Psicología Transpersonal: la búsqueda de la vida de pleno sentido.

Como seres vitales necesitamos contactarnos con nuestra información primaria, que lamentablemente se empieza a bloquear cuando no recibimos la educación adecuada para crecer en libertad. Necesitamos recuperar nuestra memoria primal, el contacto con la fuente, el origen de la vida, y desde allí nutrirnos, crecer y sanarnos.

En ese sentido, Daniel Taroppio, nuestro pensador evolucionista, dice: “Los seres humanos tenemos una responsabilidad ineludible en la evolución de la conciencia. La alienación básica de nuestra conciencia, el sentirnos separados de todo y de todos, es la raíz de nuestros males. Ésta es la enfermedad esencial, y sólo la meditación, ayudada por la psicoterapia, puede sanarla”.

No obstante, cuando hablamos de conceptos como meditación y/o espiritualidad, no podemos ignorar que a muchos les continúa haciendo cierto “ruido”. Y son comunes estas posturas si somos capaces de comprender que, culturalmente y a lo largo de miles de años, hemos identificado la espiritualidad con fenómenos paranormales, con el más allá y/o con el desarrollo de poderes sobrenaturales. No obstante, poco a poco, estamos comprendiendo que la única espiritualidad que puede transformarnos es la que vivimos en el día a día, en las cosas simples de la vida; la espiritualidad en los vínculos, en el trabajo, en el cuidado de la salud, en el servicio, en las alegrías y diversiones cotidianas.

Y para ello, lo primero es entendernos como una unidad de cuerpo, mente, alma y espíritu. El cuerpo necesita comida, gimnasia, medicina física. La mente necesita conocer sus impulsos, sus instintos, la dimensión emotivo-afectiva y la posibilidad de relacionarse con el prójimo; y esto no se obtiene con la dieta por un lado y con el trabajo espiritual por otro. Necesitamos una visión integral que nos permita poner los pies sobre la tierra, bajar al mundo. A propósito de esto, cito la maravillosa reflexión de Daniel al respecto:

“El gran desafío de la Psicología Transpersonal Integral, como lo afirma Ken Wilber, es ‘integrar a Freud con Buda’, o con Cristo, o con quien la fe indique”.

¿Qué significa esto? Entre otras cosas, que no necesitamos -como la mayoría supone-, irnos al medio de una montaña a meditar. Osho decía sobre la meditación:Cualquier cosa que hagas con presencia es meditación”. Por ello, trabajar puede ser algo mecánico y aburrido para ganar dinero o puede ser un acto de servicio y autorealización; comer puede ser simplemente ingerir alimentos o un acto sacralizado de nutrición del vehículo de nuestra conciencia. Todo tiene que ver con todo. Somos lo que pensamos, lo que hacemos, lo que decimos e incluso, lo que comemos. Vibramos con el universo en función de todo ello y no en relación a una sola de esas dimensiones.

En tal sentido, el trabajo vivencial de la Psicología Transpersonal nos lleva a estados de conciencia en los que nos entendemos uno con la totalidad de la vida, siempre pone el acento en la necesidad del trabajo para integrar nuestra búsqueda trascendente con nuestras necesidades cotidianas. Acceder a esta experiencia significa sanar nuestra división esencial y expresarla en cada gesto y en cada actitud de nuestra vida.

La Escuela de Psicología Transpersonal Integral reconoce que las tradiciones espirituales son las que nos han brindado las mejores herramientas para el estudio de los niveles superiores de la conciencia; mientras que la psicoterapia nos ha brindado las mejores herramientas para investigar los planos inferiores. Sin embargo, y aunque me repita, necesitamos de ambas; en eso se basa el concepto de unidad y de integralidad.

La clave para que la conciencia siga evolucionando está en la integración de la práctica corporal-psico-socio-espiritual.

Necesitamos desarrollar una cultura en la cual el ejercicio físico, la dieta, el trabajo energético, la terapia, el servicio y la práctica espiritual se integren; caso contrario, continuaremos disociados.

¿Y qué sucede en las culturas disociativas? Entre otras cosas, producen personas disociadas que viven en guerra consigo mismas y no hacen más que llevar su guerra interior afuera, sembrando toda esa hostilidad en el mundo y en sus vínculos más íntimos. En tal sentido, el Modelo de Interacciones Primordiales, cuyos métodos de aplicación son el coaching primordial y la psicoterapia primordial, es un modelo de desarrollo humano integral que procura devolver al ser humano su sentido de unidad y de pertenencia al universo.

Y para abordar cada persona con su problemática específica, bajo el concepto de unidad e integralidad y abarcando todos los ámbitos de la experiencia humana, este Modelo combina tres tipos de prácticas: la Danza Primal®: para la dimensión corporal-emocional-energética; la Comunicación Primordial: para la dimensión lingüístico-cognitiva y la Meditación Orgánica como práctica contemplativa.

Cuando cada uno de nosotros desarrolla esa visión integral, está preparado para incorporarlo en su día a día sin necesidad de un lugar especial, ni horarios programados, simplemente sacralizando la vida instante por instante.

Psicoterapia y Coaching Primordial: Ego y Meditación.

Daniel Taroppio, creador del modelo de interacciones primordiales, señala: “Cuando la psicología tradicional no asume el plano del espíritu, la psicoterapia se convierte en un laberinto en el que nunca trascendemos el nivel del ego, y por lo tanto, se vuelve infructuosa e interminable”.

Como mencionábamos en un artículo anterior, el Coaching y la Psicoterapia Primordial constituyen la aplicación práctica de un sistema de abordaje de las relaciones humanas llamado Modelo de Interacciones Primordiales. Ambas incluyen metodologías de trabajo cuya aplicación integrada despliega el poder del trabajo corporal-emocional-energético, la comunicación y la meditación en los procesos de transformación personal e interpersonal.

Ahora bien, en este artículo hablaremos de la psicoterapia primordial, del ego y de las prácticas meditativas que vienen a dar contexto a las palabras de Daniel que citábamos al comienzo. Veamos.

El principio básico es entender que cada uno de nosotros somos creadores de nuestro propio mundo personal y relacional. En tal sentido, la psicología moderna nos ha permitido comprender que muchísimas de nuestras satisfacciones y sufrimientos no son el resultado de una realidad objetiva, sino de un mundo subjetivamente construido por nosotros mismos.

En función a todo ello, tanto el Coaching como la Psicoterapia Primordial, han venido a expandir nuestra tradicional concepción de estas disciplinas basándose en una nueva mirada de la naturaleza humana, de sus potencialidades inexploradas y de las metodologías de las que podemos disponer en todo proceso de transformación personal.

Y en esa mirada, existen dos principios fundamentales. El primero es que todos los seres humanos pertenecemos a una especie en permanente evolución. El segundo, y en el que hacemos especial hincapié por ser un eje en este abordaje, es que el ser humano está orientado a la trascendencia, referida ésta en términos humanistas y/o espirituales y entendiendo por espiritualidad la necesidad de realización, de ir más allá de sí, de la pequeñez del ego, y consumar su existencia en la entrega, el servicio, la búsqueda de sentido y los valores superiores.

Y cómo no, tenía que aparecer el ego, que aunque es producto de millones de años de evolución y lo necesitamos para sobrevivir, cuando se manifiesta de forma disfuncional o desestructurada: como egotismo –excesiva importancia concedida a sí mismos y a las propias experiencias vitales-, o neurosis -estrategia que desarrolla la persona para eludir lo inaceptable: decepción, frustración, ira y el sentimiento de angustia existencial o ansiedad-, puede dificultar los procesos de expansión de la consciencia.

Lo que ocurre es que mientras los caminos espirituales nos muestran lo maravillosa que podría ser la vida más allá de un ego enfermo, nuestras estructuras neuróticas nos mantienen aferrados a una existencia dolorosa e insatisfactoria.

Tal vez, lo que pocos dicen es que el ego no puede ser trascendido con la sola intención o haciendo de cuenta que no existe. Por el contrario, para sanarlo, trascenderlo e integrarlo a nuestro Ser, necesitamos contemplarlo compasivamente, abrazarlo y comprenderlo en sus posibilidades y limitaciones. Ahora bien, si no somos capaces de concentrarnos en cualquier actividad -más o menos pequeña- que hacemos cada día, porque nuestra mente suele divagar entre el pasado y el futuro sin descanso, ¿cómo vamos a “darnos cuenta” del ego, de su intensidad, de su impacto y de su forma?

Aquí es donde entra en juego la meditación y la importancia de su inclusión e integración en cualquier proceso de desarrollo personal, en este caso, de la psicoterapia y el coaching. El arte de la meditación permite que las personas desarrollemos el arte de estar presentes aquí y ahora en lo que estamos haciendo, es decir, en la vida diaria; en que si vamos conduciendo, caminando o estemos simplemente sentados en un parque, estemos allí mismo y no pensando en lo que tenemos que hacer después o en lo que hicimos antes.

“Se trata de disfrutar de la magia del instante”; así lo define Daniel.

¿Qué ocurre con el ego durante la meditación?

Simplemente la vive como una muerte, una desaparición, un abismo infinito. El ego ha sido entrenado durante decenas de milenios para vigilar y sobrevivir, y de pronto le decimos que se relaje, que se entregue y que se rinda. Curiosamente, en muchas tradiciones, el ego es definido y tratado como un enemigo de la meditación y del camino espiritual. Sin embargo, el ego humano es sólo una manifestación sofisticada del impulso básico y fundamental de supervivencia. Por todo ello, aceptarlo y reconocerlo, es lo único que podría permitirnos conseguir la paz de la meditación.

Y al final, meditar es un estado de consciencia en el que somos simples testigos de nuestras sensaciones corporales, de nuestros pensamientos y emociones, pero sin identificarnos con ninguno de ellos y sin perseguir ningún objetivo o deseo. Meditar consiste en ingresar a un espacio en el que comprendemos que nuestra vida, en lo más profundo, depende de factores que no podemos controlar. Cuando meditamos, fluimos con plena consciencia sin interferir, sin discriminar, sin juzgar, sin buscar, sin forzar, sin querer cambiar nada, sin estar pendientes del pasado o del futuro y, sobre todo, la posibilidad de acercarnos a nuestro Ser auténtico y universal.

Coaching Primordial y Danza Primal: un abordaje Integral del Ser humano.

Daniel Taroppio, con sus más de treinta años de experiencia en comunicación humana como coach, psicoterapeuta y consultor, señala: “En un nivel mucho más profundo que la palabra, nuestra corporalidad-energía-emocionalidad también crea mundos, determina nuestra identidad y establece los límites estrechos o generosos dentro de los cuales se desarrolla nuestro movimiento por la vida personal y profesional”.

En otras palabras, podríamos decir que todo el tiempo estamos comunicando mucho más de lo que somos conscientes, y esta comunicación energética y corporal es determinante en nuestros vínculos y entornos. Las personas proyectamos nuestro mundo interno en nuestro medio ambiente social y esto nos viene de vuelta a través de un feedback permanente. Por todo ello, tomar consciencia de nuestros movimientos primordiales: gestos, posturas, miradas, respiración y energías que proyectamos y recibimos de otros, nos permite enriquecerlos conscientemente, liberando todas las capacidades sensitivas y expresivas de nuestro organismo.

Para conseguir ese nivel de profundización, el Coaching Primordial, incluye metodologías de trabajo lingüístico-cognitivo, corporal-energético y meditativo, que han sido denominadas: Comunicación Primordial, Danza Primal y Meditación Orgánica. La aplicación integrada de estas metodologías nos permite habitar con conciencia nuestro cuerpo vivo, sensible, conectado con el aquí y ahora y con los demás. Ahora bien, aunque haremos una breve descripción de cada dimensión de trabajo, la premisa fundamental de esta metodología es la integralidad y no la complementariedad.

  • Dimensión lingüística-cognitiva: Comunicación Primordial.

Permite revisar la forma en que construimos nuestras percepciones, interpretaciones, juicios y creencias, a fin de trascender nuestros criterios disfuncionales y restrictivos, fortaleciendo los que liberan nuestra creatividad, productividad y capacidad de encuentro y realización.

  • Dimensión corporal-energética: Danza Primal.

Es un sistema de trabajo que brinda la posibilidad de acceder a las estructuras que determinan nuestra percepción emocional de la realidad, nuestro ser en el mundo. De este modo, podemos trascender nuestros patrones emocionales limitantes y liberar nuestras potencialidades psicogenéticas y trascendentes, redescubriendo nuestra naturaleza original.

  • Dimensión meditativa: Meditación Orgánica.

Es una disciplina de trabajo respiratorio, relajación y aquietamiento mental. Permite trabajar con nuestro estado vibracional y la conexión con la totalidad de la vida. No incluye ningún contenido de tipo religioso. Es un método para alcanzar descanso, la paz interior y conexión con la vida.

Este abordaje integral del Coaching Primordial constituye un proceso de profunda transformación que nos permite revisar nuestra particular forma de percibir y construir la realidad y a nosotros mismos.

Y una técnica le da sentido completo a la otra. Efectivamente, sólo cuando la Danza Primal está integrada en la propia corporalidad, podemos comenzar a percibir de qué manera el lenguaje funciona como un medio para la expresión del ser y la creación de entornos enriquecedores o, por el contrario, si está operando como una manera de ocultamiento, de defensa y llevando a una existencia poco auténtica e insatisfactoria.

Curiosamente, cuanto mayores sean las capacidades lingüísticas de una persona disociada de su cuerpo, mayor puede ser su capacidad para manipular y ocultar su propia emocionalidad, lo que termina llevando a una existencia frustrante, puesto que no hay manera, a través del mero lenguaje verbal, de recuperar la vitalidad, la energía vibrante que caracteriza a las personas integradas a su propio cuerpo.

Al integrar el lenguaje verbal con la comunicación corporal, vamos permitiendo que nuestra palabra encarne lo más profundo de nuestro sentir y nuestro lenguaje se vuelve auténtico, real. De hecho, cuanto más integradas estén, más consistente será nuestra forma de comunicarnos y más auténtica, más veraz y más poderosa será nuestra llegada a los otros.

Esta estabilidad emocional que brinda el trabajo corporal-energético integrado al lenguaje, nos permite desplegar plenamente nuestra capacidad de escucha, de apertura y de contacto con los otros. Cuando el cuerpo y la palabra están armónicamente integrados somos más congruentes, más coherentes y se afianzan la autoestima y la confianza en nosotros mismos para conseguir aquello que nos propongamos.

Para conseguir esa armonía y para que las sesiones de coaching se conviertan en un espacio de profundo autoconocimiento habrá que contar con el acompañamiento de un coach bien entrenado, con la sensibilidad necesaria para percibir los bloqueos energéticos ocultos tras el lenguaje puramente verbal.

La sensibilidad afinada, requisito fundamental en la formación de un coach primordial, sólo puede desarrollarse mediante la aplicación de estos métodos en primer lugar y en primera persona.

Efectivamente, esta metodología integral aporta el entrenamiento y las herramientas necesarias para que el coach conozca su propia corporalidad y emocionalidad y para desde allí, sea capaz de percibir si los movimientos de las personas conllevan un flujo natural de sus energías, y por lo tanto de sus emociones latentes, o si por el contrario éstas están bloqueadas.

Para significar esta necesidad de trabajo en uno mismo, nada mejor que utilizar las palabras de Andrea Franco, una egresada de Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI):

“El coach primordial ha caminado un sendero de auto descubrimiento a través del cuerpo, ha danzado sus heridas, se ha sumergido en ellas y desde ahí mira los desafíos de su coachee; pero también desde ahí observa la parte luminosa, la que se esconde tras el lenguaje, los bloqueos corporales y las historias, la que lucha por surgir a través de las sombras, la esencia, su ser primal”.

Modelo de Interacciones Primordiales: recuperar nuestra Identidad Universal.

“No hay dicha más grande en la vida que este reencuentro con nuestra naturaleza, libres de lo mecánico y artificial de nuestra personalidad. Cuando esto ocurre, nuestros vínculos florecen en autenticidad y profunda entrega”. Así lo afirma Daniel Taroppio, creador del Modelo de Interacciones Primordiales y de la Danza Primal®.

Este Modelo de Interacciones Primordiales, cuyos métodos de aplicación son el coaching primordial y la psicoterapia primordial, es un modelo de desarrollo humano que concibe la crisis de nuestra civilización como resultado de la pérdida de las raíces universales y que procura devolver al ser humano su sentido de pertenencia al universo.

Para abarcar todos los ámbitos de la experiencia humana combina tres tipos de prácticas: la Danza Primal®: para la dimensión corporal-emocional-energética; la Comunicación Primordial: para la dimensión lingüístico-cognitiva y la Meditación Orgánica como práctica contemplativa.

Necesitamos recuperar la identidad universal, nuestros orígenes, nuestra naturaleza, nuestra identidad cósmica: es decir el vínculo primordial*.

Ahora bien, ¿qué es el vínculo primordial? ¿Cuándo se rompe? ¿Por qué es importante recuperarlo? El Vínculo Primordial es la conexión con la totalidad del universo, es el sentirnos que como seres humanos somos una configuración más del flujo primal que es y contiene el universo.

Y a su vez existe lo que se llama una herida básica que es producida por la ruptura de nuestra conexión con la totalidad, la que se encarna físicamente en el nacimiento y la pérdida del vínculo materno original, que es en realidad una metáfora de una pérdida mucho mayor y más profunda. Esta pérdida no resuelta genera el desarrollo de dos estados básicos de la mente: el estado de pérdida y el estado compensatorio.

El estado de pérdida consiste en la profunda experiencia de vacío, temor, soledad, incertidumbre y sinsentido que aparece cuando el contacto vital con el universo se pierde. Este estado de alienación, de desarraigo, es tan profundo y doloroso que la mayor parte de nuestras vidas consiste en un esfuerzo sistemático para evitarlo a toda costa. Es el núcleo central de todas las formas de patología. Cuando se manifiesta atravesando las defensas que hemos construido para ocultarlo (lo que suele ocurrir en períodos de crisis o grandes pérdidas) la vida se torna extremadamente penosa, oscura y carente de todo significado.

El estado compensatorio (reactivo o defensivo), está conformado por todas las estructuras de la personalidad que procuran evitar el contacto con la pérdida esencial. El estado reactivo es la obra del ego disfuncional y se caracteriza por un comportamiento rígido, defensivo, limitante y profundamente empobrecedor; algo que podría definirse como “dime de que presumes y te diré de lo que careces”. Es el intento permanente y agotador de ocultar los sentimientos básicos de desolación mediante compensaciones que procuran hacernos aparecer (ante nosotros y ante los demás) como lo opuesto de lo que en realidad tememos ser.

En la mayoría de los casos nos relacionamos con el mundo y con nosotros mismos desde estos estados, es decir desde la carencia, esperando que el otro nos complete, siendo dependientes y demandantes; o desde la compensación, ocultando ante el otro nuestra necesidad apremiante y mostrándonos desinteresados y distantes. Obviamente, en cualquiera de los casos, el amor no puede florecer.

El Modelo de Interacciones Primordiales procura reintegrarnos como seres humanos con el flujo primordial del cosmos, lo que implica recuperar el libre fluir de la energía única y universal dentro de nosotros y en nuestros vínculos.

Este proceso de regreso a nuestra naturaleza original, a la espontaneidad y la frescura, implica la dificultosa tarea de observar y sanar todas las manifestaciones de nuestro estado reactivo (manipulaciones), para llegar a la mucho más difícil tarea de contemplar, abrazar y sanar nuestro estado de pérdida. Sólo así podemos sanar nuestra herida básica y renacer en el indescriptible gozo de nuestra identidad original.

El Flujo Primordial recorre nuestro sistema psicofísico, estimulándonos bajo el aspecto de impulsos, emociones y sentimientos que pulsan por expresarse en las capacidades básicas de la persona plenamente viva.

Daniel Taroppio nos señala además: “el trabajo vivencial de la psicología transpersonal nos lleva a estados de consciencia en los que realmente somos uno con la totalidad de la vida. Una persona que accede a estos estados no necesita cursos de ética y/o moral. Una persona así, sana su división esencial, encarna el bien y lo expresa espontáneamente en su vida”.

En tal sentido, los diferentes programas de formación internacional que propone la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) brindan una sólida y completa instrucción académica que comprende una profunda experiencia teórica, vivencial y práctica para formar agentes de crecimiento y cambio personal, institucional y social en los diferentes ámbitos del ser humano.

(*) Taroppio, Daniel. 2007. “El Vinculo Primordial. Un camino hacia el corazón de la Evolución Cósmica, el Desarrollo Personal y las Relaciones Humanas”. Ediciones Continente.

Psicología Transpersonal Integral: recuperar nuestra versión original.

Decía Carl Gustav Jung: “El problema de la mayoría de los seres humanos es que nacen siendo originales y mueren siendo duplicados”.

Doloroso, pero ¿real?. Pensemos un poco acerca de esta reflexión que habla ni más ni menos sobre cómo evolucionamos las personas. Todos, en nuestros primeros años de vida, somos potencialmente capaces de crear sin límites, de equivocarnos y de soñar sin restricciones, sin juicio y sin miedo al qué dirán. Pero con el tiempo, “entramos en el sistema” y vamos incorporando mandatos, educación y permisos que nos colocan dentro del paradigma de lo socialmente correcto; de lo que deberíamos ser y hacer y de lo se espera de nosotros.

Es durante ese proceso que terminamos siendo “duplicados”. Todos nos parecemos un poco, pensamos más o menos parecido y actuamos dentro de los límites de lo aceptable. Como si fuera poco, vivimos en sociedades y en culturas que nos hacen creer, a través de estímulos constantes, que un coche nuevo, una casa más grande o un trabajo mejor nos hará más felices.

Así es que vivimos escondiéndonos detrás de máscaras, acumulando objetos, coleccionando logros “llenos de nada” y sin darnos cuenta que ese camino de fuera hacia adentro es la felicidad efímera, la que únicamente acaricia al ego.

La felicidad no es lo que tenemos, ni lo que hacemos y muchísimo menos lo que aparentamos. La felicidad es un estado del Ser y es el único camino posible para llegar a ella es de adentro hacia fuera.

Ahora bien, ¿cómo hacemos para ir más allá de las historias personales, más allá de todo y de todos y comenzar a “Ser” en el sentido más estricto de la palabra? ¿Podemos trascender toda esta programación? ¿Podemos trascendernos a nosotros mismos?

Es posible y es el camino que propone la psicoterapia transpersonal (PT).

Jung, cuyas palabras citábamos al inicio, es considerado el padre de la Psicología Transpersonal y ha vertido una serie de conceptos e ideas que renovaron y vertieron luz sobre la psicología y sobre muchas otras ciencias. De alguna manera, surge como una alternativa para integrar los conocimientos de las psicologías tradicionales de occidente con la sabiduría de los grandes maestros de oriente, dándole especial importancia a las modificaciones de los estados de conciencia más allá de los límites mentales, corporales y emocionales. 

Ciertamente, se llama transpersonal porque es el estudio psicológico de las experiencias transpersonales -a través de la persona-, es decir, aquella en las que el Self -uno mismo-, se extiende más allá del individuo y llega a abarcar aspectos de la humanidad, la vida, el psiquismo y el cosmos que habitualmente son experimentados como ajenos.

La Danza Primal como técnica primordial de la PT y como medio para trascender, para Ser.

“Tenemos que salirnos de nosotros, de nuestro ruido y de nuestra agitación interior para encontrarnos; para ello, no hay mejor manera de aquietar la mente que poner el cuerpo en movimiento”. Así reflexiona Daniel Taroppio, director de la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) y creador de la Danza Primal.

La Danza Primal es una metodología de trabajo corporal-energético-emocional basada en la recuperación de movimientos primales que movilizan el cuerpo con posturas, movimientos, respiraciones, gestos, sonidos, imágenes y ejercicios. Cada uno de los movimientos activan y armonizan -individual y conjuntamente-, los siete chakras del Yoga. Los chakras, por cierto, son centros desde los cuales fluye la energía vital del organismo.

Qué es y qué no es esta práctica:

La Danza Primal no es un baile. En ella no hay coreografía a seguir o pasos de baile previamente estandarizados. Su práctica sólo es una invitación a redescubrir, armonizar, integrar y liberar nuestras energías. Es un regreso a los movimientos simples, a los gestos originales, a los sonidos primigenios y al redescubrimiento de nuestro propio cuerpo como energía vibrante”.

La Danza Primal es una forma de meditación porque nos permite experimentar la no dualidad, por ejemplo, con la música. Es decir, en un momento de la práctica dejamos de sentir la música como algo ajeno a nosotros y vivenciamos que somos parte de lo mismo. Somos energía manifiesta perfecta y armoniosamente equilibrada. Desde esa expansión de la conciencia es posible adoptar verdaderas perspectivas “limpias” -sin condicionamientos ni estereotipos- sobre los problemas y sobre la vida en general.

También puede ser definida como una práctica para acceder en forma sistemática, natural y sin riesgos a estados de expansión de la conciencia. Este sistema destinado a despertar y armonizar las energías sanadoras y creativas desde un nivel molecular hasta la total trascendencia, no trata de aprender sino de recordar y reconocer lo que pertenece a la naturaleza primaria, a lo original.

La Danza Primal posibilita el despliegue de todas las cualidades naturales que tenemos, pero que en tantos casos hemos olvidado. Los diferentes programas de formación internacional que propone la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) brindan una sólida y completa instrucción académica que comprende una profunda experiencia teórica, vivencial y práctica para formar agentes de crecimiento y cambio personal, institucional y social en los diferentes ámbitos del ser humano.

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