¿Qué significa tener un cuerpo organizado?
Una de las definiciones del creador del método que lleva su nombre, Moshé Feldenkrais, dice: “Mi método busca tener un cuerpo organizado que permita moverse con el mínimo esfuerzo y la máxima eficacia; no a través de la fuerza muscular, sino mejorando la conciencia de cómo funciona”.
Veamos una simple analogía para entender un poco más. Si mantenemos la puerta abierta de la nevera durante días mientras la misma está conectada a la corriente, su funcionamiento, su rendimiento y su eficacia serán, cuanto menos, deficientes. Lo mismo ocurre con nosotros. Si mantenemos en el tiempo determinadas formas de movernos, de pensar y de vivir disfuncionales, nuestra energía, rendimiento y eficacia irán decreciendo y entorpeciéndose poco a poco.
Mantener el cuerpo organizado es optimizar, aprovechar y desarrollar nuestra forma de movernos, para ahorrar esfuerzo y liberar energía que nos permitirá vivir de forma más ligera, más libre, más creativa y más eficiente. Sin embargo, para ello, será necesario conocernos, aprender y tomar conciencia. No podemos cambiar nada de lo que no conocemos.
Y me animo a agregar, tampoco podemos cambiar nada, sin intención dirigida, aunque lo conozcamos.
De hecho, en el contexto de esa falta de conocimiento, es habitual que cuando nos referimos al cuerpo, pensemos en nuestra forma física y/o estética y no reparemos en la importancia que tienen nuestros movimientos o posturas corporales para influir en nuestras sensaciones, acciones o emociones. Pero en nuestro día a día tenemos cientos de ejemplos en los que podríamos reparar; pensemos en un par: ¿andamos igual cuando vamos que cuando volvemos del trabajo? ¿Tenemos la misma postura cuando trabajamos que cuando estamos en una reunión con amigos?
En cierto modo, los interrogantes nos permiten tomar conciencia del “peso” del cuerpo, del esfuerzo corporal que debemos hacer cuando algo no nos motiva o nos resulta tedioso y de la ligereza que experimentamos mientras desarrollamos una actividad placentera, un alivio y/o una desconexión. Es que, ciertamente, el cuerpo es la base sobre la cual se fundamentan los pensamientos, sentimientos, emociones y acciones.
Esto significa que si cambiamos nuestra manera de hacer las cosas, si renovamos y optimizamos nuestros movimientos y posturas, no sólo estaremos trabajando sobre la rigidez corporal, sino también sobre la rigidez mental. Y no sólo eso. El Método Feldenkrais, a través del lenguaje de los movimientos, nos enseña a darle más fuerza a muchas de nuestras acciones que se verán reflejadas en una mayor seguridad, autoconfianza y poder personal.
¿Acaso hay alguien seguro de sí mismo que lleve una postura encorvada y movimientos letárgicos? Hay algo que sería casi ilógico someter a debate: una postura expansiva expresará seguridad y una postura inestable y/o perezosa transmitirá inseguridad.
Todo podemos descubrirlo siendo observadores de nosotros mismos.
Y eso es, en parte, lo que propone este método de trabajo. Movernos con el menor esfuerzo, observando las relaciones que se establecen entre las distintas partes del cuerpo y las sensaciones que experimentamos. Al dirigir la intención hacia lo que sucede mientras nos movemos, podemos aprender sobre nosotros mismos a través de la experiencia y desarrollamos lo que este método llama Autoconciencia a través del Movimiento.
Así, a medida que somos capaces de ir eliminando movimientos disfuncionales, también iremos eliminando pensamientos recurrentes e indeseados, pues como afirma el creador del método: “Si cambiamos la manera de movernos, cambiamos la manera de pensar”.
Practicar este método, como decíamos al comienzo cuando citábamos las palabras de Feldenkrais, nos permite tomar conciencia de cómo nos movemos; nos facilita detectar dónde hay tensiones, resistencias y a explorar nuevas opciones para elegir la manera más adecuada de realizar una acción. Aprender cómo cambiar, renovar u optimizar nuestros movimientos nos ayuda a crear nuevas conexiones neuronales en el cerebro que aumentan nuestra percepción, creatividad, espontaneidad e intuición.
En tal sentido, Jaime Polanco, como fisioterapeuta y profesor del Método Feldenkrais, nos señala que los movimientos diseñados por su creador apuntan a que cualquier persona sea capaz de restaurar efectivamente la salud de su sistema nervioso y mantener su cerebro lúcido, claro, atento y vital.
De alguna manera, todo lo que hemos venido contando nos separa un poco de la creencia popular que asocia este método con lo estrictamente físico y postural. Por el contrario, nos acerca a entender que la idea no es mostrar cuál es la forma correcta de mantenerse o caminar, sino de tomar conciencia sobre cómo nos movemos para ser capaces de descubrir por nuestros propios medios la mejor manera de actuar, teniendo como referencia nuestras propias sensaciones.
«Movimiento es vida. La vida es un proceso. Mejora la calidad del proceso y mejorarás la calidad de vida». Moshé Feldenkrais.