Que la ansiedad no domine tu vida.
Si la depresión fue el mal del cambio de siglo, la ansiedad se ha convertido en la epidemia de nuestro mundo moderno. En nuestro país sabemos de qué se trata. Según la OMS, España es líder en consumo de ansiolíticos de Europa y una de cada diez personas padece los síntomas de la ansiedad.
Las cifras son alarmantes, pero raramente sorprenda al lector. Efectivamente, es cada vez más común conocer a alguien cercano que esté en un cuadro de ansiedad constante y/o que padezca episodios de ansiedad; es por esta misma razón que resulta cada vez más habitual que el sedante esté al alcance de la mano. Ahora bien, estamos de acuerdo en que la terapia para tratar la ansiedad, como abordaje cognitivo y emocional, es necesaria y efectiva; sin embargo, aunque es una de las “patas” fundamentales del tratamiento, no debería ser exclusiva de otros enfoques. Veamos más.
El Método Feldenkrais® propone -como parte del trabajo- un abordaje desde el cuerpo, ya que también está involucrado en un patrón de ansiedad.
Es decir, sabemos que la memoria de las emociones está en el sistema nervioso central (SNC) y se refleja en el cuerpo a través de patrones musculares. Esto es fácil de entender. Por ejemplo, cuando vemos la expresión de un rostro o una postura, conozcamos más o menos a esa persona, podemos deducir si está nerviosa, ansiosa, triste, preocupada, etc.; incluso aunque su intención sea disimularlo.
La ansiedad surge porque tenemos patrones y reacciones fijas. Es el arma que posee nuestro organismo para estar alerta ante cualquier posible peligro. Por supuesto, hasta aquí estamos todos de acuerdo en que este mecanismo es necesario y queremos que así continúe. El problema es cuando esa reacción se prolonga en el tiempo sin que exista una amenaza real. El mundo moderno, tan agresivo y tan competitivo, muchas veces nos coloca en ese lugar todo el rato. No paramos, no nos detenemos y ese ritmo y esa necesidad de respuesta constante del día a día son una gran explicación sobre por qué la ansiedad es la nueva epidemia social.
Ahora bien, retomemos este pedacito de texto que dice: “el problema es cuando se prolonga en el tiempo sin que exista una amenaza real” y analicémoslo desde el cuerpo. ¿Qué supone que nuestro cuerpo esté siempre en alerta? ¿De qué nos sirve sentir que en muchos momentos la respiración no fluye o que nuestra columna está todo el rato flexionada como si estuviéramos bajo la amenaza constante de un golpe, cuando no está pasando nada que nos ponga en peligro? Más aún, ¿de qué nos sirve “anestesiar” ese momento con un químico si sabemos que ante una situación similar incurriremos en ese mismo estado? La ansiedad se expresa en el lenguaje de nuestro cuerpo y de nuestros movimientos interfiriendo en su fluidez y obstaculizando su expresión, pero para cambiar esto necesitamos tomar conciencia. Como señalaba el creador del Método: “Si uno no sabe lo que hace, no puede hacer lo que quiera”.
Como vemos, siempre antes de llegar a una crisis, habremos tenido señales desde el cuerpo que pudimos haber atendido. Por ello, desde Feldenkrais® nos proponen primero tomar conciencia de esos patrones y luego explorar y encontrar en nuestro cuerpo otros patrones de acción que nos permitan gestionar la ansiedad y sentirnos mejor.
Es decir, no sólo tomar conciencia; también (y sobre todo) se trata de descubrir y experimentar -por ejemplo- qué sucede si estiramos nuestra columna y usamos toda la longitud de nuestro cuerpo; qué sucede cuando nuestros pies se asientan mejor en el suelo; o cuando nuestro cuello está libre para moverse, y un largo etcétera.
Curioso o no, el Método Feldenkrais® coloca a los síntomas de la ansiedad con una sensación general de insatisfacción con la vida que tenemos o llevamos. Entonces pregunto: ¿por qué no atender esa alerta? ¿Por qué no ver qué hay más allá de esa falta de aire, de esa pérdida de estabilidad?
¿Por qué no anticiparnos a gestionar la ansiedad cuando aún no se ha manifestado con toda su intensidad?
Ese es el objetivo de este Taller de introducción al Método Feldenkrais®. Como decíamos antes, nos invita a ver lo que sucede, recuperar la riqueza de los movimientos y explorar -sin esfuerzo- diferentes posibilidades de configuración que nos permitan gestionar la ansiedad y alcanzar estados de serenidad, de equilibrio y de tranquilidad desde el cuerpo.
Ahora bien, como dice nuestro especialista en el Método, Jaime Polanco: “la idea es experimentar con una fuerza tal que las personas sientan la necesidad de incorporar esos nuevos recursos corporales inmediatamente en su vida”. A propósito de esto, también nos señala que “en ningún caso se trata de hacer ver el Método como una sustitución de la terapia, sino de una forma complementaria a ella”.