Método Feldenkrais®. Conecta pensamiento, emoción, y movimiento.

¿Qué significa tener un cuerpo organizado?

Una de las definiciones del creador del método que lleva su nombre, Moshé Feldenkrais, dice: “Mi método busca tener un cuerpo organizado que permita moverse con el mínimo esfuerzo y la máxima eficacia; no a través de la fuerza muscular, sino mejorando la conciencia de cómo funciona”.

Veamos una simple analogía para entender un poco más. Si mantenemos la puerta abierta de la nevera durante días mientras la misma está conectada a la corriente, su funcionamiento, su rendimiento y su eficacia serán, cuanto menos, deficientes. Lo mismo ocurre con nosotros. Si mantenemos en el tiempo determinadas formas de movernos, de pensar y de vivir disfuncionales, nuestra energía, rendimiento y eficacia irán decreciendo y entorpeciéndose poco a poco.

Mantener el cuerpo organizado es optimizar, aprovechar y desarrollar nuestra forma de movernos, para ahorrar esfuerzo y liberar energía que nos permitirá vivir de forma más ligera, más libre, más creativa y más eficiente. Sin embargo, para ello, será necesario conocernos, aprender y tomar conciencia. No podemos cambiar nada de lo que no conocemos.

Y me animo a agregar, tampoco podemos cambiar nada, sin intención dirigida, aunque lo conozcamos.

De hecho, en el contexto de esa falta de conocimiento, es habitual que cuando nos referimos al cuerpo, pensemos en nuestra forma física y/o estética y no reparemos en la importancia que tienen nuestros movimientos o posturas corporales para influir en nuestras sensaciones, acciones o emociones. Pero en nuestro día a día tenemos cientos de ejemplos en los que podríamos reparar; pensemos en un par: ¿andamos igual cuando vamos que cuando volvemos del trabajo? ¿Tenemos la misma postura cuando trabajamos que cuando estamos en una reunión con amigos?

En cierto modo, los interrogantes nos permiten tomar conciencia del “peso” del cuerpo, del esfuerzo corporal que debemos hacer cuando algo no nos motiva o nos resulta tedioso y de la ligereza que experimentamos mientras desarrollamos una actividad placentera, un alivio y/o una desconexión. Es que, ciertamente, el cuerpo es la base sobre la cual se fundamentan los pensamientos, sentimientos, emociones y acciones.

Esto significa que si cambiamos nuestra manera de hacer las cosas, si renovamos y optimizamos nuestros movimientos y posturas, no sólo estaremos trabajando sobre la rigidez corporal, sino también sobre la rigidez mental. Y no sólo eso. El Método Feldenkrais, a través del lenguaje de los movimientos, nos enseña a darle más fuerza a muchas de nuestras acciones que se verán reflejadas en una mayor seguridad, autoconfianza y poder personal.

¿Acaso hay alguien seguro de sí mismo que lleve una postura encorvada y movimientos letárgicos? Hay algo que sería casi ilógico someter a debate: una postura expansiva expresará seguridad y una postura inestable y/o perezosa transmitirá inseguridad.

Todo podemos descubrirlo siendo observadores de nosotros mismos.

Y eso es, en parte, lo que propone este método de trabajo. Movernos con el menor esfuerzo, observando las relaciones que se establecen entre las distintas partes del cuerpo y las sensaciones que experimentamos. Al dirigir la intención hacia lo que sucede mientras nos movemos, podemos aprender sobre nosotros mismos a través de la experiencia y desarrollamos lo que este método llama Autoconciencia a través del Movimiento.

Así, a medida que somos capaces de ir eliminando movimientos disfuncionales, también iremos eliminando pensamientos recurrentes e indeseados, pues como afirma el creador del método: “Si cambiamos la manera de movernos, cambiamos la manera de pensar”.

Practicar este método, como decíamos al comienzo cuando citábamos las palabras de Feldenkrais, nos permite tomar conciencia de cómo nos movemos; nos facilita detectar dónde hay tensiones, resistencias y a explorar nuevas opciones para elegir la manera más adecuada de realizar una acción. Aprender cómo cambiar, renovar u optimizar nuestros movimientos nos ayuda a crear nuevas conexiones neuronales en el cerebro que aumentan nuestra percepción, creatividad, espontaneidad e intuición.

En tal sentido, Jaime Polanco, como fisioterapeuta y profesor del Método Feldenkrais, nos señala que los movimientos diseñados por su creador apuntan a que cualquier persona sea capaz de restaurar efectivamente la salud de su sistema nervioso y mantener su cerebro lúcido, claro, atento y vital.

De alguna manera, todo lo que hemos venido contando nos separa un poco de la creencia popular que asocia este método con lo estrictamente físico y postural. Por el contrario, nos acerca a entender que la idea no es mostrar cuál es la forma correcta de mantenerse o caminar, sino de tomar conciencia sobre cómo nos movemos para ser capaces de descubrir por nuestros propios medios la mejor manera de actuar, teniendo como referencia nuestras propias sensaciones.

«Movimiento es vida. La vida es un proceso. Mejora la calidad del proceso y mejorarás la calidad de vida». Moshé Feldenkrais.

Coaching Primordial y Danza Primal: un abordaje Integral del Ser humano.

Daniel Taroppio, con sus más de treinta años de experiencia en comunicación humana como coach, psicoterapeuta y consultor, señala: “En un nivel mucho más profundo que la palabra, nuestra corporalidad-energía-emocionalidad también crea mundos, determina nuestra identidad y establece los límites estrechos o generosos dentro de los cuales se desarrolla nuestro movimiento por la vida personal y profesional”.

En otras palabras, podríamos decir que todo el tiempo estamos comunicando mucho más de lo que somos conscientes, y esta comunicación energética y corporal es determinante en nuestros vínculos y entornos. Las personas proyectamos nuestro mundo interno en nuestro medio ambiente social y esto nos viene de vuelta a través de un feedback permanente. Por todo ello, tomar consciencia de nuestros movimientos primordiales: gestos, posturas, miradas, respiración y energías que proyectamos y recibimos de otros, nos permite enriquecerlos conscientemente, liberando todas las capacidades sensitivas y expresivas de nuestro organismo.

Para conseguir ese nivel de profundización, el Coaching Primordial, incluye metodologías de trabajo lingüístico-cognitivo, corporal-energético y meditativo, que han sido denominadas: Comunicación Primordial, Danza Primal y Meditación Orgánica. La aplicación integrada de estas metodologías nos permite habitar con conciencia nuestro cuerpo vivo, sensible, conectado con el aquí y ahora y con los demás. Ahora bien, aunque haremos una breve descripción de cada dimensión de trabajo, la premisa fundamental de esta metodología es la integralidad y no la complementariedad.

  • Dimensión lingüística-cognitiva: Comunicación Primordial.

Permite revisar la forma en que construimos nuestras percepciones, interpretaciones, juicios y creencias, a fin de trascender nuestros criterios disfuncionales y restrictivos, fortaleciendo los que liberan nuestra creatividad, productividad y capacidad de encuentro y realización.

  • Dimensión corporal-energética: Danza Primal.

Es un sistema de trabajo que brinda la posibilidad de acceder a las estructuras que determinan nuestra percepción emocional de la realidad, nuestro ser en el mundo. De este modo, podemos trascender nuestros patrones emocionales limitantes y liberar nuestras potencialidades psicogenéticas y trascendentes, redescubriendo nuestra naturaleza original.

  • Dimensión meditativa: Meditación Orgánica.

Es una disciplina de trabajo respiratorio, relajación y aquietamiento mental. Permite trabajar con nuestro estado vibracional y la conexión con la totalidad de la vida. No incluye ningún contenido de tipo religioso. Es un método para alcanzar descanso, la paz interior y conexión con la vida.

Este abordaje integral del Coaching Primordial constituye un proceso de profunda transformación que nos permite revisar nuestra particular forma de percibir y construir la realidad y a nosotros mismos.

Y una técnica le da sentido completo a la otra. Efectivamente, sólo cuando la Danza Primal está integrada en la propia corporalidad, podemos comenzar a percibir de qué manera el lenguaje funciona como un medio para la expresión del ser y la creación de entornos enriquecedores o, por el contrario, si está operando como una manera de ocultamiento, de defensa y llevando a una existencia poco auténtica e insatisfactoria.

Curiosamente, cuanto mayores sean las capacidades lingüísticas de una persona disociada de su cuerpo, mayor puede ser su capacidad para manipular y ocultar su propia emocionalidad, lo que termina llevando a una existencia frustrante, puesto que no hay manera, a través del mero lenguaje verbal, de recuperar la vitalidad, la energía vibrante que caracteriza a las personas integradas a su propio cuerpo.

Al integrar el lenguaje verbal con la comunicación corporal, vamos permitiendo que nuestra palabra encarne lo más profundo de nuestro sentir y nuestro lenguaje se vuelve auténtico, real. De hecho, cuanto más integradas estén, más consistente será nuestra forma de comunicarnos y más auténtica, más veraz y más poderosa será nuestra llegada a los otros.

Esta estabilidad emocional que brinda el trabajo corporal-energético integrado al lenguaje, nos permite desplegar plenamente nuestra capacidad de escucha, de apertura y de contacto con los otros. Cuando el cuerpo y la palabra están armónicamente integrados somos más congruentes, más coherentes y se afianzan la autoestima y la confianza en nosotros mismos para conseguir aquello que nos propongamos.

Para conseguir esa armonía y para que las sesiones de coaching se conviertan en un espacio de profundo autoconocimiento habrá que contar con el acompañamiento de un coach bien entrenado, con la sensibilidad necesaria para percibir los bloqueos energéticos ocultos tras el lenguaje puramente verbal.

La sensibilidad afinada, requisito fundamental en la formación de un coach primordial, sólo puede desarrollarse mediante la aplicación de estos métodos en primer lugar y en primera persona.

Efectivamente, esta metodología integral aporta el entrenamiento y las herramientas necesarias para que el coach conozca su propia corporalidad y emocionalidad y para desde allí, sea capaz de percibir si los movimientos de las personas conllevan un flujo natural de sus energías, y por lo tanto de sus emociones latentes, o si por el contrario éstas están bloqueadas.

Para significar esta necesidad de trabajo en uno mismo, nada mejor que utilizar las palabras de Andrea Franco, una egresada de Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI):

“El coach primordial ha caminado un sendero de auto descubrimiento a través del cuerpo, ha danzado sus heridas, se ha sumergido en ellas y desde ahí mira los desafíos de su coachee; pero también desde ahí observa la parte luminosa, la que se esconde tras el lenguaje, los bloqueos corporales y las historias, la que lucha por surgir a través de las sombras, la esencia, su ser primal”.

Neuroventas: antes vender era una técnica, hoy es una ciencia.

Vendedores que se transforman en nuestra sombra apenas entramos a una tienda; que nos llaman al teléfono con un speach monocorde; que nos atiborran de información que no nos importa o que no hemos solicitado; que se van por las ramas y aburren, o que exageran torpe e infelizmente.

Todos ellos pertenecen a una especie de vendedores que ha entrado en extinción. Son los que le siguen vendiendo a la gente, apelando exclusiva e insistentemente a su lógica y razón, cuando en realidad, y como habíamos mencionado en un artículo anterior, el 85/95% de las decisiones de compra son inconscientes.

Pero esto no acaba aquí. Los vendedores profesionales no son los únicos a los que nos dirigimos en este artículo. También están entrando en extinción aquellos profesionales autónomos, emprendedores y/o empresarios que sostienen, casi como una bandera, que a ellos no les gusta vender o que sus conocimientos concretos en un área específica les permite mantenerse al margen de la venta. Craso error.

No imagino a nadie en este mundo que pueda vivir sin vender. Un abogado, por ejemplo, necesita vender sus servicios al cliente, pero también necesita un estupendo manejo verbal y no verbal para que un jurado confíe (compre) su alegato y su defensa. Lo mismo un emprendedor; cualquiera puede tener una buena idea de negocio y trabajar incansablemente para ponerla en marcha, pero el objetivo final siempre es que los demás la compren. Por ende, si no hay una buena gestión de venta, por excelente que sea la idea o el profesional, todo podría quedar en un puñado de buenas intenciones. Y sólo con eso no se gana dinero.

Ahora bien, aunque los casos que mencionamos recrean ventas que en principio son bastante diferentes, desde la óptica de las neuroventas, la forma de vender es la misma.

En todos los casos, un buen vendedor -incluso aquel que está vendiéndose en una entrevista laboral-, necesita tres cosas fundamentales: capacidad para llamar la atención, para provocar emociones positivas y para lograr recuerdos poderosos.

Esto último, está relacionado con el instinto de supervivencia que tiene el ser humano desde hace miles de años; la persona que compra debe sentir que eso que adquiere le ayudará a sobrevivir, le permitirá ser mejor persona, etc. 

Sin embargo, ¿cómo logramos que sucedan esas tres cosas?

Empecemos por descartar. Si repasamos los ejemplos que mencionábamos al inicio, es posible llegar a la conclusión más certera de cómo NO se hace. Cuando nuestro cerebro percibe la intención de venta se cierra, se “asusta” y se desconecta del vendedor y del proceso inmediatamente. Por lo tanto, hay que hacer todo lo contrario; hay que vender sin vender, concepto que está sustentado en la neurociencia, a partir de las investigaciones sobre cómo funciona el cerebro de las personas al comprar.

Y para vender sin vender hay que dar pocas razones y muchas, pero muchas emociones y no sólo a través de las palabras. Recordemos que, de acuerdo a uno de los principios de la PNL, el 55% del impacto del mensaje depende el lenguaje no verbal (los gestos, la postura y los movimientos); el 25% del lenguaje verbal y el resto de la entonación del mensaje. Así que, más importante que el qué decimos es el cómo lo decimos.

Pero veamos un poco más el por qué de las pocas razones y muchas emociones. Todos los seres humanos tenemos un cerebro triuno; por orden de aparición en la historia evolutiva, esos tres cerebros son:

  • El reptiliano: no piensa y no siente; sólo actúa. Su consigna es reducir miedos, ahorrar energía y aumentar el confort.
  • El límbico: el emocional, el de la memoria y la intuición.
  • El neocórtex: el racional, el analítico y el lógico.

Allí está la clave: si queremos vender sin vender, tenemos que aprender a emocionar al cerebro límbico, prestándole algún argumento racional al neocórtex para que sienta que, aunque sea poco, participa.

No obstante, aunque sea pequeña la participación del neocórtex en el proceso de compra, es clave en cuestiones de empoderamiento y motivación de equipos. En cierto modo, es el que nos permite confiar en nosotros mismos, tener conciencia, gestionar las emociones y desarrollar las capacidades cognitivas: memorización, concentración, auto-reflexión, resolución de problemas, etc.

LEGO® SERIOUS PLAY® Method para empresas.

Construir; dar significado; armar una historia.

“El proceso de creación es un proceso de entrega y no de control”. Así lo afirma la famosa novelista americana, Julia Cameron.

Nadie nos enseña a jugar. Jugar es una experiencia personal e intransferible. Probablemente, la primera vez que tuvimos las piezas de Lego delante ni siquiera sabíamos cómo encajarlas con precisión o cómo seguir una lógica para copiar un prototipo y aún así era divertido, pues despertaba nuestra curiosidad y nos permitía dar rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad. Compartirlos con amigos era igual o más divertido; nos enseñaba a colaborar, a participar y a crear historias compartidas. Aprendíamos haciendo.

Y el hecho de que ya no seamos niños nos vuelve a la idea de que ya no podemos jugar, simplemente, porque creemos -equívocamente- que “jugar es para niños”. Bernard Shaw, en tal sentido, decía:

«No se deja de jugar porque se es viejo, sino que se es viejo porque se deja de jugar”.

Ciertamente, cuando los adultos nos permitimos jugar, dejamos de lado el ego y los prejuicios. A cambio, nos dejamos llevar por el niño interior, por el que disfruta de sus emociones sin censura y actuamos desde nuestro lado más genuino. En ese contexto, el juego es un disparador de emociones y por eso nos sirve para fijar experiencias y conocimientos; este concepto lo han entendido muy bien grandes compañías como Google o Coca-Cola, que utilizan LEGO® SERIOUS® como herramienta potenciadora de innovación y creatividad.

En cierto modo, la “mano de obra” del siglo XXI parece girar en torno a la innovación y la creatividad y, de hecho, son dos de los mayores desafíos a los que se enfrentan directivos y líderes de gestión en la empresa de hoy. Sin embargo, no existe el ADN creativo o innovador. Lo más importante para que estas habilidades puedan desarrollarse (y sostenerse en el tiempo) es crear los espacios para ello y encontrar las herramientas para favorecerlas.

Al efecto, construir los modelos e ideas que tenemos en el interior y ponerlos en el mundo exterior -en forma de metáfora- para verificar cómo se comportan, que es lo mismo que hacen los niños cuando juegan. Se trata de una de las herramientas más poderosas para la generación y comunicación de ideas, que además se sostiene en las revelaciones de la neurociencia respecto a la íntima conexión que existe entre el cerebro y las manos para la comprensión del mundo.

Efectivamente, cuando esta metodología se convierte en la herramienta de un equipo y de un reto particular, sus integrantes se comprometen y cooperan entre sí para alcanzar determinados objetivos de negocio. Incluso, durante el juego, los participantes suelen asumir roles diferentes de sus funciones habituales y esto ayuda a ponerse en el lugar del otro, a detectar habilidades individuales y/o conjuntas y a pensar más abierta y creativamente para resolver situaciones.

Por ejemplo, en cualquier reunión tradicional de equipo llevada a cabo para tomar decisiones sobre un proyecto nuevo o un relanzamiento de producto, lo habitual es que muchos participantes se inhiban de hacer aportaciones. De alguna forma, esto significa que gran parte del conocimiento y de las ideas no han sido manifestadas y así la toma de decisiones estará, cuanto menos, supeditada a ser “más de lo mismo”.

Ahora bien, cuando en ese mismo escenario se utiliza la metodología LEGO® SERIOUS PLAY® emerge naturalmente todo el conocimiento tácito o no expresado y queda reflejado en las construcciones. Ciertamente, como los modelos construidos responden a la parte más genuina de los participantes, será posible sorprendernos descubriendo lo que no sabíamos que sabíamos y conociendo aspectos (propios) y de otros miembros del equipo que permanecían “en la sombra”.

El método nos acompaña para que experimentemos con el modelo compartido.

A imaginar y probar diferentes escenarios y observar lo que ocurre; a jugar hacia posibles futuros; a extraer conclusiones, a visualizar estrategias, a elaborar planes de acción y a configurar guías de actuación que nos mantengan cohesionados. En definitiva, a tomar decisiones con claridad e inteligencia.

En este sentido, a través de workshops 100% experienciales, la metodología LEGO® SERIOUS PLAY® es aplicable en retos muy diversos y en el ciclo completo de cada uno de ellos (desde la idea, a la acción y hasta su aplicación).

Algunos de ellos son:

  • Ideas de negocio.
  • Innovación en productos y/o servicios.
  • Educación.
  • Presentación de modelos de negocio.
  • Identidad de equipo. Identidad y cultura corporativa.
  • Misión y valores.
  • Estrategia y objetivos.
  • Áreas de mejora.
  • Segmentación de clientes.
  • Fusiones de empresas.
  • Selección de personal.

Panxo Barrera, experto en creatividad e imaginación aplicada, CEO de Entropía: Inteligencia Creativa y facilitador de la metodología LEGO® SERIOUS PLAY® asegura:

“Jugar es una manera innovadora de aprendizaje: promueve la creatividad, facilita la comunicación, es una dinámica positiva y colaborativa, genera compromiso y participación de todo el equipo. Permite construir, visualizar escenarios, contar historias”.

Modelo de Interacciones Primordiales: recuperar nuestra Identidad Universal.

“No hay dicha más grande en la vida que este reencuentro con nuestra naturaleza, libres de lo mecánico y artificial de nuestra personalidad. Cuando esto ocurre, nuestros vínculos florecen en autenticidad y profunda entrega”. Así lo afirma Daniel Taroppio, creador del Modelo de Interacciones Primordiales y de la Danza Primal®.

Este Modelo de Interacciones Primordiales, cuyos métodos de aplicación son el coaching primordial y la psicoterapia primordial, es un modelo de desarrollo humano que concibe la crisis de nuestra civilización como resultado de la pérdida de las raíces universales y que procura devolver al ser humano su sentido de pertenencia al universo.

Para abarcar todos los ámbitos de la experiencia humana combina tres tipos de prácticas: la Danza Primal®: para la dimensión corporal-emocional-energética; la Comunicación Primordial: para la dimensión lingüístico-cognitiva y la Meditación Orgánica como práctica contemplativa.

Necesitamos recuperar la identidad universal, nuestros orígenes, nuestra naturaleza, nuestra identidad cósmica: es decir el vínculo primordial*.

Ahora bien, ¿qué es el vínculo primordial? ¿Cuándo se rompe? ¿Por qué es importante recuperarlo? El Vínculo Primordial es la conexión con la totalidad del universo, es el sentirnos que como seres humanos somos una configuración más del flujo primal que es y contiene el universo.

Y a su vez existe lo que se llama una herida básica que es producida por la ruptura de nuestra conexión con la totalidad, la que se encarna físicamente en el nacimiento y la pérdida del vínculo materno original, que es en realidad una metáfora de una pérdida mucho mayor y más profunda. Esta pérdida no resuelta genera el desarrollo de dos estados básicos de la mente: el estado de pérdida y el estado compensatorio.

El estado de pérdida consiste en la profunda experiencia de vacío, temor, soledad, incertidumbre y sinsentido que aparece cuando el contacto vital con el universo se pierde. Este estado de alienación, de desarraigo, es tan profundo y doloroso que la mayor parte de nuestras vidas consiste en un esfuerzo sistemático para evitarlo a toda costa. Es el núcleo central de todas las formas de patología. Cuando se manifiesta atravesando las defensas que hemos construido para ocultarlo (lo que suele ocurrir en períodos de crisis o grandes pérdidas) la vida se torna extremadamente penosa, oscura y carente de todo significado.

El estado compensatorio (reactivo o defensivo), está conformado por todas las estructuras de la personalidad que procuran evitar el contacto con la pérdida esencial. El estado reactivo es la obra del ego disfuncional y se caracteriza por un comportamiento rígido, defensivo, limitante y profundamente empobrecedor; algo que podría definirse como “dime de que presumes y te diré de lo que careces”. Es el intento permanente y agotador de ocultar los sentimientos básicos de desolación mediante compensaciones que procuran hacernos aparecer (ante nosotros y ante los demás) como lo opuesto de lo que en realidad tememos ser.

En la mayoría de los casos nos relacionamos con el mundo y con nosotros mismos desde estos estados, es decir desde la carencia, esperando que el otro nos complete, siendo dependientes y demandantes; o desde la compensación, ocultando ante el otro nuestra necesidad apremiante y mostrándonos desinteresados y distantes. Obviamente, en cualquiera de los casos, el amor no puede florecer.

El Modelo de Interacciones Primordiales procura reintegrarnos como seres humanos con el flujo primordial del cosmos, lo que implica recuperar el libre fluir de la energía única y universal dentro de nosotros y en nuestros vínculos.

Este proceso de regreso a nuestra naturaleza original, a la espontaneidad y la frescura, implica la dificultosa tarea de observar y sanar todas las manifestaciones de nuestro estado reactivo (manipulaciones), para llegar a la mucho más difícil tarea de contemplar, abrazar y sanar nuestro estado de pérdida. Sólo así podemos sanar nuestra herida básica y renacer en el indescriptible gozo de nuestra identidad original.

El Flujo Primordial recorre nuestro sistema psicofísico, estimulándonos bajo el aspecto de impulsos, emociones y sentimientos que pulsan por expresarse en las capacidades básicas de la persona plenamente viva.

Daniel Taroppio nos señala además: “el trabajo vivencial de la psicología transpersonal nos lleva a estados de consciencia en los que realmente somos uno con la totalidad de la vida. Una persona que accede a estos estados no necesita cursos de ética y/o moral. Una persona así, sana su división esencial, encarna el bien y lo expresa espontáneamente en su vida”.

En tal sentido, los diferentes programas de formación internacional que propone la Escuela de Psicología Transpersonal-Integral (EPTI) brindan una sólida y completa instrucción académica que comprende una profunda experiencia teórica, vivencial y práctica para formar agentes de crecimiento y cambio personal, institucional y social en los diferentes ámbitos del ser humano.

(*) Taroppio, Daniel. 2007. “El Vinculo Primordial. Un camino hacia el corazón de la Evolución Cósmica, el Desarrollo Personal y las Relaciones Humanas”. Ediciones Continente.

Trabajo mucho, consigo poco.

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Trabajo mucho, consigo poco.

Esta afirmación la oigo con una cierta frecuencia como respuesta a mi pregunta: ¿Qué asunto quieres trabajar en esta sesión? que planteo a mi cliente al inicio de cada sesión individual o grupal en el ámbito del desarrollo profesional. En este artículo expongo algunas de las posibles causas de conseguir poco, trabajando mucho. 

Una posible causa es la falta de conocimientos. Otra, es no tener las habilidades clásicas de resolución de problemas, comunicación, cooperación, trabajo en equipo, etc., para hacer que todos estos conocimientos se transformen en realidades a través de las personas. Esas carencias se pueden solucionar a veces con una formación adecuada.

Pero con frecuencia esas insuficiencias no se resuelven con formación. Cuando eso ocurre, podemos pensar que dichas carencias constituyen la punta visible del iceberg, el síntoma, el efecto de que algo en el cliente no va como querría. Si ese algo fuera consciente, el cliente ya no tendría el problema. Lo tiene en el inconsciente, en ese saco negro que todos llevamos atrás en el que echamos toda nuestra “basura”, todo aquello que emocionalmente nos impactó en su momento, nos dolió, que no tuvimos los recursos personales adecuados para asimilarlo y darle salida, y que como no encontramos una solución cuando ocurrió, no se nos ocurrió una cosa mejor que rechazarlo, despreciarlo, excluirlo, reprimirlo y esconderlo en ese lugar oscuro que denominamos inconsciente, con la ilusión pueril de que nunca más reviviríamos ese dolor.

Pero todas estas energías, que nuestras células sobre-absorbieron al recibir el impacto de esos tsunamis dolorosos que nos tocaron vivir y que somatizaron, no están quietas. Se muestran de diversas maneras para señalarnos que están ahí y que algo hemos de aprender y hacer para darles salida para encontrar nuestra paz y serenidad. Cuando alcanzamos éstas, las ondas electromagnéticas que emitimos y captamos son diferentes de las que emitíamos y captábamos cuando estábamos sobre-energizados o sobre-excitados. A partir de ese momento, desde la paz y la serenidad, ya estamos preparados para conseguir mucho con un trabajo centrado y fluido.

Bajo el punto de vista sistémico, todo efecto es el resultado de una o varias causas independientes y/o relacionadas. Aceptando este principio, la Inteligencia Sistémica puede ponerse en marcha y resultar sumamente eficaz al focalizarse en descubrir las causas, sus dinámicas y a partir de ellas, sanear, limpiar, desbloquear, sanar heridas, reconciliar y hasta asentar unas bases sólidas para que una solución aparezca y se dé.

¿Qué causas inconscientes, que por absorber mucha de nuestra energía, nos dejan poca energía disponible para un trabajo centrado, fluido y eficaz?

Pueden ser muchas. Veamos algunas:

  • Me llevo mal con mi jefe, y en general, con cualquier figura de autoridad. Con frecuencia, la Inteligencia Sistémica suele llevarme a descubrir que el programa que condiciona esta parte de mi comportamiento se desarrolló y se alojó en mí a consecuencia de mi mala relación con mi padre (mi primera figura de autoridad) o con alguien significativo de mis antepasados. Este descubrimiento lleva a su vez a explorar más allá, hasta averiguar qué generó esta mala relación y qué hacer para corregirla, y así, parar la acción de dicho programa, y en consecuencia, su consumo ingente e inconsciente de energía en mí.
  • Como yerno y trabajador de la empresa familiar de mi suegro, cuya heredera es mi mujer, me esfuerzo por hacer mi trabajo lo mejor que sé, pero no obtengo el reconocimiento debido. La Inteligencia Sistémica puede mostrar que mis buenas intenciones y consciencia me llevan a transgredir y no respetar a los miembros del sistema familiar y empresarial de mi suegro y de mi mujer. Me he apropiado inconscientemente de una posición en el sistema que no me corresponde. La Inteligencia Sistémica me ayuda también a encontrar mi posición correcta, a reparar los errores cometidos y a dejar de poner mis esfuerzos en el camino equivocado.
  • Por más que lo intento, no consigo tener los pies en la tierra. A veces hemos vivido hechos que nos han impactado emocionalmente. Estamos enganchados inconscientemente a ellos, pero no somos conscientes de ello. Una mirada fija perdida en el infinito suele ser una pista. La Inteligencia Sistémica ayudó a un hombre a descubrir que su falta de referencias y su desorientación vital fueron debidas a la muerte de su gemelo durante el parto. En apariencia miro hacia aquí o allí, pero mi mirada inconsciente está anclada allá, en la búsqueda incesante de ese referente anhelado que me orientó y acompañó durante mis nueve meses de gestación.
  • Mis lealtades incompatibles e inconscientes me llevan a perseverar hasta construir un puzzle complejo y conciliable. Siendo niña, fue testigo de palizas que su padre daba a su madre. En su juventud llegó a ser campeona nacional de un arte marcial por su anhelo de poder defender a su madre de su padre. Su rechazo profundo de lo masculino le lleva a vivir con otra mujer separada y madre ya de dos hijas. Y al mismo tiempo, ejerce un rol masculino en su pareja y honra su violencia heredada con su dominio de un arte marcial.

¡Cuánta energía gastada en la búsqueda de una solución vital conciliadora cuando uno procede de dos orígenes tan discordantes! ¿Cuánta energía queda para el trabajo?

La Inteligencia Sistémica ayuda a desvelar el sentido de lo que no tiene sentido para nuestra racionalidad, a conectar con la vida y a disfrutar de ella en paz y serenidad.

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