Facilitación Ecosistémica: ¿y si hacemos del mundo un lugar más vital y saludable?

Comunidades Ecoresilientes y Regenerativas.

Vayamos por partes. Todos vivimos y somos parte de comunidades. Trabajamos con personas, compartimos vecindario, actividades deportivas, movimientos sociales, políticos, etc. Es decir, en la mayoría de los casos tenemos objetivos/propósitos y una visión en común con otras personas. No obstante, una comunidad, para que realmente pueda definirse como tal necesita, además de un propósito externo -un objetivo colectivo-, debe tener un propósito interno -relaciones de confianza y cuidado mutuo-. Sin extendernos demasiado podemos decir que existe una “conciencia grupal” que es mucho más sabia que cualquier individuo y un potencial grupal que es mucho más amplio que cualquier esfuerzo individual.

Ahora bien, planteábamos en el título la posibilidad de inclinar el mundo hacia el lado más vital y saludable y este artículo tiene como objetivo mostrar brevísimamente que es posible, a través del diseño y la facilitación de experiencias de transformación colectivas que apuntan a crear sistemas y/o comunidades más integrales, trascendentes y sostenibles. ¿Cómo? Principalmente teniendo en cuenta la necesidad de elaborar un pensamiento y una acción desde un enfoque ecosistémico que incorpore la visión y el bienestar de las personas como individuos, del colectivo como un sistema vivo y de sus aportaciones a la Red de la Vida de la que son parte.

¿Ecoresilientes? ¿Regenerativas? ¿De qué hablamos?

Muchos estamos familiarizados con el término resiliencia y sabemos que se refiere a la capacidad de los individuos y grupos para afrontar una situación adversa y emprender acciones para avanzar, capitalizar el aprendizaje y salir fortalecidos/as. Por su parte, la Ecoresiliencia supone la integración transformacional continua de los procesos sociales, ecológicos, culturales y espirituales para que las personas y las comunidades manejen mejor los impactos conocidos y desconocidos de los cambios humanos y ambientales. En ambos casos se trata de un aprendizaje adaptativo basado en la adversidad -real o potencial- que entiende que los procesos son transformativos, provisionales y orientados al cambio.

Por ejemplo, uno de los principios(1) de la Ecoresiliencia sostiene que debemos reconocer a la naturaleza como nuestra guía, por ende, necesitamos conocer y alinearnos con los movimientos y patrones del mundo natural. Es decir, para seguir sobreviviendo como especie necesitamos aplacar nuestros delirios de superioridad y colocarnos en armonía con la naturaleza. Todo esto, en cierta forma, también está íntimamente relacionado a las comunidades regenerativas. Veamos un poco más.

En un artículo anterior ya nos habíamos referido al paradigma regenerativo y volvemos un poco sobre ello para entender de qué se trata una comunidad regenerativa. Herbert Girardet, co-fundador del World Future Council, una fundación que asesora sobre las políticas futuras a adoptar, señala -a nivel macro- que “tenemos que empezar a pensar qué podemos hacer no para sostener el planeta, sino para regenerarlo”. Lo cierto es hoy por hoy existe una destrucción, producto de un crecimiento exorbitado que nos deja bastante poco que sostener. Por tanto, es necesario regenerar lo que hemos deteriorado y esto supone un cambio de paradigma, un cambio en la forma de pensar y actuar.

Este enfoque regenerativo en una comunidad consiste en crear sistemas y lugares que tengan la capacidad de evolucionar hacia estados de salud y vitalidad crecientes. Son ambientes vivos y representan entornos de vida prósperos, saludables y resistentes debido a que sus sistemas ecológicos, sociales y económicos se relacionan de manera tal que elevan la vitalidad individual y colectiva.

La Espiral Colectiva. Metodología para el cambio social y la facilitación de grupos.

Esta espiral colectiva es la segunda espiral del Modelo Koru -la espiral de la transformación- que nos brinda un mapa para poder diseñar e intervenir comunidades y grupos, teniendo como foco la ecoresiliencia y la regeneración. Esto supone empezar desde la perspectiva de la conciencia de Com-Unidad.

Como señalábamos al comienzo, todos formamos parte de comunidades. En los procesos de transformación, la faciltadora o el facilitador debe tener en cuenta la red sistémica, subsistemas y relaciones, ya que es esencial tener una mirada sobre la ecología interna y externa de los individuos y colectivos. Las partes siempre están en una relación de interdependencia y abrazando un objetivo o propósito común. La sabiduría colectiva y ecológica implica el acceso a una conciencia capaz de conectar con lo que está vivo y que emerge en cada instante.

Fig 1. Espiral Colectiva, Koru Transformación.

Un gráfico siempre viene bien para ilustrar y tomar perspectiva de lo que hablamos. Por supuesto que para recorrer la espiral en profundidad necesitaríamos escribir un libro y no es el plan. No obstante, sí habláramos de la generalidad de esta experiencia que, como no podría ser de otra forma, comienza en el centro y desde La Unidad; es decir, en la confluencia de propósitos y necesidades individuales que permite que emerja la Conciencia de Com-Unidad.

La Unidad es la fuente que nos conecta con la red de la vida. La Com-Unidad es el espacio de encuentro en el plano social; es el campo unificado de conciencias que permiten que emerja el Ser Colectivo del grupo.

Ahora bien, como espacio de encuentro creativo, el comienzo nos invita a Celebrar la vida, a reunificarnos con ella, a encontrarnos a sentirnos parte de un todo mayor que nos trasciende. En este espacio de Com-Unidad el proceso de “presenciar”, como lo llama Otto Scharmer, es un recurso interesante que nos permite acceder a los estados de conciencia necesarios para iniciar una experiencia de transformación. Estar presentes significa estar atentos a nuestras experiencias internas y externas, y vivirlas desde la apertura, la aceptación, el respeto, la compasión y el no juicio.

Nos movemos en la espiral colectiva avanzando en diferentes dimensiones que posibilitan construir Comunidades Resilientes y Regenerativas.  Estas dimensiones tienen diferentes procesos y objetivos que nos posibilitan un mapa y una caja de herramientas para diseñar e intervenir.

Aquí veremos las principales dimensiones de esta espiral:

  1. Conciencia de Com-Unidad y Co-Evolución.
  2. Construcción de Comunidad y Confianza.
  3. Flujos y Comunicación.
  4. Relaciones, Empoderamiento y Liderazgo Regenerativo.
  5. Conciencia de Redes y Sistemas.
  6. Contribución de esta Comunidad al desarrollo y bienestar de las personas que la conforman.
  7. Contribución de esta Comunidad a la interdependencia en una comunidad viva y sensible.
  8. Contribución de esta Comunidad a la regeneración de la vida y a la conciencia de ser naturaleza.
  9. Preparación y organización de esta Comunidad frente a la crisis global (ambiental-social-económica- espiritual): resiliencia.

Para comenzar una transición sólida y estable hacia una comunidad ecoresiliente y regenerativa, es necesario plantear el cambio como un acto creativo y colectivo. Un acto que ha de aportar felicidad a nuestras vidas y que nos ha de llevar a descubrir nuestro ser participante, pues sólo en comunidad, sólo colaborando con otras personas es posible crear una alternativa sostenible y sólida a nuestra forma de vida actual. 

Recordemos que aprender a facilitar supone la gran libertad para crear experiencias transformadoras incorporando libre, creativa e integralmente, las pautas necesarias para llevar a las personas, grupos y comunidades por un camino de verdadera transformación.

#Reinvéntate

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