino más bien actos que inconscientemente buscan compensar una profunda necesidad insatisfecha del potencial adoptante. Pregunto a la mujer por sus padres. No encontró el afecto deseado en ellos. Según ella, su padre era débil, ido y bebedor social, sin llegar al alcoholismo. Su madre, fría. Al explorar sus respectivas vidas, se vio que la relación entre sus padres fue difícil. Sufrieron dos abortos naturales. Perdieron a su tercer hijo después de un mes de nacer. Más tarde vino su hermano y luego ella. El trabajo sistémico, en sesión individual, permitió mostrar también la muerte de dos hermanos del padre durante la Guerra Civil y la muerte trágica de un hermano de la madre. También consideró el abandono, los padres biológicos y una hermana de la hija, la parte niña herida de Ana, tanto su ira como la de su hija, una posible pareja, la armonía familiar y ¡el gato!, elemento clave y calmante cuando la relación se tensa entre Ana y su hija. Una vez recogida toda la información esencial, la Constelación Familiar resultante permitió visualizar los desórdenes existentes, las diversas opciones y elegir la mejor. Asimismo, se efectuaron los actos de integración, inclusión y reconciliación necesarios y se ordenó el sistema. Después de una potente liberación de emociones, dimos la Constelación Familiar por terminada ante la serenidad, fuerza y aquiescencia de Ana.

El caso de María. Cincuenta y ocho años. Vive en el extranjero. Mi relación de ayuda sistémica con ella es sólo telefónica. Es la segunda de tres hermanos y la única excluida por su familia. Su padre vivió una infancia llena de hechos dolorosos. Padeció asma. Su comportamiento tocaba los extremos, el todo o nada, el incesto y reacciones explosivas. El Alzheimer alcanzó a su madre. Curiosamente, su marido es una repetición de su padre. Constituyeron una empresa exitosa hasta que María, siendo su directora, cayó gravemente enferma. Cerró la empresa. No se veía con fuerzas para seguir. Las relaciones tóxicas con sus padres, con sus hermanos y con su marido la agotaban. Su hijo e hija quedaron bajo su influencia y manipulación. Se divorció. Sus intentos por comunicarse y relacionarse con su hija, que la evita y rechaza, han sido fallidos hasta hoy. Su hijo ha optado finalmente por ser excluido y salirse de ese infierno. Los temas económicos pendientes con su familia están aún bajo juicio. El trabajo sistémico con María ha consistido en recoger información, acoger sus emociones, sentirlas, ver y reconocer sus orígenes, ver y reconocer que un 50% suyo procede del sistema familiar de su padre y que el otro 50% suyo procede del sistema familiar de su madre, que gracias a todos ellos, y a pesar del dolor sentido, María tiene el privilegio de vivir. Desde esta nueva posición, puede decir a cada uno de ellos: “Gracias por vuestra exclusión. Gracias a ella me habéis protegido de vuestra locura”. Después de este acto final de reconciliación, la paz y la energía se han instalado en María. Su experiencia única y su formación especial son esenciales ahora en sus eficaces procesos de acompañamiento a personas en crisis.

Rosa, con 32 años, vino a constelar en taller abierto con la intención de comprender sus relaciones difíciles con su padre y mejorarlas. Diversas dinámicas del trabajo sistémico que se realizó, permitieron satisfacer su intención inicial. Pero su Constelación Familiar dejó un interrogante sin contestar: ¿Qué miraba Rosa que la dejó tan absorta? Curiosamente, un año después, Rosa descubrió “por casualidad” que tenía un hermanastro por parte de su padre. Cuando la primera pareja del padre se dio cuenta que estaba embarazada, desapareció sin decir nada. Socialmente no estaba admitido. Al cabo de unos años, ella volvió a su ciudad. También su hijo. Pero aún hoy, el padre de Rosa desconoce su primera paternidad. Su actual esposa y madre de Rosa, también. Rosa tuvo un primer novio. Luego, lo dejaron. Ahora ha descubierto que su primer novio fue su hermanastro. Un día, Rosa tanteó a su padre ¿Y si hubieses tenido un hijo? Pero, ¡Qué preguntas haces! ¡Yo estoy muy contento con vosotras dos! Creo que no hace falta insistir en las emociones implicadas en este proceso y en esta familia. Hoy, Rosa, depositaria de un secreto familiar, se plantea qué es lo mejor que puede hacer. Su mayor nivel de conciencia le ayudará a encontrar la mejor acción.

Las Constelaciones Familiares constituyen un novedoso y potente saber hacer que, al utilizar otras formas de mirar, pensar, sentir, decidir y hacer, ayuda a las personas y a los sistemas humanos a los que pertenecen a lograr cambios sustanciales y positivos y a salir de situaciones difíciles persistentes.

Paradójicamente, las Constelaciones Familiares ayudan a encontrar soluciones sencillas a situaciones complejas.

Constelaciones familiares: relaciones entre padres e hijos.

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Constelaciones familiares.

Relaciones entre padres e hijos.
Si algo duele, algo tengo que aprender.

Cuando las relaciones entre padres e hijos entran en dificultades, suelen convertirse en obsesivas. Aunque estemos cocinando, trabajando, escuchando música o tomando un baño relajante en un SPA, consciente e inconscientemente nuestras energías y nuestra atención están atrapadas en el dolor por lo que nos ocurre y en su pesada carga emocional. Sufrimos, aunque no entendemos por qué. Es difícil comprender y ser objetivos si estamos presos en nuestra propia cárcel. Pero hoy podemos salir de ella y focalizarnos en la solución. 

Las Constelaciones Familiares ayudan a los padres e hijos a salir del pozo emocional de sus relaciones difíciles y a focalizarse en la solución.

A medida que vivimos, experimentamos una serie de hechos que nos impactan emocionalmente en mayor o menor medida. Para sobrevivir al momento en que se producen los hechos dolorosos, rechazamos las emociones que nos producen, las reprimimos y las guardamos en nuestro inconsciente. Así, pues, a medida que vivimos, vamos llenando nuestro almacén inconsciente de memorias dolorosas que, por serlo, comportan una cierta energía singular que emite y capta ciertas ondas, que nos permite sintonizar con unas ondas electromagnéticas muy precisas de ciertas personas, y no con otras.

Cuando vivenciamos en el presente algún hecho que resuena con algo doloroso que sucedió tiempo atrás, aquello memorizado en nuestro inconsciente sintoniza y salta al momento presente con una fuerza arrolladora y desconcertante. Esto hace que vivamos un presente condicionado inconscientemente por las memorias de nuestro pasado, y que no comprendamos algunas reacciones de nuestro propio comportamiento, ni las de los demás.

Si bien nuestro aquí y ahora está influido y moldeado por nuestro pasado a través de las memorias dolorosas y vivas que poseemos del mismo en nuestro inconsciente, eso ya no tiene por qué ser así. Hoy podemos mejorar nuestro presente continuo cambiando conveniente, humana y amorosamente nuestras propias memorias y programas, como hacemos de una forma técnica y fría con los ordenadores.

Las Constelaciones Familiares ayudan a soltar o modificar estas memorias y programas inadecuados, buscando y encontrando el conflicto programante inicial, y desactivando su influencia, reconciliando y poniendo orden en el Sistema Familiar. Cuando eso sucede, el amor, la energía y la información entre los miembros del Sistema Familiar fluyen, sin atascos ni tapones, y esa ligereza y bienestar llega a la persona que ha tenido el impulso de constelar su caso.

¿Cuáles pueden ser las causas de unas relaciones difíciles entre padres e hijos?

Cuando las relaciones entre padres e hijos se hacen difíciles, la tendencia es mirar al otro como su causante. Los padres no suelen darse cuenta que ellos canalizan hacia sus hijos el agua que les viene de sus respectivas cumbres nevadas, que ellos les encauzan las memorias emocionales y su energía específica asociada, que les vienen de atrás, de sus respectivos sistemas familiares: abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y antepasados diversos. Y esas memorias y su consiguiente energía, que tanto el padre como la madre heredan inconscientemente de sus respectivos padres y las pasan y reparten inconsciente e irregularmente entre sus diversos hijos, están sutilmente condicionadas y embadurnadas por lo doloroso que ha sucedido y no se ha resuelto en su respectivo Sistema Familiar.

Las memorias y energías que cada uno lleva encima en cada momento pueden venir también de otras fuentes distintas del Sistema Familiar, como son los hechos dolorosos y traumáticos vividos en vida por padres e hijos, aunque a veces descubrimos que éstos son una pura consecuencia de las anteriores, como ocurre con ciertos hechos que se repiten a lo largo de varias generaciones al llegar a ciertas fechas, aniversarios, etc.

Todas esas memorias y energías que nos resultan tan pesadas, están ahí, en nosotros, esperando a que las liberemos. Si no lo conseguimos, pasan a nuestros hijos, y si no, a los hijos de nuestros hijos, hasta encontrar a alguien que sufriendo los efectos del atasco, diga ¡Basta!, y decida hacer algo al respecto. Hacer eso hoy es posible. Pertenecemos a la segunda generación de la historia que puede hacerlo, porque ahora sabemos cómo hacerlo. Y cuando lo conseguimos, cuando logramos eliminar el tapón emocional en nuestro sistema de cañerías, el agua, las energías y las informaciones fluyen a través de ellas, las relaciones entre los miembros del Sistema Familiar se normalizan y el alivio es grande, como el que se siente al llegar a un oasis después de una larga travesía por el desierto.

¿Qué memorias de hechos dolorosos ocurridos pueden intervenir y afectar a las relaciones entre padres e hijos?

Sin pretender ser exhaustivo, enumero varias posibles:

  • El haber vivido experiencias traumáticas en vida, como accidentes, enfermedades graves, prisión, adicciones, exclusiones, acoso laboral, abusos sexuales, violación, incesto, abortos, violencia en casa entre padre y madre, madre o padre no disponible o inexistente, adopción difícil, ruinas, luchas fratricidas, herencias destructivas, etc.
  • Lejos de haber crecido bajo un patrón de apego seguro e íntimo con sus cuidadores, haber vivido los primeros meses de vida bajo un apego inseguro evitativo, ambivalente o desorganizado, muerte prematura de padre o madre, haber sufrido abandono.
  • La calidad del nacimiento. No es lo mismo salir bien (tener éxito) después de un gran esfuerzo, que tirar la toalla porque el cordón umbilical alrededor de mi cuello me ahoga y luego un alma profesional y bendita me salva, o ser extraído con fórceps o por cesárea. La memoria específica que quedó impresa en mí a causa de la manera especial y única de cómo nací, ha contribuido a modelar mi carácter personal y único. Por ejemplo, mi memoria de que después de un esfuerzo viene el éxito me lleva a un comportamiento en la vida distinto del de una memoria de que llego al éxito sin esfuerzo.
  • La calidad del embarazo. El embrión en desarrollo lo capta todo, tanto la paz y la ilusión de la madre por llevarlo, esperarlo y amarlo, cuando sus progenitores se festejan, como el miedo y el desengaño de la madre cuando la relación de pareja no funciona, con discusiones verbales, violencias e incluso agresiones.
  • La calidad de la fecundación. No es lo mismo proceder de la fecundación resultante de un proceso amoroso entre mis padres que me desean, que ser el resultado de una violación.
  • Las cargas emocionales que cada miembro lleva por herencia de asuntos dolorosos inconscientes no resueltos por algunos de sus antepasados. Como hijo, una parte de estas memorias procede del Sistema Familiar de mi madre y la otra del Sistema Familiar de mi padre. A veces toman la forma de anhelos y necesidades insatisfechas con el padre o la madre, lealtades ciegas, mandatos velados, patrones encriptados, creencias limitantes, hechos repetitivos intensos o esenciales no dichos, secretos, conflictos, etc.

Su variedad es infinita y su intensidad muy diversa. Por eso no hay dos seres humanos iguales, y cada uno hace lo mejor que puede con lo que lleva en su mochila, por muy aberrante que parezca lo que hace. Si pudiera hacerlo mejor, lo haría.

Ante lo dicho, podemos estremecernos ante tal complejidad y pensar que poco se puede hacer al respecto. Pero es una creencia errónea. Ya se está haciendo y consiguiendo mucho.

Constelaciones familiares para vaciar la mochila de cargas emocionales dolorosas, fluir y disfrutar de una vida plena.

Las Constelaciones Familiares ayudan a:

  • Crear un ambiente adecuado, protegido y confidencial.
  • Cambiar de perspectiva, ampliar el campo de visión y mirar de forma más penetrante.
  • Rastrear las posibles causas.
  • Comprender las dinámicas subyacentes.
  • Modificar o eliminar memorias inadecuadas y añadir las que faltan.
  • Activar procesos que desatascan, ordenan, equilibran, clarifican, reconcilian, pacifican.
  • Crear un terreno fértil en el que pueda germinar una solución.
  • Comprender lo que lo racional no alcanza a entender.
  • Mejorar la situación de la persona que ha constelado y la de su Sistema Familiar.

Las Constelaciones Familiares son tecnología de alta precisión humana. Al dar en la diana, con muy poco se consigue mucho, al localizar y quitar el grano de arena que bloqueaba un engranaje, toda la máquina humana se pone en marcha.

Paradójicamente, las Constelaciones Familiares ayudan a encontrar soluciones sencillas a situaciones complejas.

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